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jueves, 31 de enero de 2019

Cómo Gran Bretaña robó 45 billones de dólares a India y mintió acerca de ello


Jason Hickelby, Al Jazeera

En Gran Bretaña se suele contar la historia de que, por muy horrible que haya sido, la colonización de India no reportó ningún beneficio importante a Gran Bretaña. En todo caso, la administración de India supuso un coste para Gran Bretaña, de modo que el hecho de que el Imperio británico se mantuviera durante tanto tiempo, continúa esa historia, fue un gesto de la benevolencia británica.
Una nueva investigación de la prestigiosa economista Utsa Patnaik recién publicada por Columbia University Press atesta un duro golpe a este relato. Basándose en casi dos siglos de minuciosos datos sobre los impuestos y el comercio Utsa Patnaik calculó que Gran Bretaña había sacado a India un total de casi 45 billones de dólares durante el periodo comprendido entre 1765 y 1938. Se trata de una cantidad colosal. Comparativamente 45 billones de dólares es 17 veces más que el actual producto interno bruto anual total de Gran Bretaña.

¿Cómo ocurrió?

Sucedió por medio del sistema de comercio. Antes del periodo colonial Gran Bretaña compraba a los productores indios productos como textiles y arroz, y los pagaba de la forma normal, generalmente con plata, como hacía con cualquier otro país. Pero algo cambió en 1765, poco tiempo después de que la Compañía de las Indias Orientales se hiciera con el control del continente y estableciera un monopolio sobre el comercio indio.

Funcionaba de la siguiente manera: la Compañía de las Indias Orientales empezó a recaudar impuestos en India y luego utilizó inteligentemente una parte de estos ingresos (aproximadamente una tercera parte) para financiar la compra de artículos indios para uso británico. En otras palabras, en vez de pagar los artículos indios de su bolsillo, los comerciantes británicos los adquirían gratis “comprándoselos” a las y los campesinos y tejedores con el dinero que les acababan de quitar.

Fue una estafa, un robo a gran escala. Sin embargo, la mayoría de las personas indias no se dieron cuenta de lo que ocurría porque el agente que recaudaba sus impuestos no era la misma persona que aparecía para comprar sus productos. Si hubiera sido la misma persona seguramente se habrían olido que había gato encerrado.

Algunos de los productos robados se consumieron en Gran Bretaña y el resto se reexportó a otros lugares. Este sistema de reexportación permitió a Gran Bretaña financiar un flujo de importaciones de Europa en el que se incluían materiales estratégicos como hierro, alquitrán y madera, que fueron fundamentales para la industrialización de Gran Bretaña. En efecto, la Revolución Industrial dependió en gran parte de este robo sistemático a India.

Por si fuera poco, los británicos pudieron vender los productos robados a otros países por mucho más de lo que los habían “comprado” y embolsarse no solo el 100 % del valor original de los productos sino también el margen de beneficio.

Después de que iniciara el control británico del India en 1858 los colonizadores añadieron un nuevo giro especial al sistema de impuestos y compras. Como se había roto el monopolio de la Compañía de las Indias Orientales, se permitió a los productores indios exportar sus productos directamente a otros países, aunque Gran Bretaña se aseguró de que aun así el pago de aquellos productos acabara en Londres.

¿Cómo se hacía? Básicamente cualquier persona que quisiera comprar productos a India lo tenía que hacer utilizando unos Billetes del Consejo especiales, un papel moneda único que solo emitía la Corona Británica. Y la única manera de conseguir esos billetes era comprarlos a Londres con oro y plata. De modo que los comerciantes pagaba a Londres en oro para conseguir los billetes y después utilizaban los billetes para pagar a los productores indios. Cuando los indios cobraban los billetes en la oficina colonial local se les “pagaba” en rupias que provenía de las recaudaciones de impuestos, el dinero que se les acababa de recaudar. Así que, una vez más, de hecho no se les pagaba en absoluto, sino que se les estafaba.

Mientras tanto, Londres acabó con todo el oro y plata que debería haber ido directamente a los indios a cambio de sus exportaciones.

Este corrupto sistema significaba que aunque India tenía un impresionante superávit comercial con el resto del mundo (un superávit que duró tres décadas a principios del siglo XX) en las cuentas nacionales aparecía como déficit debido a que Gran Bretaña se apropiaba de la totalidad de los verdaderos ingresos provenientes de las exportaciones de India.

