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lunes, 3 de abril de 2017

Como los banqueros se convirtieron en los mayores explotadores. Entrevista a Michael Hudson

Michael Hudson, Sin Permiso

Adam Simpson, editor de The Next System Proyect, se sentó con el economista e historiador económico Michael Hudson para discutir sobre viejos y nuevos prejuicios económicos. Michael Hudson es Profesor de Investigación de Economía de la Universidad de Missouri, Kansas City, y un prolífico escritor sobre la economía global y las prácticas financieras predatorias. Entre sus últimos libros se encuentran Killing the Host: How Financial Parasites and Debt Bondage to Ensure the Global Economy (Matar al anfitrión: cómo los parásitos financieros y la servidumbre por deudas sostienen la economía global) y su continuación J is for Junk Economics (B es por economía basura).

Adam Simpson: Michael, estoy muy contento de hablar contigo hoy. En primer lugar, quiero conocer un poco más sobre ti, antes de sumergirnos en tu nuevo libro. He oído que te calificas de economista heterodoxo. ¿Qué significa eso? ¿Cómo te convertiste en heterodoxo?

Michael Hudson: “heterodoxo” es un término acuñado recientemente, principalmente por la Universidad de Missouri en Kansas City, donde soy profesor junto con Randall Wray y Stephanie Kelton y otros miembros de la escuela de la Teoría Monetaria Moderna (MMT). El término significa simplemente que no seguimos la teoría económica convencional. Básicamente somos economistas clásicos. Hacemos lo que la economía clásica solía hacer, que es distinguir entre los ingresos del trabajo y otros no laborales. Y entre trabajo productivo e improductivo. Y vemos que los bancos crean crédito, que los gobiernos podrían crear con la misma facilidad, con objetivos sociales y económicos más productivos. Creemos que los déficits presupuestarios son una forma de proporcionar a la economía dinero para impulsar el crecimiento. Por eso nos llama Stephanie “búhos del déficit” en contraposición a los “halcones del déficit” republicanos y clintonitas, que prefieren que sean los bancos comerciales los que proporcionen el crédito que necesita la economía.

Analizamos como la economía, bienes, servicios y mano de obra, existe dentro del contexto de la riqueza, y los activos y la deuda. Así es como la gente veía la economía antes de la reacción anti-clásica en la década de 1890. Estudiamos cómo la propiedad de la tierra, los bancos y el crédito determinan el marco dentro del cual funciona la economía, a interés.

Así que somos economistas clásicos. Hyman Minsky fue el principal teórico monetario moderno. Heterodoxo significa que en gran medida sus ideas vienen de Marx. Se puede decir que la economía política clásica llegó a su conclusión lógica con Marx. El Capital fue la última gran obra de la economía clásica, y explicó cual era su lógica. Marx demostró que el capitalismo en sí era revolucionario. El capitalismo es un sistema en continua autotransformación. Y por lo tanto estudiamos cómo cambia la economía, no cómo podría alcanzar un punto de equilibrio sin cambio político. Se desarrolla, en lo que Marx llamó las leyes del movimiento. Así que estamos recuperando la política en lo que solía ser economía política, antes de que la “política” fuese echada por la borda hace un siglo y evolucionase hacia la visión unilateral y sesgada actual de la “economía”.

Adam Simpson: Interesante. También quiero saber acerca de tu propia historia personal. No sabía que fuera un término acuñado deliberadamente por quienes se llaman a sí mismos economistas heterodoxos.

Michael Hudson: Otros nos llaman ¡comunistas!

Adam Simpson: ¡Ja! Pero me pregunto por tu propia trayectoria personal en este campo. Creo que no eres el único 'heterodoxo' en tu familia. Yo mismo soy en realidad el garbanzo negro de un hogar muy derechista. Pero entiendo que no es tu caso, que vienes de una familia que siempre ha participado en el activismo y la política de izquierda. ¿Es cierto?

Michael Hudson: Nací en Minneapolis. Esa fue probablemente la única ciudad trotskista en el mundo, el centro del trotskismo en la década de 1930. Era la única ciudad donde convertirse en trotskista era una perspectiva de mejora profesional. Mi padre, Carlos Hudson, se había graduado en 1929 con un MBA de la Escuela de Negocios de la Universidad de Minnesota y quería convertirse en millonario. Creo que quería dedicarse a la minería en América Latina. Luego vino la depresión y decidió que el capitalismo no era justo. Se unió a los trotskistas, al Socialist Workers Party (Partido Socialista de los Trabajadores). Y cuando Trotsky fue exiliado a México, la mayor parte de sus guardaespaldas y compañeros de trabajo procedían de Minneapolis.

Minneapolis fue realmente el centro de organización del Sindicato de Camioneros, como puso en evidencia la gran huelga general de Minneapolis en 1934. Charles Rumford Walker escribió American City sobre Minneapolis. Había radicales escandinavos. Radicales judíos y otros. Los principales oponentes eran los estalinistas. Intentaron impedir que los trotskistas organizasen a los camioneros y a otros sindicatos.

El resultado fueron los juicios por la Smith Act de 1941. La mayoría de la gente piensa de la Ley Smith que fue utilizada contra los comunistas después de la Segunda Guerra Mundial, pero en realidad se utilizó por primera vez contra los trotskistas. El Partido Comunista instó a la inclusión de la pena de muerte por violación grave de la Ley Smith, por abogar por el derrocamiento del gobierno por la fuerza y la violencia. El criterio era si la gente tenía libros de Lenin y Marx en sus hogares. Fue la “ley mordaza” de su época.

El fiscal general de Roosevelt, Francis Biddle, escribió en su autobiografía que la única cosa que le daba vergüenza era el procesamiento de los trotskistas, porque de ninguna manera eran una amenaza para el gobierno. De hecho, el gobernador de Minnesota, del Partido de los Agricultores y Trabajadores, Floyd B. Olsen, llamó a la Guardia Nacional cuando la policía disolvió las marchas y manifestaciones disparando contra los huelguistas. Era la policía la que utilizaba la fuerza y la violencia, no los huelguistas. Olsen dijo que esperaba que el capitalismo se fuera derecho al infierno.

Mi padre y el resto de los 17 de Minneapolis fueron condenados el día antes de Pearl Harbor. Fue probablemente una suerte, porque al día siguiente podrían haber sido condenados a la pena de muerte. Mi padre pasó en la cárcel un año con los otros, pero me dijo que fue el año más feliz de su vida. Aprendió una gran cantidad de idiomas. Pasaron la mayor parte de su tiempo reclutando a Testigos de Jehová, que también estaban en prisión por negarse a ir a la guerra.

Adam Simpson: ¡Los enemigos del estado!

Michael Hudson: Sí. Pero cuando salió nos mudamos a Chicago. Crecí rodeado de muchos socialistas que se habían instalado allí. Pasaban por casa y contaban historias, así que crecí algo así como un griot africano, entre historias de como habían asaltado los edificios gubernamentales y discusiones sobre estrategia y táctica revolucionarias. Al Goldman también se trasladó a Chicago. Fue el abogado de los 17 de Minneapolis, y uno de los acusados. Pasó gran parte de su vida tratando de averiguar quién estaba detrás de la banda que mató a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Conocí a miembros de la Tercera Internacional de Lenin cuando estaba en el poder, y ellos me decían lo que tenía que ser la revolución.

