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lunes, 27 de mayo de 2019

Motivos de la tensión chino-estadounidense



Manuel E. Yepe, Alai

Philippe Waechter, economista jefe de la administradora de activos francesa Ostrum Asset Management, formuló el 17 de mayo último un interesante análisis acerca de las actuales tensiones entre China y Estados Unidos. El experto francés señala que los twits de Donald Trump del 5 de mayo aumentaron las tensiones entre Washington y Beijing, relanzando las discusiones sobre los términos de un acuerdo entre ambas potencias en el ámbito comercial. Las represalias chinas contra las importaciones de EEUU en respuesta a los nuevos aranceles estadounidenses ponen en tela de juicio el largo período de calma comenzado después de la reunión del G20 el primero de diciembre del año pasado.

El deseo de Trump de imponer nuevas restricciones a China refleja su voluntad de repatriar puestos de trabajo, especialmente en el sector manufacturero, y también de reducir la dependencia en China de Estados Unidos. En 2018, la balanza exterior de EEUU con China era deficitaria en más de 400 mil millones de dólares. La contrapartida de este superávit chino con EEUU reflejaba una financiación china de la economía de EEUU a través de la compra de bonos federales estadounidenses. La lógica era que los productos chinos en el mercado estadounidense financiaban la economía de EEUU para compensar la falta de ahorro allí. El funcionamiento del comercio chino-estadounidense era a base de complementariedad, pero este equilibrio está cambiando ahora de naturaleza porque el peso de China en la financiación de la economía estadounidense ha ido disminuyendo.

En marzo de 2019, el peso de los activos financieros de EEUU en poder de China en el total de la financiación exterior de Estados Unidos había descendido al bajo nivel observado en junio de 2006.
El equilibrio de la relación entre los dos países está cambiando y Estados Unidos ya no tiene capacidad de influir en China como en el pasado. China tiene ahora más autonomía, afirma Waechter.

La Casa Blanca está impaciente por la falta de voluntad de los chinos para responder a sus peticiones. Al gravar las importaciones chinas, Washington quiere influir en la economía de Beijing, a riesgo de crear allí fuertes tensiones sociales y forzar así la mano de las autoridades chinas que no desean asumir este riesgo social. El bajo ritmo de los indicadores chinos de actividad desde principios de año podría validar el análisis de Washington y animarle a endurecer aún más su tono comercial. A principios de 2019, el peso de Estados Unidos en las exportaciones chinas se ralentizó significativamente. La dependencia de China respecto a Estados Unidos se está invirtiendo y, al mismo tiempo, los chinos están relanzando la iniciativa de las Nuevas Rutas de la Seda, cuyo objetivo es, entre otros, diversificar aún más los mercados chinos. China está ahora ampliando oportunidades de mercado y limitando efectivamente la influencia de EEUU en su situación económica interna.

El otro gran punto de desacuerdo entre Washington y Pekín se refiere a la tecnología. “Me parece que éste es el principal punto de las diferencias entre los dos países”, dice Waechter. Los chinos se han puesto al día tecnológicamente muy rápidamente en los últimos veinte años. Esto ha sido así tanto en transferencias de tecnología como en recursos para facilitarla. Y esto ha funcionado tan bien que los chinos ahora aventajan considerablemente a EEUU en 5G e Inteligencia Artificial, entre otros desarrollos significativos.

En esta cuestión de la supremacía tecnológica hay un cambio radical porque los chinos tienen los medios para desarrollar estas tecnologías sin el apoyo estadounidense. Esta situación pudo haber surgido con Japón hace unos años, pero los japoneses siempre optaron por permanecer en el redil de EEUU, lo que no es el caso de Beijing- dice Waechter- porque China tiene un mercado interno muy grande y esto les permite crear condiciones para una dinámica tecnológica autónoma.

Lo que está en juego es simple. Quienquiera que fije los estándares para estas nuevas tecnologías tendrá una ventaja comparativa considerable. Será más fácil desarrollar innovaciones utilizando estas tecnologías. Por eso es aquí donde se estancan las negociaciones. Los chinos han dedicado recursos significativos para lograr esta ventaja tecnológica y no caerán inocentemente bajo el control estadounidense. Este estancamiento tecnológico no se resolverá de manera espontánea y la posibilidad de un acuerdo entre los dos países parece improbable.

“La dinámica de la economía mundial está cambiando. Es la primera vez en la historia moderna que se produce una situación que hace probable que la economía mundial se desplace hacia una nueva región en virtud de criterios relacionados con la innovación tecnológica. Cuando el corazón de la economía mundial se trasladó del Reino Unido a Estados Unidos, hubo una continuidad que no existe en la situación actual y ello alterará la dinámica de la economía mundial e inevitablemente redistribuirá las cartas entre las regiones del mundo”, concluye Philippe Waechter.

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