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martes, 25 de julio de 2017

La Nigeria de la vergüenza, uno de los países con más desigualdad del mundo

Nigeria es el último en la lista de 152 países ordenados según su “compromiso para reducir la desigualdad”, según un reciente informe de Oxfam y el grupo Development Finance International
El número de personas viviendo en la pobreza aumentó de 69 millones en 2004 a 112 millones en 2010, a pesar de que el país tuvo un crecimiento de más del 7%
"Si eres un pobre trabajando para ricos, prefieren que seas pobre el resto de tu vida", cuenta un empleado que trabaja para los ricos del país
Emmanuel Akinwotu / Sam Olukoya, The Guardian/ El Diario

En Nigeria, al menos 86 millones de personas viven en la pobreza extrema. Se dice que el hombre más rico del país, Aliko Dangote, gana cada día 8.000 veces más que lo que un compatriota pobre gastaría en sus necesidades básicas en un año entero.

“En Nigeria, la desigualdad de ingresos es uno de los problemas más serios y, a la vez, el menos discutido”, asegura Matthew Page, que fue antiguamente el mayor experto en Nigeria para la inteligencia de Estados Unidos. “La brecha entre ricos y pobres, más que la pobreza misma, genera un sentimiento de resentimiento contra el Gobierno y en el futuro podría generar agitación social”, añade.

El análisis de Page está respaldado por un nuevo índice mundial, producido por Oxfam y el grupo Development Finance International, que pone a Nigeria última en la lista de 152 países ordenados según su “compromiso para reducir la desigualdad”. El gasto social de Nigeria (en salud, educación y protección social) es, según el informe, “vergonzosamente bajo” y “se refleja en una protección social muy pobre para sus ciudadanos”.

El multimillonario Dangote —que es también el hombre más rico de todo el continente— es un nigeriano de 60 años, magnate del cemento y filántropo. Su residencia principal en Lagos se encuentra en Banana Island, el distrito residencial más caro del país y un refugio para los súper ricos.

“La gente piensa que todos los que trabajan en Banana Island ganan mucho dinero, pero no es así”, afirma David Obi, que ha trabajado desde 2006 para los millonarios y multimillonarios de esta isla artificial (que se construyó en forma de banana). “Los ricos pagan mal, pero te hacen trabajar sin parar”, señala Obi. “Una vez trabajé para un hombre rico de allí y cuando había terminado mi trabajo, la familia me llamaba a la 1 o 2 de la madrugada para que fuera a servir al jefe. Pero cuando llegaba fin de mes, no me pagaban. Me tuve que ir porque me debía varios meses de salario”, añade.

Obi reside en una parte de esta comunidad cerrada donde los trabajadores no pueden vivir con sus familias. “Mientras los ricos viven en sus mansiones, los que trabajamos para ellos dormimos en espacios muy pequeños. A veces dos o tres trabajadores compartimos una pequeña habitación”, cuenta.

“Los ricos no quieren que los pobres salgamos adelante”, concluye. “Si eres un pobre trabajando para los ricos, prefieren que seas pobre el resto de tu vida. Piensan que si mejoras tu vida y te vuelves rico, no trabajarás más para ellos. Lo único que les importa es que ellos y sus familias sean ricos para siempre.”

Un “nivel de riqueza apabullante”

Noel Anago es un cocinero de 32 años que trabaja para los ricos en eventos sociales en Lagos. “A menudo me sorprende cómo exhiben su riqueza”, dice. “Veo empresarios multimillonarios, expresidentes, políticos de primera línea y gobernadores, muchos con custodia policial y agentes del servicio secreto estatal. Me sorprende la ropa carísima que llevan, los zapatos y los bolsos de primera calidad de las esposas. Todo vale miles de dólares.”

De acuerdo con Oxfam, entre 2004 y 2010 la desigualdad en Nigeria empeoró significativamente, ya que los ricos se beneficiaron de dudosas amnistías fiscales y los legisladores tuvieron salarios que se ubican entre los más altos del mundo.

Mientras tanto, el número de personas viviendo en la pobreza aumentó de 69 millones en 2004 a 112 millones en 2010, a pesar de que el país tuvo un crecimiento económico de más del 7%. En el mismo período, el número de millonarios en Nigeria aumentó en un 44%.

“En Nigeria, la superposición entre poder político y económico es casi total”, asegura Page. “Los políticos suelen utilizar sus empresas personales para desviar dinero de las arcas públicas y muchos magnates de los negocios se han hecho millonarios gracias a su relación cercana a políticos, obteniendo grandes contratos con el Estado o beneficiándose de políticas proteccionistas. Nigeria se parece a Estados Unidos, de alguna forma, pero con menos transparencia y sin casi ningún control independiente de lo que a menudo son conflictos de interés”.

En 2014, un informe del exministro de economía, Ngozi Okonjo Iweala, reveló que el Gobierno nigeriano había perdido entre 2011 y 2013 más de 2.000 millones de euros en amnistías fiscales y beneficios a empresas y corporaciones. El informe concluyó que estas amnistías no suponían ningún beneficio para la economía nigeriana.