Adam Simpson: Parece esa historia radical de los Estados Unidos que casi nunca se oye. Casi una historia “heterodoxa” de los Estados Unidos, la idea de que hubiera una ciudad tan estrechamente identificada con Trotsky y otros movimientos de extrema izquierda.

Michael Hudson: Por desgracia, la mayoría de las historias radicales han sido escritas por antiguos estalinistas. Lo único que les mantenía unidos aun cuando dejaron el estalinismo era su odio a los trotskistas.

Adam Simpson: Bueno, no volvamos a Rusia, porque probablemente acabaremos remontándonos a Sumeria y otros lugares. Quiero hablar de tu libro, ese es el objetivo hoy. Creo que tu libro trata de cuestionar y aclarar el lenguaje orwelliano utilizado por los economistas convencionales. Si te pregunto que “que mal interpreta la economía dominante”, en cierto sentido te estoy preguntando “¿qué dice tu libro”, lo que es un poco absurdo. Pero ¿cuáles son los conceptos clave que la economía dominante mal interpreta?

Michael Hudson: Propongo un modelo de la economía, tanto en B es por economía basura como en Matar al anfitrión. Si se intenta analizar la forma en que se acumula la riqueza, la gente cree que es de la misma manera que se describe en los libros de texto: ganando ingresos y ahorrándolos hasta hacerse rico. Eso es todo lo que la mayoría de los asalariados pueden hacer. Pero no es así como ocurre en la parte superior de la pirámide. La mayor parte de la riqueza toma la forma de ganancias de capital. Están infladas a base de crédito, así que realmente es la inflación de los precios de los activos lo que está financiado el apalancamiento de la deuda. La mayor parte de las ganancias terminan como pagos de intereses, por lo que son los banqueros, es decir, los propietarios de los bancos y tenedores de bonos, los que terminan acumulando la mayor parte del aumento de la riqueza.

Si eres un gerente financiero, te fijas en lo que se llaman los rendimientos totales. Sumas los beneficios del capital a tus ingresos corrientes. La mayoría de las ganancias de capital se obtienen en el sector de la economía más grande, que no aparece en los programas de estudios académicos: los bienes raíces, seguido por el petróleo y el gas y otros recursos naturales extractivos. Pero para la economía académica, es como si toda la economía se tratase de fabricar cosas, como si la industria contratase mano de obra para producir bienes y servicios y todo el mundo se enriqueciese a medida que aumenta la productividad. Se supone que los ahorros deben financiar el crecimiento, que así aumenta el precios de las acciones, porque los beneficios crecen empleando más mano de obra para producir más bienes y servicios.

Pero eso no es realmente lo que sucede. La mayoría del dinero se hace en la ingeniería financiera, no en la ingeniería industrial. A través de lo que los clásicos llamaban los ingresos no ganados. El 80% de los préstamos bancarios son para el sector inmobiliario. Cuanto más préstamos hagan los bancos al sector inmobiliario, más suben los precios de bienes raíces. La gente piensa que los bienes raíces suben porque crece la población y la gente es cada vez más rica y paga más. Pero no es así realmente, no es esa la razón por la qué aumentan los precios de las viviendas. El valor de un edificio de oficinas, de viviendas o comercial vale lo que un banco esté dispuesto a prestar por él como aval. En la medida que los bancos flexibilizan sus normas de préstamo, prestan cada vez más. El resultado es una pirámide de deuda, y esto es cierto no sólo para los bienes raíces, sino para la economía en su conjunto.

Cuando compré una casa en la década de 1960, la regla general era que los bancos prestaban el 75% y el 80% de su valor. El comprador tenía que tener el 20% o el 25% para el pago inicial. Y la hipoteca no podía absorber más del 25% de los ingresos del comprador. Además, el préstamo era amortizable en el transcurso de 30 años. Así que después de toda una vida de trabajo para pagarlo, al menos se era dueño de una casa sin cargas. Pero en 2008 se liberalizaron estas normas, hasta el punto que los préstamos hipotecarios pasaron a ser calificados de hipotecas basura. Fueron estas normas de crédito más flexibles las que presionaron al alza los precios de la vivienda durante muchas décadas. Hacia el año 2008 ya no era necesario ningún pago inicial. Algunos bancos incluso prestaron más que el valor real de la propiedad, e incluso prestaron el pago inicial para ayudar al nuevo comprador a reformar la casa. Algunos préstamos sólo servían ya para pagar los intereses de la hipoteca, no el principal. Los banqueros no quieren préstamos pagados, quieren intereses. Si no se paga el préstamo, se pagan cada vez más intereses. Al final de los 30 años todavía tendría el mismo saldo del principal de la hipoteca, a menos que se siga pidiendo prestado más y más contra el aval del aumento del precio de mercado de la casa, que la propia deuda global del sector hipotecario infla.

La gente habla de los economistas que “pronosticaron la crisis de 2008”. El Financial Times me cita como uno de los 12 economistas, como si sólo hubiera 12 personas en el mundo que supieran que iba a ver una crisis (y sólo 3 con modelos económicos, incluido el mío). Pero el hecho es que todo el mundo en Wall Street lo sabía. Todos los banqueros lo sabían. Si nos fijamos en cualquiera de los periódicos de la época, todos hablaban de las “hipotecas basura”. Hablaban de los solicitantes de créditos NINJA: sin ingresos, sin empleo, sin activos. El FBI advirtió en 2004 que eran testigos de la mayor ola de fraude financiero y bancario de la historia. Así que todo el mundo sabía que era fraudulento. Pero pensaban que podían dejarlo a tiempo.

La idea era, ¿cómo se hace uno rico con la promoción inmobiliaria? En la década de 1920, Thorstein Veblen escribió Absentee Ownership. Creía que, si se quiere entender la economía, hay que estudiar las ciudades pequeñas de EE UU, ya fueran en el sur o en el oeste. El tipo de ciudades sobre las que Hollywood haría películas en la década de 1930, con un banquero usurero, un político corrompido y un abogado mafioso que tratan de secuestrar la vías públicas para que lleguen hasta sus propiedades o conseguir un ferrocarril que pase por ellas o utilizar el gasto público para aumentar el valor de su propiedad para poderla revender a un precio mayor. Veblen escribió acerca de cómo todo gira entorno a como encontrar a un bobo que compre cara tu propiedad, con la esperanza de que será capaz de venderla a alguien más tonto que él.

Todo el mundo sabía que el sistema no podía durar. Pero nunca se sabe cuando va a terminar. Por lo general, la gota de agua final es el descubrimiento de un gran fraude, o un banco que hace un mal préstamo u operación. En 2007, publiqué un artículo en Harper que preveía esto, con un gráfico que demostraba porqué la burbuja económica no podía prolongarse más de un año. Y no lo hizo. Acabó como todo el mundo pensaba que acabaría. Si nos fijamos en el crecimiento de la deuda en comparación con el crecimiento de la capacidad de pagarla, se ve que muchas economías han pasado ya el punto de intersección. En el punto en el que las deudas ya no se pueden pagarse, se produce una rotura en la cadena de pagos. Eso es lo que causa la crisis. En el siglo XIX no se hablaba de los ciclos económicos, sino de crisis bruscas y de recuperaciones lentas.

