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lunes, 7 de enero de 2019

Desaceleración China establece tono para la economía mundial en 2019

Nick Beams, wsws

Al principio del 2018 se corrió la voz de que en la economía mundial se iniciaba un periodo de crecimiento sincronizado, siguiendo su mejor año desde la crisis financiera del 2008. También se hablaba de un auge en las bolsas financieras de EEUU impulsado por los grandes recortes de impuestos a las empresas de fines del 2017.

Ahora todo se ve muy diferente. Wall Street y los mercados globales acaban de atravesar el peor año de esta década. Hay señales de que la economía mundial está frenando significativamente. El año comienza con la noticia de que un índice industrial clave tuvo su peor declive en 19 meses, una nueva señal de que la economía china está creciendo más lentamente. Se teme que el impacto será peor si no se logra un acuerdo comercial con Estados Unidos para el primero de marzo, y Washington cumple su amenaza de aumentar las tarifas sobre mercancías valuadas en EEUU $200 mil millones, del diez por ciento actual al 25 por ciento.

Marca el desmoronamiento de la economía china el índice Caixin de gestores de compras (Purchasing Manager’s Index, PMI) que recoge datos de empresas particulares, que cayó a 49,7 en diciembre, por debajo de 50,2 en noviembre. Es la primera vez desde mayo 2017 que el índice es menos de 50, la línea divisoria entre expansión y contracción económica.

Las estadísticas sobre el sector privado fueron publicadas dos días después del PMI del gobierno, sobre empresas del estado, que cayó a 49,4; la primera vez que cae debajo de 50 desde julio 2016. Es significativo que bajo los dos índices los nuevos pedidos pasaron de expansión a contracción entre noviembre y diciembre. Los PMI de economías que dependen de China, Taiwán, Malasia y Filipinas también declinaron en diciembre.

Otras estadísticas chinas sugieren un proceso similar. En noviembre las ganancias de empresas industriales cayeron por primera vez en tres años. El crecimiento de ventas al por menor fue el más bajo en quince años; las industrias automotrices fueron las que más sufrieron. Según PwC, una empresa mundial de consultas, como resultado de enormes inversiones de parte de importantes fabricantes de automóviles, Ford, Peugeot, Hyundai y Volkswagen, China es capaz de fabricar 43 millones de coches. Sin embargo, producirá menos de 29 millones.

El diario financiero neoyorquino Wall Street Journal comenta que el declive industrial es “una señal de que nueve meses de aperturas financieras por el Banco Central, no han podido acelerar préstamos en la economía real, a pesar de aumentar enormemente el precio de los bonos. Este obstáculo en la política monetaria de China es un problema para el 2019. Suena optimista la prognosis de que la economía dejaría de declinar a fines del primer trimestre”.

“Los bancos siguen prestando, pero a otras instituciones financieras y no a las empresas, que necesitan fondos, y que son las que realmente hacen crecer la economía”.

Además del declive industrial, toda la economía encara el aumento de tarifas. Intentando dar ánimos a las bolsas estadounidenses, Trump declaró en un tuit el fin de semana pasado que había conversado con el presidente chino Xi Jinping y que han “progresado enormemente” las discusiones sobre el comercio entre los dos países. De lograrse, el acuerdo abarcaría muchas cosas, áreas y puntos”.

Sin embargo, la cuestión crítica es si China acepta las exigencias de EEUU, de cesar el supuesto robo de derechos estadounidenses de propiedad intelectual, y reduzca, o elimine, subsidios a empresas estatales, que, según Estados Unidos, “distorsionan mercados”. Esas cuestiones dominarán las negociaciones entre los principales representantes comerciales de los dos países el 7 de enero.

China acepta importar más productos estadounidenses para resolver el desequilibrio comercial entre los dos países, medida que los enemigos de China en el gobierno de Trump consideran insuficiente. Ellos ven en su desarrollo industrial, particularmente en el área de alta tecnología, una amenaza al dominio económico y militar mundial de los Estados Unidos.

Intentando alentar un poco más a los mercados financieros, Trump tuiteó el 2 de enero que el mercado había “tropezado” en diciembre y que se recuperaría no bien él negocie acuerdos comerciales con China y otros países. Los mercados financieros parecieron responder positivamente, pero con cautela. El índice Dow Jones apenas se recuperó durante el día, después de haber caído 400 puntos al principio del día.

La descripción de Trump sobre la tormenta de las bolsas de valores, hace recordar las palabras del presidente Clinton sobre la crisis financiera asiática de 1997 y 1998; que era sólo un “tropezón” en el camino a la globalización. Clinton tuvo que encarar una muy seria consecuencia de la crisis asiática cuando su gobierno se vio obligado a rescatar a la empresa estadounidense Long Term Capital Management para evitar el colapso de los mercados financieros de EEUU.

El conflicto comercial con China, y los pronósticos que empeoran para ese país, no son los únicos elementos que afectan la economía mundial. Los más recientes datos indican que se deteriora el crecimiento económico de Francia y Alemania. Continúan las incertidumbres sobre la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea; se avisa que un Brexit sin acuerdo acarrea serias consecuencias económicas y financieras.

También existen conflictos comerciales entre EEUU y la UE. Según un acuerdo en julio entre Trump y Jean-Claude Junker, presidente de la Comisión Europea, Estados Unidos aceptó posponer tarifas del 25 por ciento sobre los automóviles, hasta que acaben negociaciones sobre reducciones de tarifas y otras barreras comerciales. Hasta ahora han progresado muy poco esas negociaciones; los representantes europeos acusan a EEUU de socavar el acuerdo de julio.

Bernd Lange, líder del Comité de Comercio Internacional del parlamento europeo e informante sobre las relaciones comerciales entre la UE y los EEUU, dice en un artículo del Financial Times del 18 de diciembre que las tácticas de Trump de “amenazas de tarifasos, intimidaciones y palabrerío divisorio” eran “torpes y alienantes”.

Lange, expresando su “alto escepticismo” que EEUU aceptara alguna tregua temporaria, declaró que los negociadores estadounidenses ahora ponían un signo de interrogación sobre la declaración del 25 de julio y desplegaban “un descarado rechazo de los procedimientos de la UE en la preparación de negociaciones comerciales formales”.

“Por último, habiendo impuesto a la fuerza, con amenazas tarifarias, sobre la UE y China a nueva ronda de negociaciones, ahora EEUU recurre a chantajes”. Añade que no le convence que la UE entre en negociaciones formales bajo esas “alarmantes condiciones”.

Las camaraderías transatlánticas deben basarse en el “respeto mutuo”, dice Lange. Cautela que “tal como está, la retórica de Estados Unidos y su falta de consideración a nuestros valores y límites, potencialmente envenenarían las relaciones transatlánticas durante muchos años”.

Un crecimiento lento, mayor turbulencia financiera, guerra comercial, y medidas tarifarias caracterizaron el 2018. Este año nuevo comienza con claras señales de que se intensificarán esas condiciones.

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