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martes, 11 de diciembre de 2018

Una mirada a la crisis económica mundial

Mario Briones, El Ciudadano

Los últimos acontecimientos de Wall Street y el de otras bolsas mundiales, requiere examinar las medidas que se han tomado para explicar las principales causas de la crisis mundial, lo que muchos economistas del ámbito financiero prefieren callar. Desde fines de agosto, las cinco mayores empresas tecnológicas que incluye a Facebook, Amazón, Apple, Netflix y Google Alphabet, han tenido pérdidas estimadas entre US$ 800.000 millones y US$ 1 billón de dólares, última cifra que se calcula considerando los puntos más alto en su valoración de mercado.

Facebook, Apple y Amazon han acaparado la atención, por tener las peores pérdidas estimadas en US$ 250.000 millones cada una. Las pérdidas referidas a la valoración de mercado, considera que el valor combinado de las cinco empresas antes mencionadas, a fines de agosto, habían alcanzado los US$ 3,6 billones, bajando un 22,2% referencial, porque aún pueden producirse alzas que les permitan algún grado de recuperación.

Con casi un siglo de variadas crisis, se ha ido tomando conciencia de que el rol de la FED privilegia el poder económico de la elite, aplicando una matriz que se reitera en cada crisis, seguida por otros bancos centrales donde han adoptado el modelo neo liberal, como es el BCE. El Banco de Inglaterra en 2009 sentenció que las familias más ricas han sido las más beneficiadas con las expansiones cuantitativas. El Deutsche Bank ha señalado que la desigualdad de la riqueza en los EEUU ahora es tan mala como lo fue durante la Gran Depresión, con el 0,1% superior de la población estadounidense poseyendo tantos activos como el 90% inferior. Sin embargo, los usuarios de ingresos medios o bajos, siguieron pagando 37% o 40% anual por sus créditos.

Cada momento económico es diferente al anterior, porque siguen el ritmo humano que cambia indefectiblemente, aunque no se perciba. Los bancos centrales, en especial la FED, están en un delicado proceso para encontrar cuál es la tasa “neutral”, una especie de equilibrio que se desconoce y que es muy complicado determinar, porque las presiones políticas y financieras son enormes, además de los cambios monetarios y comerciales que están tomando otros países como, China, Rusia y en Europa. Agregue a lo anterior, la decisión de Donald Trump de iniciar una guerra comercial, que lo está enfrentado incluso con países que eran sus socios comerciales o aliados políticos. GM acaba de anunciar el cierre de algunas fábricas y el recorte de 14.000 empleos, porque varios modelos de autos no se están vendiendo. Lentamente se está paralizando la economía mundial.

Precisar los elementos que están presente en la crisis global, exige revisar los efectos de la “flexibilización cuantitativa”. Una política monetaria no convencional que aplicó la FED, y otros bancos centrales, para comprar valores del gobierno (Bonos) y valores de privados (Deuda hipotecaria) en el mercado, con el objetivo de aumentar la oferta de capital y ampliar los créditos. El dilema de ampliar créditos en economías donde está deprimida la demanda, es su ineficacia, porque nadie invierte en ampliar fábricas o en nuevas industrias para producir bienes que sobran en exceso en todas partes. El alto valor de las acciones, bonos, etc., es un hecho que ha funcionado como un impuesto no declarado sobre la riqueza de los ahorradores y jubilados de clase media. El resto de la población se debate en niveles de pobreza o pobreza extrema y no puede aumentar el consumo.

Para estimular las fases depresivas del modelo de crecimiento económico, activan la expansión del dinero para aumentar el crédito, bajando las tasas casi a cero. El bajo riesgo de tasas, que se inició en diciembre de 2008 con cifras de 0% y 0,25% permitieron realizar operaciones de especulación financiera, acumulándose el dinero en activos que subieron de valor, hasta que llega el momento de aplicar el freno, es decir, subir las tasas y vender cuotas de los activos en poder de la FED, respecto de bonos e hipotecas comprados previamente por más de US$ 4,5 billones. Vender activos tiene el efecto de retirar dinero de la economía.

Los principales bancos centrales de los países desarrollados, como Estados Unidos, Japón, Reino Unido, UE etc., han agregado US$ 12,3 billones de dólares para ampliar la oferta de crédito. La consecuencia de este programa de “Expansión Cuantitativa”, ha llevado el aumento de la deuda global a 247 billones de dólares al primer trimestre de 2018, un nivel imposible de manejar sin que ocurran fuertes pérdidas a los prestatarios (privados, bancos, etc.). Hace 50 años, era posible conseguir un dólar de crecimiento del PIB, con un dólar de deuda, hoy eso es imposible.

La deuda nacional bruta de EEUU, al 28 de septiembre del año fiscal 2018, se disparó en US$ 1,2 billones, totalizando US $ 21,52 billones y ahora representa el 105,4% del PIB actual en dólares. El Instituto de Finanzas Internacionales informó que en el primer trimestre de 2018, la deuda mundial creció en US$ 8 billones, y que al ser contrastada con el crecimiento estimado del PIB mundial (las cifras trimestrales del PIB en dólares no se publican), para el primer trimestre 2018, fue de US$ 1,3 billones, lo cual indica que se requirieron US$ 6,1 dólares de deuda por cada dólar de crecimiento del PIB.