Marx vio que había un ciclo. Pero como todo el mundo en su época vio la fase de expansión económica que terminaba en una crisis. Es como un efecto de trinquete. Una curva se eleva como una ola de Hokusai, y luego hay una crisis rápidamente. No es un ciclo con una curva sinusoidal suave como la describía Schumpeter en Ciclos Económicos. Y no tiene soluciones endógenas. La expansión conduce a la crisis por sobre-endeudamiento. Por lo general, las crisis son el resultado de un fraude o de una quiebra, o de alguien que hace una mala operación para un gran banco, o una crisis medio ambiental provoca una ruptura en la cadena de pagos.

Adam Simpson: Es interesante que comience con el sector inmobiliario. Cuando hablamos de ese sector frente a la economía real, creo que es extraño que la gente piense en el sector inmobiliario, en su casa, como algo que podríamos considerar que no forma parte de la “economía real”.

Michael Hudson: Hay dos maneras de pensar sobre la economía. Los libros de texto sólo hablan de la producción de bienes y servicios a cambio de salarios y beneficios. No hablan de rentas o ingresos no ganados. Es a eso a lo que me refiero con “irreal”, que no surge de la producción. Y tampoco se refieren a los intereses, o al marco de la deuda y los derechos de propiedad. Se habla mucho de lo que parece ser el flujo circular entre productores y consumidores. Ese flujo circular se llama la ley de Say. Por ejemplo, Henry Ford decía que pagaba a sus trabajadores 5 dólares al día para que pudieran comprar los coches que producían. Se representa a los trabajadores como asalariados que compran con sus ingresos lo que hacen.

Todo ello parece tener sentido, pero la economía de la producción es diferente de la riqueza financiera e inmobiliaria. ¿Quién tiene activos y quién debe a quién? Si nos fijamos en el marco económico en términos de activos y la deuda, descubrimos que el 1% acumula su riqueza endeudando al 99%. O por lo menos, se puede afirmar que el 5% gana dinero endeudando al 95%.

El truco es conseguir que otras personas se endeuden. ¿Cómo se consigue? Se les hace pensar que pueden ganar. Están dispuestos a pedir un préstamo para comprar una casa, porque piensan que desde 1945, ésa ha sido la forma en que la mayoría de las familias estadounidenses se han hecho ricas, de hecho la forma en que la clase media fue creada en la mayoría de los países occidentales fue mediante el aumento del precio de los bienes raíces que compraron a crédito. De lo que no se dieron cuenta es que el precio de los inmuebles crecía de dos maneras.

a): Con más crédito bancario, en condiciones más favorables. b): Mediante el gasto en infraestructura pública. Ciudades, estados y el gobierno federal construyeron parques, museos, caminos, ferrocarriles, agua y alcantarillado, y las centrales eléctricas. Pero esto comenzó a llegar a su fin con Reagan y Thatcher en 1980. Ha habido una privatización de la infraestructura pública: los bienes que el sector público proporciona de forma gratuita, evitando que la gente tenga que pagar precios de monopolio.

En lugar de financiar la inversión pública mediante una imposición progresiva, se financió con préstamos. Los bancos se volvieron más y más agresivos e imprudentes en la creación de nuevo crédito, porque pensaban que estaban cubiertos contra pérdidas. Esa fue la esencia de la financiarización. La ingeniería financiera reemplazó a la ingeniería industrial. Lo que la gente pensaba que era riqueza resultó ser un rentista por encima de ellos.

Esta confusión entre la riqueza tangible real y el endeudamiento financiero de la economía fue establecida hace más de 100 años por alguien que ganó un Premio Nobel: Frederick Soddy. Pero ganó el Premio Nobel de Química. Escribió muchos libros diciendo que lo que la gente piensa que es riqueza -acciones y bonos, préstamos bancarios y derechos de propiedad -son riqueza virtual. Son reclamos financieros sobre la riqueza real. Una acción o un bono es un reclamo sobre los ingresos que la riqueza real puede producir. Por lo que está en el lado opuesto de los activos en la hoja de balance. Es en el pasivo.

Los economistas solían hablar de la tierra como de un factor de producción. Pero los derechos sobre la tierra son en realidad un reclamo de propiedad, un derecho a futuro, como derecho monopolista. Es como si se afirmara que las patentes de Walt Disney sobre Mickey Mouse o que las películas que hace Walt Disney son un factor de producción. Son realmente un derecho de propiedad para cobrar un precio de monopolio. El derecho de cobrar un precio de monopolio de un servicio de cable no es realmente un factor de producción. Es extractivo. Es lo que los economistas llaman una actividad o juego de suma cero. Por lo tanto, la economía clásica tiene una idea diferente de lo que es la renta nacional que la actual. Un derecho de monopolio no es una contribución a la riqueza o a la renta nacional sólo porque los monopolistas ganan más. Es una resta del flujo circular de la economía.

Pensemos en el flujo circular entre productores y consumidores. Si los asalariados tienen que gastar más para obtener una vivienda, o para pagar una hipoteca o sus préstamos bancarios para su educación, tienen menos para gastar en la compra de bienes y servicios que producen. No están pagando a los productores de bienes y servicios. Están pagando a los banqueros o al sector inmobiliario, a los dueños del sector inmobiliario. Antes te referiste al sector financiero, seguros e inmobiliario (FIRE, por sus siglas en inglés). Durante muchos años, los economistas y estadísticos de la renta nacional ni siquiera podían distinguir qué ingresos pertenecían a qué subsector, porque estaban simbióticamente entrelazados.

No forman realmente parte de la economía productiva o de lo que se llama la economía real. Sin embargo, el alquiler, las pólizas y los intereses hipotecarios son las primeras cosas que pagan tras cobrar el sueldo. Eso es más real - en el sentido de ser más apremiante - que los bienes y los servicios. Por eso, cuando una familia recibe su cheque de pago, los impuestos y la deuda de las tarjetas de crédito, o bien el alquiler o el pago de la hipoteca, es a menudo lo primero que se descuenta automáticamente de su cheque o cuenta bancaria. Al asalariado medio americano solamente le queda el 25 o 30% de sus ingresos disponibles para gastar en los bienes y servicios que producen.

Así que hay una desviación de esos ingresos para pagar al sector FIRE, un sector que los economistas clásicos esperaban reducir al mínimo. Querían acabar con la clase rentista. Querían nacionalizar la tierra, o al menos fiscalizar a favor del estado la mayor parte de la renta de la tierra. Querían que el gobierno fuera un prestamista público, o al menos que los bancos tuvieran que hacer préstamos productivos, no financiar la recompra de acciones de las grandes empresas, las adquisiciones de empresas, o dar créditos para inflar los precios de los bienes raíces y hacer que los compradores de viviendas se endeuden cada vez más para obtener una casa en la que vivir.

La economía ha sido vuelta del revés, sin embargo, la gente no se da cuenta porque el vocabulario que se usa se ha convertido en una especie de eufemismo. Antes has dicho orwelliano y verdaderamente es una neolengua, en la que se utilizan las palabras para decir exactamente lo contrario de lo que se quiere decir. Escribí B es de economía basura en gran parte para denunciar esa terminología engañosa. Si se mira debajo del vocabulario, se da uno cuenta de lo que realmente está sucediendo, en lugar de aceptar eufemismos como “ganancias” en lugar de renta no ganada. Se puede construir una imagen diferente, más realista de la economía.

