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lunes, 12 de marzo de 2018

Militarización del comercio por Trump: nacionalismo económico y seguridad nacional

Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada

La verdadera guerra comercial con que ha amenazado Trump al mundo será conocida en toda su magnitud el martes 13 de marzo en la noche, cuando se conozca al triunfador de la elección en un distrito electoral a 48 kilómetros al sur de Pittsburgh, “rincón de la parte occidental de Pensilvania que le dio a Trump su victoria en 2016 (Financial Times, 9/3/18)”.

Según el rotativo neoliberal y librecambista FT, el distrito en lucha que ganó Trump por 20 por ciento muestra una contienda inesperadamente reñida entre Rick Saccone, republicano de 60 años y veterano de la Fuerza Aérea, quien se jacta de que fue Trump antes de que Trump fuera Trump, y el demócrata católico Conor Lamb, marine de 33 años y fiscal federal que aparece seguido con el anterior vicepresidente Joe Biden.

Pensilvania es el estado del acero y constituirá el laboratorio de experimentación para las cruciales elecciones intermedias de noviembre, cuando Trump se juega su destino que oscila entre la ignominia y su relección.

Desde que Donald Trump lanzó su amenaza de asestar una tarifa de 25 por ciento al acero y otra de 10 por ciento al aluminio a las importaciones de EEUU, han sucedido muchas cosas en forma secuencial que han llevado a la delimitación de su cruzada electorera/nacionalista, que ha fracturado a su equipo en la Casa Blanca entre globalistas y nacionalistas –con la renuncia anunciada de su jefe de economistas Gary Cohn y el ascenso tanto del superhalcón y sinófobo Peter Navarro, consejero comercial, y Wilbur Ross, secretario de Comercio–, la rebelión de la mayoría de los congénitos librecambistas del Partido Republicano, encabezados por su líder camaral, Paul Ryan, quien pintó su raya, hasta la exención de sus dos supuestos aliados comerciales en el TLCAN que sufren la afilada espada de Damocles de Trump para otorgar aún mayores concesiones al límite del oprobio.

Para FT, la pregunta crucial ahora es qué tan agresivamente Trump empujará su agenda comercial con la inminente decisión de tomar medidas sobre el hurto de la propiedad intelectual de China que marcará una línea divisoria, y marcará el rumbo a la identidad del sustituto del saliente Cohn (FT, 7/3/18).

Para el economista Eswar Prasad, experto de China en la Universidad Cornell, la escalada de las hostilidades comerciales entre EEUU y China ahora parecen inminentes e inevitables.

Las proyectadas amenazas de guerra comercial de Trump han orillado a que la Unión Europea –cada vez más alejada de la costa oriental del Atlántico norte– y China afirmen optar por la represalia.

Nick Beams arguye en forma persuasiva que el hecho de que Trump haya invocado la seguridad nacional como principio rector para la aplicación de las tarifas del acero y el aluminio “apunta a que la dinámica de la guerra comercial en curso por EEUU está vinculada inextricablemente al ascenso del militarismo (sic) y al creciente peligro de guerra (https://goo.gl/QGMuej)”.

El mismo Beams cuatro días antes dijo que Trump ponía en tela de juicio el sistema de comercio internacional que el propio EEUU había instaurado (https://goo.gl/i4RL1N). Se trata de un conflicto incompatible entre la economía nacionalista y la economía global.

Según Beams, el orden de la posguerra [la Segunda Guerra Mundial] se basó primordialmente en la supremacía económica mundial de EEUU. Sin embargo, el periodo sucesivo se caracterizó por dos procesos interconectados: la mayor integración de la economía mundial mediante la globalización de virtualmente la producción de todos los procesos y el presente declive de EEUU frente a sus rivales históricos y los emergentes, sobre todo China.

Beams rememora que las medidas tarifarias Smoot-Hawley de junio de 1930 desencadenaron una guerra comercial a plena escala que jugó un papel inmenso en la creación de las condiciones de la irrupción de la Segunda Guerra Mundial.

Daniel McCarthy –editor de la revista conservadora Modern Age– aboga por el nacionalismo económico de EEUU primero de Trump que considera será benéfico para EEUU y difiere de la ideología librecambista con tres distintos objetivos: 1) Mantener las industrias necesarias para prevalecer en una guerra de gran escala; 2) La necesidad de preservar una capa media en el orden económico nacional cuando una clase media segura es esencial para el bienestar de una república constitucional, y 3) “fomentar la prosperidad (https://goo.gl/P44g1Y)”.

Según McCarthy, para los librecambistas, el nacionalismo económico es simplemente contranatural, un esfuerzo para controlar en forma artificial las industrias vetustas y se olvidan de que la tecnología elimina más empleos que el comercio.

Un editorial del rotativo chino Global Times denunció que “Trump construye la gran muralla económica del siglo XXI (https://goo.gl/TDWXfJ)”.

Detrás de su muralla económica, EEUU resucita una serie de empresas más caras que el promedio mundial, amén de que los precios de las materias primas de EEUU se incrementarán con el consecuente sufrimiento de sus exportaciones, lo que harán de la superpotencia un país extraño, sin contar el alza del costo de la infraestructura que tanto necesita EEUU.

El rotativo chino juzga que Trump puede recibir más apoyo que oposición en el corto plazo con tales políticas que le ayudarán a su relección.

El problema es que la euforia de las tarifas contrarresta los previos recortes impositivos domésticos, cuando el gobierno de EEUU está corto de capitales después de tales recortes, por lo que las tarifas incrementadas, por pequeñas que sean, contribuirán a los cofres del gobierno.

Otro problema consiste en la taxonomía tarifaria de Trump de acuerdo con el principio matricial de la seguridad nacional y al rubro de países amigos cuando EEUU importa cuatro veces más acero de lo que exporta y que depende del acero de más de 100 países y regiones, de acuerdo con la BBC.

Una cosa es que China sea el mayor exportador de acero del mundo, y otra es que se ubique en el undécimo lugar como el mayor exportador de EEUU que tiene a varios de sus supuestos aliados entre sus 10 primeras fuentes de abasto como Canadá, Japón, Corea del Sur, México, etcétera.

En un tuit, Trump proclama: EEUU tiene 800 mil millones de dólares de déficit comercial debido a nuestros muy estúpidos tratos comerciales y políticas. Nuestros trabajos y riqueza han sido dados a otros pases que han sacado ventaja de nosotros durante años, se burlan de lo tontos que nuestros líderes han sido. ¡Nunca más!

Uno de los objetivos multivariables de la agenda tarifaria de Trump consiste en obligar a China a negociar con EEUU un déficit anual de 100 mil millones de dólares mediante la ecuación simplona de Trump que impone tarifas a los países con los que EEUU ostenta déficits y que servirán para equilibrar el comercio.

En la fase del colapso liberal, ¿habrá todavía alguien que profese ilusamente el libre comercio, cuando Trump se encamina a una nueva carrera armamentista frente a Rusia y China, como se desprende de su nuevo presupuesto militar que afecta el gasto médico y social?

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