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lunes, 8 de mayo de 2017

El costo humano de la frontera entre EEUU y México: Más de seis mil cuerpos hallados desde el 2000

Eric London, wsws.org

Entre los años 2000 y 2016, el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP; Customs and Border Patrol) ha descubierto los restos de 6.023 personas indocumentadas que murieron al tratar de cruzar desde México. Esta impactante cifra, reportada el jueves por el diario New York Times, es sólo una fracción del total de muertos. Según un sheriff de Texas, “por cada uno [cuerpo] que hallamos, nos hacen falta cinco más”. Es decir, el número de fallecidos aún por encontrar podría estar en las decenas de miles.

Aparecen cuerpos en la frontera entre México y EEUU “con una regularidad impresionante”, señala el informe del New York Times. En una sola zona fronteriza, el condado de Brooks en Texas, han sido descubiertos 550 cuerpos desde enero del 2009, el mes de la inauguración de Barack Obama. En un solo rancho en Texas desde el 2014, han sido 31 los cuerpos encontrados. Sin pensarlo dos veces, el CBP entierra muchos de estos cuerpos en fosas comunes”, frecuentemente sin siquiera sacarlos de las bolsas para riesgos biológicos.

Muchos de los cuerpos son irreconocibles, carbonizados por el sol del desierto o carcomidos por los buitres. A lo largo de las rutas más transitadas por los migrantes, “los muertos muestran el camino”. Se encuentran cadáveres de niños junto a sus peluches. Una mujer que murió congelada fue encontrada con una bolsa de basura plástica con la que intentaba mantenerse caliente.

En el 2015, Francisco González, un exmaquinista de México, llamó a los servicios de emergencia desde el medio del desierto, rogándole a la patrulla fronteriza que lo encontraran y lo detuvieran para salvarle la vida. Le dijo al despachador que estaba regresando a EEUU para conocer a su hija recién nacida, tras haber sido deportado por el gobierno de Obama por conducir bajo la influencia del alcohol. Como las autoridades no podían encontrarlo, González le dio al despachador el número de teléfono de su esposa y pidió: “Llámenla y díganle que no pude llegar. Llámenla y díganle que la amo y que cuide a nuestro bebé”. Murió poco después en el desierto.

Daniel Martínez, un profesor asistente de sociología en la Universidad de George Washington, le comentó al Times, “En cualquier otro contexto, si se tratase de muertes por una gran inundación o un terremoto o un accidente aéreo, la gente hablaría de esto como una catástrofe masiva”. De hecho, el Times indica que el total de cuerpos encontrados es mayor al número de víctimas de los atentados del 11 de septiembre del 2001 y del huracán Katrina. Además, a pesar de que el flujo de inmigración ha bajado desde la elección de Donald Trump, el número de cuerpos encontrados en los primeros meses del 2017 ya equivale al total del año 2010.

El alto número de víctimas mortales en la frontera es el resultado deliberado de políticas ejecutadas por gobiernos republicanos y demócratas por más de dos décadas. Con programas como “Operación Gatekeeper” y “Operación Hold-the-Line”, ambas promulgadas a mediados de los noventa bajo el presidente demócrata, Bill Clinton, el gobierno cubrió poblados fronterizos con defensas militares y aumentó la concentración de patrullas en ciudades como San Diego, California, y El Paso, Texas.

Las consecuencias eran totalmente predecibles y fueron anunciadas. Obligaron a los inmigrantes, quienes buscan huir de crisis económicas y políticas, a cruzar regiones desérticas mortales donde las temperaturas pueden alcanzar los 120 grados Fahrenheit (49 grados Celsius). El gobierno de Bush erigió más barreras (incluyendo la Ley del Cerco Seguro del 2006 apoyada por los demócratas). Luego, “el deportador en jefe” Obama firmó una ley en el 2010 que militarizó la frontera con el uso de drones Predator y desplegó 1.500 efectivos de la Guardia Nacional para mantener fuera a los desesperados inmigrantes.