Adam Simpson: Uno de los temas fascinantes que tu libro destaca una y otra vez es el hecho de que una gran parte del engaño de la economía moderna que denuncias es algo relativamente reciente. Hay referencias a Confucio y a Sumeria en tu libro. ¿Qué aporta la perspectiva de la historia económica y la arqueología sobre el sistema económico que tenemos hoy?

Michael Hudson: Lo notable es cómo crecieron economías estables desde su despegue en Mesopotamia en el cuarto milenio antes de Cristo hasta el final del primer milenio. En la sociedad clásica no había el polarizante problema de la usura. Las economías eran todavía lo suficientemente “antropológicas”, con un bajo excedente y lo suficientemente comunitarias como para que la ética de la ayuda mutua condenase como impropio la adquisición de riqueza mediante la explotación. Había una creciente especialización del trabajo, pero también cancelación de las deudas cuando crecían demasiado, por lo menos las deudas personales. Había una distinción en la práctica entre crédito productivo e improductivo.

Cada gobernante de la dinastía de Hammurabi en Babilonia, al igual que los gobernantes sumerios antes que ellos, comenzaban su reinado proclamando la cancelación de las deudas acumuladas. En los tiempos de Babilonia le llamaban andurarum. Es un cognado del término hebreo deror, la palabra para Año Jubileo. El nuevo gobernante cancelaba las deudas, liberaba a los siervos por deuda y devolvía a sus dueños a quienes habían sido cedidos en pago de la deuda al acreedor, incluyendo a los esclavos de la familia. Además, se devolvía la tierra de cultivo para el abastecimiento familiar que hubiera sido entregada en pago a los acreedores. Pero los gobernantes no devolvían las casas de la ciudad, que se consideraban parte del excedente. No se cancelaban las deudas comerciales, que eran deudas en plata. Pero si se cancelaban las deudas de cebada para que las personas pudieran sobrevivir.

La razón por la que los gobernantes de aquellas civilizaciones actuaban así era porque si se permitía a los acreedores hacen préstamos a los cultivadores y decir “ahora tienen que trabajar para devolvernos el préstamo”, los campesinos no serían capaces de cumplir con su deber de prestación de trabajo personal (corvé). Los impuestos se pagaban en forma de jornadas de trabajo, mediante la prestación personal de servicios. Así es como desde el 11.000 aC en adelante, las civilizaciones construyeron sus grandes monumentos. Monumentos como Stonehenge, pero aún más grande, desde Gobekli Tepe en Turquía a las pirámides de Egipto, los zigurats de Mesopotamia y las murallas de las ciudades. Esta infraestructura cultural, militar y económica básica fue construida con trabajo público. La cuestión es ¿cómo se conseguía que la gente trabajase en estas obras?

Si la gente no hubiera querido construir estos monumentos culturales y obras de defensa, se habrían escapado, como hicieron después de alrededor el 1600 aC. Pero cuando los arqueólogos desenterraron los restos de los campos de trabajo para la construcción de las pirámides y los templos, encontraron que no fueron construidos por esclavos que trabajaban por unas raciones de gachas. Había una gran cantidad de carne en la dieta, una gran cantidad de cerveza en las fiestas. Se organizaba como un proceso de socialización, trabajando en proyectos públicos durante el periodo de tiempo que no era necesario para la siembra y la cosecha. Se han encontrado representaciones iconográficas de los gobernantes, ya sea en murales o en sellos cilíndricos, que llevan cestas de tierra sobre su cabeza. Un trabajo agotador, pero que era seguido de fiestas, socialización y encuentros.

En la antigüedad hubo revoluciones exigiendo la anulación completa de las deudas. Pero no era necesaria una revolución social en la Edad de Bronce, porque la autoridad central del gobernante era mayor que la de la oligarquía privada que comenzó a crecer (en gran parte gracias al dinero acumulado mediante el comercio exterior, y que prestaba sus ganancias con intereses). En la Edad de Bronce se ganaba dinero mediante la privatización, por ejemplo, los templos que ofrecía la cerveza a las mujeres para que la vendiesen a los clientes al por menor y que contraían deudas con ellos. Pero si las cosechas se perdían, se anularon estas deudas de los bebedores de cerveza y las mujeres vendedoras.

Lo mismo ocurrió en Japón en su período medieval. El sake era fabricado en los templos. Y fue con los templos con los que la mayoría de la gente acumuló deudas. Hubo una revolución contra los templos acreedores en Japón. Y en la antigüedad clásica, en el siglo séptimo antes de Cristo, las ciudades más prósperas, de Esparta a Corinto, derrocaron a las oligarquías, redistribuyeron la tierra y cancelaron las deudas. Pero más tarde, los historiadores oligárquicos llamaron a estos líderes populistas “tiranos”. Pero su tiranía consistía en expulsar a la oligarquía y redistribuir la tierra.

A partir del siglo séptimo, no vuelve a ocurrir. Solón de Atenas prohibió la servidumbre por deudas en 594 antes de Cristo. Pero en el siglo tercero antes de Cristo, los reyes de Esparta -Aegis y Cleómenes, seguido de Nabis- cancelaron las deudas. Los oligarcas hicieron un llamamiento a Roma para luchar contra Esparta. Derrotaron a Esparta. A partir de entonces, la oligarquía romana fue la primera sociedad que no canceló las deudas personales. Eso significaba que poco a poco, se reducía a los deudores a una servidumbre permanente, no meramente temporal, no solamente de 3 años como en las leyes de Hammurabi, o cada 50 años como en el Año Jubileo periódico en el Israel bíblico. Comenzó a haber servidumbre permanente y polarización económica. Ese es el mismo tipo de endeudamiento personal que se está desarrollando en las economías actuales.

Hoy en día, las familias que entran en el mercado de trabajo tendrán que pasar toda su vida laboral pagando la deuda que contraen para pagar una educación para conseguir un trabajo, así como la deuda que necesitan para comprar un coche para ir a trabajar, y la hipoteca de la casa que necesitan para vivir y evitar unos alquileres que suben y suben. Tienen que pasarse toda la vida trabajando simplemente para pagar a sus acreedores, no para vivir mejor con más bienes y servicios. A diferencia de la servidumbre, los trabajadores de hoy en día pueden vivir donde quieran. Pero dondequiera que vivan, tienen que producir valor no sólo para sus empleadores, sino también para los banqueros.

Estos banqueros (y accionistas)) son los principales explotadores en la actualidad. Así que el capitalismo financiero se está imponiendo al capitalismo industrial. En lugar de que el capitalismo industrial evolucione hacia el socialismo, como se esperaba, está retrocediendo de nuevo a una neo-servidumbre y un neo-feudalismo. Esto es principalmente debido a que es imposible reconducir la deuda dentro del sistema capitalista industrial para que evolucione hacia una economía socialista. Eso es lo que el neoliberalismo está patrocinando con la financiarización y la privatización.

La incapacidad de hacer la deuda productiva.