Algunas personas consideran que ese “déficit” ficticio es la prueba de que India fue un lastre para Gran Bretaña, pero la verdad es exactamente lo contrario. Gran Bretaña interceptó enormes cantidades de ingresos que en justicia pertenecían a los productores indios. India era la gallina de los huevos de oro. Mientras tanto, el “déficit” significaba que India no tenía más opción que pedir prestado dinero a Gran Bretaña para financiar sus importaciones. Así, toda la población india se vio obligada a contraer una deuda completamente innecesaria con sus caciques coloniales, lo que consolidó aún más el control británico.

Gran Bretaña utilizó el dinero caído del cielo proveniente de este sistema fraudulento para alimentar la maquinaria de la violencia imperial ya que financió la invasión de China en la década de 1840 y la supresión de la rebelión india en 1857. Y esto se sumaba a lo que la Corona tomó directamente de los contribuyentes indios para pagar sus guerras. Como señala Patnaik, “el coste de todas las guerras de conquista británicas fuera de las fronteras indias se cargoósiempre totalmente o en su mayor parte a los ingresos indios”.

Y eso no es todo: Gran Bretaña utilizó este flujo de tributos de India para financiar la expansión del capitalismo en Europa y en zonas de asentamiento europeo como Canadá y Australia. Así que lo extraído en las colonias facilitó no solo la industrialización de Gran Bretaña sino también de gran parte del mundo occidental.

Patnaik identifica cuatro periodos económicos diferentes en la India colonial desde 1765 hasta 1938, calcula lo extraído en cada uno de ellos y a continuación añade una modesta tasa de interés (de aproximadamente el 5 %, que es más baja que la tasa en el mercado) desde la mitad de cada periodo hasta nuestros días. Sumándolo todo concluye que la cantidad total que se sacó a India equivale a 44.6 billones de dólares. La economista afirma que esta cifra es conservadora y no incluye las deudas que Gran Bretaña impuso a India durante la época del dominio colonial británico.

Se trata de cifras descomunales. Pero no se pueden calcular los costos reales de este drenaje. Si India hubiera podido invertir en desarrollo sus propios ingresos fiscales y sus ingresos en divisas, como hizo Japón, no se sabe hasta qué punto podría haber sido diferente su historia. India se podría haber convertido perfectamente en una potencia económica. Se podrían haber evitado siglos de pobreza y sufrimiento.

Todo esto es un antídoto aleccionador contra el halagüeño relato que promueven determinadas voces poderosas en Gran Bretaña. El historiador conservador Niall Ferguson ha afirmado que el dominio británico ayudó a “desarrollar” India. Cuando era primer ministro David Cameron afirmó que el dominio británico supuso una clara ayuda para India.

Este relato ha logrado arraigar en el imaginario popular: según una encuestra realizada en 2014 por YouGov, un 50 % de las personas en Gran Bretaña cree que el colonialismo fue beneficioso para las colonias.

Sin embargo, durante los casi 200 años de dominio británico en India casi no aumentó el ingreso per capita. De hecho, durante la segunda mitad del siglo XIX, la época de apogeo de la intervención británica, los ingresos de India se desplomaron a la mitad. La esperanza de vida media descendió una quinta parte desde 1870 hasta 1920. Decenas de millones de personas murieron sin necesidad de una hambruna inducida por la política.

Gran Bretaña no desarrolló India, todo lo contrario: como deja claro el trabajo de Patnaik, India desarrolló a Gran Bretaña.

¿Qué exige esto a la Gran Bretaña actual? ¿Disculpas? Por supuesto ¿Indemnizaciones? Quizá, aunque no hay suficiente dinero en toda Gran Bretaña para cubrir las cantidades que identifica Patnaik. Mientras tanto podemos empezar por contar bien la historia. Tenemos que reconocer que Gran Bretaña mantuvo el control de India no por benevolencia sino para saquearla y que el auge industrial británico no surgió sui generis de la máquina de vapor y de instituciones fuertes, como querrían que fuera nuestros libros de texto, sino que dependió del robo violento de otras tierras y otros pueblos.
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Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

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