El FMI estima que el PIB mundial llegará a los US$ 84,8 billones en 2018, y pronostica que el PIB mundial subirá a US$ 108 billones para 2023, un aumento de US$ 23,2 billones. Para llegar a dicho PIB, se requeriría multiplicar por cinco la deuda mundial, es decir, se deberían agregar otros US$ 116 billones más de deuda, que con tan sólo una tasa de 3%, requeriría una amortización de casi US$ 3,5 billones para pagar intereses, y subiría la deuda total mundial a US$ 363 billones de dólares. Algunos países emergentes entrarían en defaults porque tendrían que destinar enormes cifras del PIB para pagar los intereses, rebajando el gasto interno, factor que inevitablemente termina por crear estallidos sociales, en un momento en que la economía mundial estará decreciendo, como lo está empezando a demostrar el barril de petróleo rondando los US$ 50.

Cuando la oferta de dinero aumenta en exceso, la flexibilización cuantitativa puede llevar la economía a una tasa de inflación muy alta. La pregunta que se hacen muchos es ¿por qué no se ha disparado la inflación? La inflación existe y parece ser la preocupación no confesada de la FED para seguir subiendo las tasas, buscando la tasa “neutral” que mencionamos anteriormente. Existe un consenso general de que la inflación está anclada principalmente al precio de los activos. Una vez que se gatilla la desconfianza en el dólar, indefectiblemente abarcará los salarios y al consumidor, lo que podría disparar aumentos acelerados de tasas.

El alto valor de las acciones, bonos, etc., es un hecho, y ha funcionado como una contribución que favorece al segmento más rico, afectando la riqueza de los ahorradores y jubilados de clase media. El principal punto de quiebre de la crisis se podría estar decidiendo entre la tasa que evite el recalentamiento de la economía, pinchando controladamente los activos inflados, y la tasa que no produzca efectos recesivos.

El problema se complica cuando los activos financieros son utilizados como garantía por los bancos y otros prestamistas para respaldar grandes créditos. Si los precios de esos activos caen como está ocurriendo en los bonos y las acciones, la garantía se vuelve inoperante para cubrir los préstamos, trasladando el riesgo a la banca y al sistema financiero general, como ocurrió con la anterior crisis “Sub Prime”, donde la gran banca se vio impedida de recuperar los préstamos y debió ser salvada por los billones de dólares emitidos por la FED, con excepción de algunas entidades financieras que colapsaron, como Lehman Brothers.

Durante la década de 1970, hubo mucha inflación en los EE.UU., y para detenerla, bajo la presidencia de Paul Volcker en la FED y el apoyo del presidente Ronald Reagan, la tasa subió al 21,5% a finales de 1980, antes que la inflación se saliera de control. El resultado fueron millones de personas que perdieron el trabajo. Hoy, con las enormes cifras mencionadas, subir sólo a un 5% sería un caos. Las expectativas de inflación en EE.UU., ya alcanzaron el 3% y la política de guerra comercial creada por Donald Trump, está imponiendo tarifas a una gran cantidad de bienes importados, principalmente de China. El mayor costo de los bienes importados refuerza la opción de una mayor inflación de precios internos en Estados Unidos, y la guerra de aranceles está provocado una disminución de la actividad económica mundial. La FED, hoy, no sabe hasta dónde puede seguir subiendo las tazas.

Las bajas tasas han distorsionado la economía y el dinero barato se ha utilizado en especulación bursátil. ¿Se puede continuar con tasas tan bajas? Al parecer la FED cree que no y eso coloca a Jerome Powell, el actual presidente de la FED, en el centro de las críticas del presidente Donald Trump, quien reclama por los aumentos de los costos en los préstamos, producidos por alzas de las tasas básicas que hoy fluctúan entre 2,0% a 2,25%. Para Powell, eso está “muy lejos de ser neutral”. Se prevén nuevos aumentos a fines de año y en 2019, porque se estima que la economía está en “auge”, a pesar de que Wall Street está cambiando a un ciclo bajista, con varias sesiones en rojo. Donald Trumpo ha dicho que le gustaría “ver tasas más bajas de la FED” y se han deslizados comentarios de que el presidente Donald Trump ya no está contento con su elección de Powell para dirigir la FED. La mala noticia para Trump, es que la FED rara vez reduce las tasas cuando el PIB es fuerte y el desempleo es bajo, lo que augura nuevas fricciones con el Gobierno.

En las recientes elecciones de Estados Unidos, los republicanos perdieron el control de la Cámara de Representantes, lo que motivó a Lou Crandall, economista jefe de Wrightson ICAP, para decir: “La austeridad no estará en la plataforma de nadie en el futuro inmediato”. Los demócratas y los republicanos empujarán a Estados Unidos hacia la “máxima indisciplina fiscal” en los próximos dos años. Lo que se está pronosticando es una crisis fuerte y larga que puede ser histórica para la humanidad.

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