Adam Simpson: Me pregunto dos cosas: ¿Hubo alguna innovación política o social que permitiese a los oligarcas evitar la amenaza de una revolución que exigiese cancelar las deudas? ¿Encontraron una forma de pacto social o una nueva innovación económica para hacer que la gente dejase de exigir la cancelación de las deudas? ¿Cómo fueron estos oligarcas capaces de evadir la presión de esta reivindicación?

Michael Hudson: En un principio, bastó la fuerza armada, haciendo la guerra a los países que cancelaban las deudas. En la época romana, los acreedores simplemente asesinaban a los políticos a favor de los deudores, como los Gracos después de 133 ac en adelante (incluyendo a Jesús en Judea). Pero en el mundo actual, los acreedores han tenido que cambiar la percepción de las personas, para que la gente piense que no están siendo explotados. Alrededor de 1890 los acreedores y los latifundistas patrocinaron una reacción anti-clásica diciendo que la renta económica no existe, que todo tiene un coste y que todo ingreso es ganado. John Bates Clark en América, y los marginalistas en el extranjero, defendieron que todo lo que gana alguien, es producido- por definición (es decir, por un razonamiento circular). Así que si usted es un socio de Goldman Sachs y gana 22 de millones de dólares al año, eso se considera una contribución al PIB de la economía. La gente piensa: “Bueno, los ricos realmente se lo ganan. Son mucho más productivos que yo”.

Si se cree en este paradigma “meritocrático”, no se va a resentir la riqueza depredadora. El resentimiento es contra uno mismo. La oligarquía ha hecho que los deudores y la clase media sufran un síndrome de Estocolmo. Se auto-culpan. Y piensan que “si se recortasen los impuestos sobre los ricos, como Donald Trump quiere hacer, tendrían dinero suficiente para contratarnos y podríamos ser más ricos”.

Pero eso no es lo que hacen los ricos con su dinero. No contratan a los trabajadores aquí. Ellos se enriquecen adquiriendo una empresa, despidiendo a los trabajadores, saqueando el fondo de pensiones, y trasladando su producción a Indonesia, Vietnam o alguna otra economía de bajos salarios donde no haya sindicatos.

Los libros de texto de economía no reconocen esto. Describen un universo paralelo respaldado por una economía eufemística orwelliana que hace creer a la gente que de alguna manera van a enriquecerse con dinero prestado para comprar una casa que puede subir aún más de precio. El sueño es ser un Donald Trump en miniatura, ganar dinero gracias a su hogar como una inversión inmobiliaria. Hacer dinero en el mercado de valores entregando la gestión de su dinero a los administradores financieros de Citibank, Goldman Sachs u otras compañías que han pagado diez mil millones de dólares en multas por fraude financiero. Donald Trump quiere ahora acabar con la Agencia de Protección Financiera al Consumidor de Elizabeth Warren. El argumento republicano es que al igual que tenemos que dar a la gente el derecho a comprar comida basura, refrescos y hamburguesas de McDonald, tienen que tener el derecho a comprar productos financieros de los trileros de Wall Street que van a estafarlos.

Es lo que llaman el libre mercado. Pero ese no es el tipo de libre mercado que los economistas clásicos del “libre mercado” como Adam Smith tenían en mente. Los grupos de presión de los rentistas se han apoderado de la mente de las personas. De eso trata Matar al anfitrión. Es la dinámica intelectual básica del parasitismo. En la naturaleza, los parásitos no simplemente se adhieren a un huésped y le chupan la sangre, o se hacen con el excedente de una economía. Para poder hacerlo, tienen que adormecer al anfitrión. Necesitan un anestésico para que el huésped no se de cuenta que está siendo mordido. A continuación, los parásitos biológicos en la naturaleza tienen una enzima que utilizan para asumir el control del cerebro. El cerebro del huésped es engañado para hacerle creer que el parásito es una parte de su cuerpo, que debe ser protegidos. Eso es lo que el sector parasitario, el sector FIRE, ha hecho en las economías modernas. Ha convertido a Wall Street en el centro de planificación, no al gobierno elegido. Así es como los rentistas se han apoderado de la economía.

Pero, es evidente, los objetivos de los planificadores financieros no son los mismos que los de los planificadores del gobierno. El objetivo financiero es apropiarse de los activos, para ganar dinero en el corto plazo, no para planificar a largo plazo, que es lo que se supone que los gobiernos tienen que hacer. Nadie toma en consideración la supervivencia y la sostenibilidad de la economía a largo plazo. Estamos entramos en la fase de apropiación de activos por parte del capitalismo financiero.

Adam Simpson: el sector financiero se convierte no sólo en un parásito que está chupando la sangre, sino también en el que manda. Así es como llegamos al argumento del neo-feudalismo, que me interesa porque también soy consciente de que el economista austriaco Frederick Hayek afirmó que el camino a la servidumbre era la intervención pública en el “libre mercado” en lugar de dejar que los depredadores estafen al público.

Michael Hudson: Hayek puso la economía clásica cabeza abajo. Adam Smith, John Stuart Mill y los otros economistas clásicos que se supone que son iconos del libre mercado defendían un mercado libre de la renta de la tierra, de las rentas de monopolio y de los intereses financieros. Sin embargo, para Hayek, un mercado libre significa que es libre para estos rentistas. Libre para los propietarios, los banqueros y los monopolistas. Por eso su grupo, los Von Misianos en Austria, se pasaban el tiempo luchando contra el gasto público y la “amenaza” del socialismo. Afirmaban que el socialismo conduce al fascismo. Pero en realidad, es la escuela de Chicago la que lo hace. Es el “libre mercado” de los Chicago Boys lo que condujo al fascismo en Chile derrocando al gobierno de Allende.

Así que Hayek llamó al fascismo libertad, y a la libertad la llamó fascismo. Lo primero que hicieron los chicos de Chicago en Chile fue cerrar todos los departamentos de economía. Porque se dieron cuenta de que no se puede tener un mercado libre al estilo Hayek a menos que se esté dispuesto a matar a todos los que no estén de acuerdo con ellos. Tuvieron que matar a los dirigentes obreros y a decenas de miles de intelectuales. Se cerraron todos los departamentos de economía del país, excepto el de la Universidad Católica, donde enseñaban ellos. Hubo asesinatos en masa. Si no se está dispuestos a matar a todo el mundo que no piensa de la misma manera, no se puede tener el libre mercado de Frederick Hayek. No se puede tener a Alan Greenspan o a la Escuela de Chicago, no se puede tener la libertad económica que es la libertad de los rentistas sin reducir al resto de la economía a la servidumbre por la fuerza.

Hayek decía que la forma de crear servidumbre es hacer que la gente piense que la libertad es la servidumbre. Así que estamos de vuelta a Orwell: la libertad es esclavitud, la guerra es la paz. Esa es la economía orwelliana que ahora enseña la ortodoxia convencional. Ya no se enseña la historia del pensamiento económico como hace 50 años, cuando yo estaba haciendo mi doctorado. Se la ha sacado de los planes de estudios. Si la gente realmente quiere leer lo que dijo Adam Smith después de que viajara a Francia y se reuniese con los fisiócratas - y estaba convencido de que debía haber un impuesto sobre la tierra y que en las economías no debería haber gorrones - se daría cuenta de que lo que dijo es exactamente lo contrario de la ideología de libre mercado actual. John Stuart Mill define la renta como lo que ganan los propietarios “en su sueño”, sin tener que trabajar. Estos economistas clásicos estaban en el camino hacia el socialismo. Sólo a mitad de camino, pero en el camino hacia él.