“A veces, el nivel de riqueza resulta apabullante”, cuenta Anago. “La desigualdad tiene un impacto en mi vida: trabajo duro para sobrevivir, mientras los ricos lo tienen todo. Pueden ir a hospitales en el extranjero, mientras los pobres nos quedamos aquí y no podemos ir al médico hasta que la situación ya es gravísima. Cuando no tienes dinero ni para comer, no puedes pensar en tu salud. Sólo piensas en cómo llenar tu estómago”.

Nigeria está ahora pasando por su recesión más larga en más de 25 años y sufre una de las crisis humanitarias más graves del mundo, empeorada por la violencia del grupo insurgente Boko Haram. Más de 4,7 millones de personas sufren inseguridad alimenticia en la región, según la ONU, mientras que el 49% de los jóvenes están subempleados en trabajos insuficientes y de media jornada o directamente desempleados.

Sin embargo, según Nonso Obikili, un economista residente en Nigeria, el debate público sobre la desigualdad ha disminuido en los últimos años. “En tiempos de crecimiento económico, bajo el Gobierno anterior, se hablaba más de “crecimiento inclusivo”, pero incluso entonces no se hizo nada significativo al respecto.

“Ahora hay recesión, así que el país está concentrado en volver a crecer”, explica el economista. “El Gobierno actual ha mejorado la situación en términos de corrupción, pero los cambios no han sido sistémicos, y eso es un problema.”

Una notoria campaña contra la corrupción, uno de los principales compromisos del presidente Muhammadu Buhari durante las elecciones de 2015, ha intentado reducir los niveles históricos de corrupción del país. Se recuperaron y apropiaron varias propiedades, bienes y dinero público y los investigadores continúan trabajando.

“La desigualdad, resultado de la corrupción”

Sin embargo, si se les pregunta a Anago o a Obi, ellos dudan de que haya cambiado algo. “La desigualdad es el resultado de la corrupción”, afirma Obi. “Este país tiene muchos recursos, que si se administraran bien, no habría pobreza. Pero los ricos utilizan esos recursos para enriquecerse ellos y sus familias”.

Según Anago, “la corrupción es el factor número uno que explica la brecha entre ricos y pobres en Nigeria. Muchos de los ricos hicieron su dinero gracias a la corrupción”. Anago ofrece un crudo ejemplo de la diferencia entre un rico y un pobre en este país. “Si eres pobre en Nigeria, nunca tendrás acceso a la justicia. Por ejemplo, cuando un policía arresta a un pobre, le pide dinero para salir de la cárcel. Si no tienes dinero, vas preso”.

“Hace poco le sucedió a uno de mis primos: la policía lo arrestó y le pidió 120 euros. Tuvimos que juntar el dinero entre todos e incluso rogarle a los policías que acepten menos dinero. El dinero es muy importante en el sistema judicial, porque el dinero hace girar todos los engranajes cuando se trata de obtener justicia en Nigeria”, lamenta.

Oxfam ha criticado duramente a la clase política nigeriana, asegurando que a pesar de tener los recursos adecuados, la reducción de la pobreza ha sido obstaculizada por “el mal uso, la apropiación y la adjudicación errónea de recursos”. Los negocios pequeños y los comerciantes tienen que pagar muchísimos impuestos, mientras que los ricos se benefician de amnistías fiscales arbitrarias, según la investigación.

“No estoy seguro de que el Gobierno quiera atacar el problema de la desigualdad en Nigeria”, afirma Obi. “Si fuera así, lo habrían hecho hace mucho tiempo. Si el propio Gobierno está pagando un salario mínimo bajísimo, ¿cómo va a atacar el drama de la pobreza?”.

El año pasado, Nigeria quedó en el puesto 118 del ránking de 144 países que integran el Informe Mundial sobre la Brecha de Género. Los desafíos económicos y educativos que aquejan a los nigerianos pobres son mucho peores para las mujeres: en el estrato más pobre de la sociedad, el 75% de las mujeres no van a la escuela y en áreas urbanas el 51% no recibe educación, una cifra que duplica la de los hombres.

“Las mujeres nigerianas son una fuerza política insignificante y debilitada”, apunta Oxfam. Nigeria es el país del África subsahariana con menos proporción de mujeres parlamentarias. El Gobierno debe construir un sistema económico y político nuevo que le funcione a todo el mundo y no sólo a unos pocos afortunados” dice Celestine Okwudili Odu, coordinadora de un programa de buen gobierno de Oxfam en Nigeria. “El Gobierno podría comenzar por atacar la corrupción y proteger los derechos de las mujeres”.

Sin embargo, en Banana Island, Obi se pone filosófico sobre la brecha entre ricos y pobres que ve tan claramente cada día. “Este sitio está lleno de multimillonarios, pero algunos no quieren que nadie sepa que están aquí”, afirma.

“Prefiero mi vida a la de los millonarios, porque yo soy libre. Cuando ellos salen a la calle, deben salir rodeados de policías, en cambio yo soy libre. A mí no me busca nadie. Sí, ellos tienen dinero, tienen comida, pueden hacer lo que quieran, pero yo tengo más libertad que ellos”.

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