Bajo Trump, la clase gobernante estadounidense está yendo aun más lejos. Además de la construcción de un “muro” fronterizo entre México y EEUU, Trump se ha comprometido a desechar las restricciones de los agentes fronterizos, quienes ya operan como una Gestapo moderna.

El gobierno de Trump ya ha deportado a decenas de miles y tiene planes para contratar a miles de funcionarios migratorios más. Los masivos centros de detención establecidos bajo Obama están siendo duplicados en tamaño, y el gobierno federal está trabajando con las agencias de policía alrededor del país para capturar a los inmigrantes. El gobierno de Trump instauró un programa, conocido como VOICE, cuyo objetivo es denunciar públicamente a inmigrantes que hayan sido acusados de algún crimen, algo similar a los ataques de la prensa Nazi contra judíos inculpados en los años treinta.

La crisis de los refugiados es un producto del imperialismo y del sistema irracional del Estado nación capitalista.

Millares de personas empobrecidas mueren en los desiertos de EEUU por escapar de condiciones de pobreza y guerra que son en sí el resultado de décadas de explotación imperialista e intervenciones militares estadounidenses en todos los rincones del mundo. Estados Unidos asoló el istmo centroamericano en su totalidad, apoyó a dictadores, financió escuadrones de la muerte y sopló las llamas de guerras civiles que dejaron a cientos de miles de muertos en las décadas de 1970, 1980 y 1990.

La historia es la misma en Oriente Medio y el norte de África, donde un número récord de inmigrantes está intentando escapar de guerras instigadas por EEUU en Siria, Libia, Yemen, Iraq, Somalia y otros lugares en busca de refugio en Europa. Miles han muerto ahogados cruzando el mar Mediterráneo. En el 2015, la ONU informó que hay 65,3 millones de refugiados alrededor del mundo, una cantidad sin precedentes y que equivale a más de toda la población de Reino Unido.

Los avances en la tecnología han llevado a la humanidad a un nivel de interconexión mundial que habría sido impensable incluso hace treinta años. Los teléfonos celulares, el Internet, las cadenas de producción y de distribución globales y los avances en transporte permiten que residentes de las aldeas más remotas puedan comunicarse con amigos y seres queridos en las metrópolis y se informen de los acontecimientos mundiales con deslizar un dedo sobre una pantalla.

Pero el potencial para el progreso humano está encadenado al dominio de un puñado de explotadores sobre las fuerzas productivas del mundo y las políticas de los gobiernos.

Como resultado, intensifican los conflictos entre naciones suscitando la posibilidad de una tercera guerra mundial en cualquier momento. Los políticos ultraderechistas en Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania y otros países están siendo incorporados en los gobiernos a fin de redirigir la amplia oposición popular a la desigualdad y la pobreza contra los inmigrantes. Bajo la bandera de la supremacía nacional, cada uno de los grandes poderes, como escribió León Trotsky en su ensayo El nacionalismo y la economía de 1934, “se defiende de todos los demás protegiéndose tras un muro de mercancías y una cerca de bayonetas”.

El Partido Socialista por la Igualdad se opone a la división del mundo en Estados nación rivales y a toda forma de nacionalismo, la ideología tóxica de este sistema anticuado. Como dijo el filósofo Montesquieu del siglo XVIII: “Soy necesariamente un hombre, sólo accidentalmente soy francés”. El PSI insiste en que todas las personas tienen derecho a viajar donde quieran de forma segura, sin visas, pasaportes ni amenazas de hostigamiento o deportación.

Sin embargo, esto no es posible mientras una minoría diminuta de la población mundial controle la riqueza de la humanidad y la defienda con cercas de bayonetas y armas nucleares. Para armonizar el carácter internacional de la economía global con las necesidades materiales de la clase obrera en todo el mundo, se necesita una revolución socialista mundial.

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