Así que la historia del pensamiento económico ha sido sustituida por las matemáticas, para matematizar un modelo de universo paralelo ficticio. El resultado es lo que los operadores de computadoras llaman Basura in: Basura out (Gigo). Se está matematizando algo ficticio. Si nos fijamos en las introducciones a los libros de texto de Paul Samuelson o Bill Vickery, resulta que ganaron el premio Nobel de Economía por afirmar explícitamente que la economía no trata de la realidad. Sino que trata de la consistencia interna de las hipótesis. Es la construcción de un bello sistema que, si realmente funciona, sería tan atractivo que los estudiantes estarían dispuestos a abandonar su incredulidad. Eso es lo que hace un buen escritor de ciencia ficción. El truco es hacer que los lectores estén dispuestos a aceptar los supuestos que se les propone al principio. La visión de orejeras del libre mercado es simplemente una cuestión de coherencia lógica a partir de unos supuestos poco realistas.

Estas personas aparecen como entradas en mi diccionario como “sabios idiotas”. Son muy inteligente de una manera abstracta, autista, pero no saben sobre lo que son inteligentes. Están dispuestos a usar su astucia para engañarnos, para convertirse en grupos de presión pro-financieros. Su trabajo es utilizado por grupos de enfoque para averiguar qué tipo de retórica es mejor para engañar a la gente haciéndoles creer que la pobreza es riqueza. El objetivo es convencer a la gente de que pueden hacerse ricos endeudándose para comprar una casa y formar parte de la rutina económica de la clase media, y creer en aquello de lo que Ralph Nader se burló: “Sólo los ricos nos pueden salvar”. Si puede hacer que la gente crea eso, has ganado sus corazones y sus mentes

Adam Simpson: Quiero pasar a uno de los temas de actualidad para la gente: a la luz de este nuevo contexto político, quiero preguntarte sobre el capítulo de tu libro “C de cleptócrata”. La nueva administración Trump ha hecho una serie de cosas que preocupan a la gente. En relación con el sector financiero, han dado marcha atrás en relación con la débil normativa de Dodd-Frank. El Congreso Republicano está estudiando un proyecto de infraestructura que en gran medida será una transferencia de fondos públicos al sector privado. Para no hablar de los intereses empresariales directos del presidente, pero me pregunto cual es tu reacción ante la nueva administración. Además, hay esta idea de que la administración Trump representa algo nuevo. Me pregunto ¿qué crees que es nuevo, más allá del 'business-as-usual'?

Michael Hudson: Lo nuevo es que Trump ha dicho que el emperador esta desnudo. Ha dicho: “¿Creen que se están haciendo ricos con Obama? No se han hecho ricos”. Por eso, cuando Hillary les pidió a sus seguidores que pensaran como habían mejorado con Obama, se estaba pegando un tiro en el pie, porque solo ha mejorado el 1%. Todo el crecimiento de la economía estadounidense de 2008 a 2016 fue a parar únicamente al 5% de la población, los más ricos. El 95% de la población restante está peor. Trump vio lo obvio, lo que veía cualquier miembro del 95%. Cuando Hillary trató de convencer a la gente que estaban mejor, Trump dijo simplemente: “Veamos la realidad: estás peor que antes”.

Los votantes pensaron que si podía ver que la situación había empeorado, sería capaz de poner remedio en lugar de empeorarla. La gente quería prosperidad y Trump les dijo que la OTAN era obsoleta. No hay ninguna razón para que sigamos pagándola: Rusia no va a invadir Europa. ¿Por qué querría invadirla? Ningún país europeo va a invadir militarmente a otro.

El nuevo modo de hacer la guerra no es militar, es financiero. Rusia y China se dan cuenta de que Estados Unidos se está disipando su capacidad de conquistar países económicamente al gastar su excedente económico en el sector militar y en el que hemos llamado FIRE. Trump se dio cuenta que, como promotor inmobiliario, ha estado luchando contra los bancos toda su vida. No le gustan los bancos.

Así que los neoconservadores van a por él. Están diciendo que es traición querer paz en vez de guerra. Necesitamos un enemigo lo suficientemente peligroso como para justificar entregar todo el excedente a la parte superior del 5% y dedicarlo al gasto militar. Si no lo defiendes, eres un traidor a sus fortunas. Así que quieren acabar con él.

Adam Simpson: Según tengo entendido, ha prometido aumentar el gasto militar, incluso sin el enemigo que Hillary creía que era Rusia.

Michael Hudson: Por un lado, lo dijo. Por el otro, prometió que no iba a gastar tanto dinero en el Air Force One, que estaba sobrevalorado. Que se iba a deshacer de los F-35 de combate, que cuestan casi un billón de dólares. Afirmó que es un despilfarro. Que se acabaron los despilfarros. Pero si se acaban los despilfarros y lo gastos innecesarios, el gasto militar se reducirá. Así que no veo en lo que Trump va a gastar más dinero en el ejercito.

El Partido Demócrata, hace 50 o 60 años, contaba con el apoyo de los sindicatos, y decía que apoyaba a la clase trabajadora. Pero si analizamos cómo el partido ha actuado en los últimos 25 años - desde los Clinton y Robert Rubin - el guión ha sido otro. Su política ha sido la identidad. Y la política de identidad es, por ejemplo, la asociación nacional de la mujer que defiende a Wall Street y la Guerra Fría, la LGBTQ también dirigida por un líder neoconservador de Wall Street durante la Guerra Fría. Así que las mujeres, los LGBTQ, los negros, han sido todos dirigidos por neoconservadores y neoliberales. Pero el grupo que no tienen es el de los asalariados. Los trabajadores. Hillary los describió como racistas homofóbicos. Y si eres un asalariado, un miembro de la clase obrera, eres un racista homofóbico. Esa era la imagen que difundía, y los empujo en brazos de Donald Trump.

Así que fueron realmente Obama y Hillary los culpables de la victoria de Donald Trump.

Adam Simpson: Hay un gran debate en la izquierda en este momento sobre la interseccionalidad - sobre la inclusión de las personas de color y diferente sexo, orientación sexuales, etcétera, al mismo tiempo que se trata de mantener la conciencia de clase. Por ejemplo, algunos quieren decir “No vamos a luchar por los derechos de los trans, o no vamos a presionar por los derechos de las mujeres o lo que sea. Sólo vamos a centrarnos en la clase como la cuestión clave”. Hay una gran parte de la izquierda que realmente rechaza esa idea. Me pregunto -y seguramente Hillary no era la candidata que podría haberlo hecho-, pero ¿no hay una manera de tener conciencia de clase, y proteger al mismo tiempo a las personas de las comunidades marginadas y oprimidas?

Michael Hudson: Claro que hay una manera. Mucho depende de cómo se organice el partido político. Hay dos maneras: Una es conseguir el apoyo popular de los votantes en una democracia; la otra es obtener fondos de los grandes donantes y recaudadores de fondos. Los recaudadores de fondos están en Wall Street. La estrategia del Partido Demócrata - y se vio en las candidaturas al Comité Nacional Demócrata el 21 de febrero - era que la clave para conseguir televisión es la financiación. La compra de tiempo de televisión para controlar la mente de las personas exige grandes aportaciones de dinero. El dinero proviene principalmente de Wall Street, del 1%. Así que si eres dependiente del 1% para obtener dinero para comprar tiempo de televisión y para pagar por los grupos de enfoque, entonces no debe sorprender que el 1% sólo defienda sus propios interés, no los del 99%.

Una vez que se tiene una estrategia que orienta al partido hacia los candidatos y el programa que pueden conseguir la mayor cantidad de dinero para la televisión de los grandes contribuyentes, el partido será de esos grandes contribuyentes. De Wall Street. Por eso Bernie dijo: “no necesitamos a los grandes contribuyentes. Estamos apelando a los pequeños contribuyentes”. Hillary respondió: “fuera de mi partido. Mis patrocinadores no te quieren. Preferimos dirigirnos a los republicanos de derecha”. Pero los republicanos no la querían. Así que si se estructura un partido alrededor no de los votantes o lo que beneficiaría al 99%, sino a favor del 1%, nunca ganarán las elecciones. El 1% sabe cómo impedir que el 99% piense en términos de sus propios intereses y no los del 1%. Es por la teoría económica basura del neoliberalismo.

Es necesario un demagogo como Obama para empaquetar esto y hacer que sonase como si fuera a favor de las personas, pero en realidad entregó la economía a sus contribuyentes de campaña de Wall Street. Eso es lo que hizo con el Tesoro en el caso de Tim Geithner, y el Departamento de Justicia, que no ha metido en la cárcel a ningún banquero corrupto. Obama dijo que iba a hacer una cosa, pero en realidad hizo lo contrario. Ese es el secreto para ser un político: entregar a tus votantes a los contribuyentes a tu campaña. Eso es lo que es actualmente el Partido Demócrata.

Adam Simpson: Hablando de contribuyentes de la campaña, quiero hablar de las instituciones bancarias y financieras. Una de las cuestiones clave que The Next System Project investiga son las consecuencias de la creación de deuda, especialmente el daño ecológico que puede producir el sector financiero. Nos preguntamos si hay una relación entre la creación de dinero a través de la creación de la deuda y esta necesidad de seguir pagando intereses y causar daño ecológico. ¿Crees que hay alguna conexión?

Michael Hudson: Claro. Supongamos que se organiza un servicio público para funcionar con energía atómica. Se organiza como en el sector privado, para que ganen dinero las compañías eléctricas que invierten en energía atómica con préstamos de los bancos y traspasando los interés a las tarifas que cobran. Si se busca que la energía atómica de beneficios a los accionistas e intereses a los financieros, hay que reducir los costes. Los costes más fácil de recortar son los de protección del medio ambiente, porque ni son obligatorios ni contractuales en muchos casos.

Conocí a muchos de los físicos que diseñaron la bomba atómica en el Proyecto Manhattan. Se sentían muy mal por haber trabajado en la bomba. Muchos de ellos habían estudiado física porque la consideraban hermosa, y creían que la energía atómica era hermosa. Querían demostrar que podía ser algo bueno y tener una aplicación práctica en tiempos de paz. Así que después de Hiroshima y Nagasaki volcaron sus esfuerzos para el desarrollo de la energía nuclear como una energía limpia. El problema era que el coste de hacerlo era enorme que no se podía hacer si se ponían límites presupuestarios. Es como construir coches sin frenos. Los coches costarían demasiado.

No consiguieron que la energía atómica proporcionarse energía a un precio competitivo, teniendo en cuenta el coste de la eliminación del uranio empobrecido. La eliminación de uranio era un enorme problema. Había que construir plantas de energía atómica sin garantías. Como Fukushima. Tepco, el propietario japonés del servicios eléctrico, sabía que le costaría un poco más de dinero enterrar los generadores diesel de emergencia bajo tierra en caso de un tsunami. A pesar de las advertencias, optaron por ahorrar dinero construyéndolos encima del suelo y simplemente esperaban que no habría un terremoto hasta que se jubilaran de la empresa y retirasen sus salarios y bonos. Es probable que no debieran haber construido cerca de una falla sísmica. De vez en cuando va a haber un tsunami. Pero querían ganar dinero a corto plazo, así es la mentalidad financiera empresarial. Construyeron Fukushima deliberadamente insegura, pensando que las futuras generaciones pagarían, no ellos.

Cuando los consultores e ingenieros dijeron a Tepco que la planta sería peligrosa, los directivos se impusieron. Están en el negocio para ganar dinero para sus accionistas. Milton Friedman dijo que la obligación de los gerentes de empresas es hacer dinero para los accionistas, no servir a la sociedad. Así que para ellos, Fukushima fue un éxito. Ganaron dinero todos estos años sin tener que gastar el dinero extra que habría costado construir una planta y sus generadores de emergencia de manera segura.

Lo ocurre con la British Petroleum. Hubiera hecho falta una inversión 2.000 millones de dólares extra para poner válvulas de seguridad en caso de un reventón, para evitar la fuga en el Golfo. Sus directivos decidieron ahorrar los 2.000 dólares, y presionaron contra una legislación medio ambiental como la que quería Canadá, por ejemplo. Fue simplemente una decisión empresarial. El medio ambiente no era asunto suyo. Es lo que los economistas llaman una “economía externa”. Importante para la sociedad, pero no para las corporaciones y sus inversores.

Tales efectos económicos externos a menudo son mayores que los beneficios que recogen los balances corporativos. Pero no aparecen en los balances del sector privado. Así que las empresas recortan gastos para hacer más dinero, y competir con otras empresas vendiendo más barato porque no gastan en salvaguardias. Se puede recorrer toda la cadena productiva, desde la industria del carbón a todas las que contaminan poniendo en peligro a sus trabajadores. Sus balances empresariales no incluyen el coste de la contaminación ambiental

Los costes ambientales que no aparecen en los balances generales ya fueron denunciados en la década de 1840 en los Estados Unidos. Lo que iba a convertirse en el Departamento de Agricultura, que estaba en embrión dentro de la Oficina de Patentes más de diez años antes de que fuera creado por Lincoln, fue promovido por los proteccionistas en el Norte. Querían demostrar el agotamiento del suelo resultante de la agricultura de plantación como la existente en los estados esclavistas del sur que cultivaban algodón y tabaco. Querían demostrar que empobrecía la tierra. Su posición era: “Dicen que tienen un superávit comercial en el Sur. Pero lo que realmente están haciendo es agotar la tierra, por lo que tienen que desplazarse continuamente al oeste. Lo que provoca guerras con los indios y su exterminio. Y ahora están presionando para invadir México y California, porque están agotando sus tierras. Así que hay que incluir el agotamiento ambiental del suelo en el análisis del comercio”.

El Sur luchó contra esto hasta que los republicanos se hicieran con el gobierno tras la elección de Lincoln. Cien años más tarde, el Departamento de Agricultura quiso escribir una memoria de su primer centenario. Así que escribí un artículo - que incluí en America’s Protectionist Takeoff - acerca de cómo los industriales advirtieron contra la contaminación del medio ambiente. Los intereses de la agricultura, es decir, los intereses esclavistas, los intereses latifundistas, les combatieron. Me dijeron que no querían publicar mi investigación porque esa no era la orientación del Departamento. Todos defendían las exportaciones de las plantaciones al extranjero.

Hay una pelea para excluir las consideraciones ambientales de los balances nacionales. La teoría es que si no ve el daño que se está haciendo, no hay que actuar políticamente para detener el daño. Si es invisible, no debe ser regulado, y tampoco será gravado.

Adam Simpson: Interesante. Teniendo en cuenta tus estudios sobre el sector financiero, ¿qué crees que hay que cambiar para que el sistema financiero funcione, de manera racional, sostenible y ética? ¿Comienza con B de economía basura un cambio de mentalidad cultural? ¿Y tienes un modelo ético en mente?

Michael Hudson: Todo tiene que ir de la mano. Ciertamente, la forma en que se piensa como funciona la economía - y la forma de cuantificarla estadísticamente - va a moldear la percepción de lo que hay que hacer. De la misma manera que creo que necesitamos una opción pública de atención sanitaria (que también es algo que dijo Donald Trump en sus discursos de campaña; por supuesto, porque es la más eficiente), se necesita una opción pública en la banca. Por ejemplo, uno de los bancos más corrompidos durante muchos años fue Citigroup, que mi colega Bill Black de la Universidad de Missouri en Kansas City dijo que era básicamente una organización criminal. (El utiliza el término “criminogénica”.)

Cuando quebró en 2008 por sus préstamos fraudulentos, Sheila Bair quería llevarla a la Federal Deposit Insurance Corporation, que presidía. Obama se opuso respaldado por Tim Geithner como secretario del Tesoro. Citibank, el mayor truhán del sistema financiero, controlaba el Tesoro y el sistema de regulación financiera. Ese es un ejemplo de parásito que domina el cerebro. El sistema financiero presionó para salvar a los ladrones de Citibank y mantener las deudas en los libros. Ese fue el acto más fatídico de Obama.

2008-09 fue un punto de inflexión económica histórica para Estados Unidos. El gobierno debería haber descontado las deudas al precio de mercado de los bienes raíces, y fijado el servicio de la deuda hipotecaria al equivalente de una mensualidad de alquiler. Eso había sido durante mucho tiempo la definición de equilibrio en los préstamos hipotecarios de las casas. Pero los préstamos basura se quedaron en los libros para que las casas fueran embargadas, principalmente por especuladores basura corrompidos. Imagínese si Sheila Bair hubiera podido intervenir Citibank. Se podría haber utilizado como una opción pública. Se podría haber emitido tarjetas de crédito a su coste en lugar de con las fuertes tasas de interés monopolista que cobran. Se podría haber otorgado préstamos por razones productivas en lugar de hacer préstamos para la adquisición de empresas y el tipo de préstamos que están haciendo.

Se podría haber acabado con la falsificación de hipotecas basura y dejar de cancelar préstamos mentirosos. Los mentirosos estaban dirigidos por Citibank y sus representantes - lo que significa que por el ex secretario del Tesoro de Bill Clinton, Robert Rubin, mentor de Geithner como antiguo directivo de Citigroup. Estos fueron los principales donantes y apoyos de la campaña de Obama. Estaba protegiendo a los mentirosos, y les dijo que su trabajo era ponerse entre ellos y la multitud con horcas que querían encerrarlos. Se podría haber creado un sistema bancario honesto que hiciese préstamos para hacer lo que los libros de texto describe los bancos como hacer: hacer préstamos productivos que el deudor fuese capaz de pagar, en lugar de préstamos que se sabía que el deudor no podía pagar y que se hacían para vendérselos a un idiota, a un fondo de pensiones aquí o a un banco regional en Alemania, o simplemente para ejecutar la hipoteca de la propiedad.

Lo ético hubieran sido la banca pública, con una filosofía crediticia diferente de la de los bancos comerciales. Hubiera prestado a tasas mucho menos altas. No administraría los fondos de pensiones y los ahorros prestando a las empresas de calificación crediticia para terminar reduciendo y externalizando la fuerza de trabajo, sino a empresas que realmente quisieran expandir el empleo. Por eso es necesario una opción pública en la banca.

En lugar de cerrar oficinas bancarias de las zonas de bajos ingresos, se podrían utilizar las oficinas de correos como bancos públicos para proporcionar servicios básicos como hacer efectivos cheques, mantener cuentas de ahorro y ofrecer servicios de transferencia de dinero baratos para zonas que ahora se ven obligadas a recurrir a préstamos de 24 horas. En lugar de estas estafas, habría una alternativa. Los prestamistas de 24 horas son financiados por los grandes bancos como Citibank y Chase-JP Morgan. No tiene por qué ser así. Se podría tener préstamos para financiar el crecimiento económico, no para esquilmar los activos.

Adam Simpson: La última pregunta: escribes sobre la renta como si te refieras a la tierra. Tengo curiosidad - esta es un poco una pregunta personal auto-indulgente - pero he visto, por ejemplo, que Thomas Paine asociaba a la renta de la tierra y su evidente desigualdad, la noción de que una persona tiene derecho a un pedazo de tierra que, obviamente, nadie puede “poseer”. Defendía que su distribución a todo el mundo era una especie de renta básica universal. Esa parece ser una idea popular ahora, sobre todo en Silicon Valley, así como otros lugares. Quería saber tu punto de vista sobre la renta básica universal.

Michael Hudson: creo que es un nombre inapropiado. No hay ningún problema con dar a más personas suficientes ingresos para vivir. Incluso las sociedades arcaicas operaban con el principio de la ayuda mutua. Hay mucha presión para que la Reserva Federal cree un billón de dólares dándole a todo el mundo 500 dólares extra. ¿Por qué están dispuestos a hacer eso? Porque la mayoría de la gente utilizaría esos 500 dólares para pagar a los bancos - así que los bancos no tendrían que perder dinero y quebrar como resultado de sus préstamos imprudentes e improductivos. El problema no es solo el ingreso, sino en que se lo tiene que gastar la gente. Paine no habló de ingreso universal, sino de que todo el mundo debería tener derecho a un lugar para vivir, un medio para su propia subsistencia. Eso es independiente del ingreso. Una vez que se economiza y se financializa, se distorsiona.

No se debe dar dinero a las personas para comprar lo que realmente deberían ser bienes y servicios públicos fuera del mercado. No se debe dar a las personas más ingresos simplemente para pagar servicios públicos monopolistas con precios de extorsión como agua, alcantarillado, electricidad, televisión por cable y educación. Esas son las cosas que deben ser retiradas del mercado, no darle dinero a la gente para que compre bienes inmuebles sobrevalorados y monopolizados e infraestructuras que debían ser públicas.

Adam Simpson: Estoy totalmente de acuerdo. Esa es mi crítica en este debate en curso sobre la renta básica universal. Podría ser una buena idea si resolvemos un montón de otras cosas primero. Una de ellas son los parásitos financieros, porque creo que la gente habla de una economía de derrame. Tengo la sensación de que en este momento tenemos más o menos una economía de derrame hacia arriba. Al final del día, los ricos se van a salir con las suyas. La idea de proporcionar un ingreso básico universal o un estímulo, acabaría beneficiando a la parte superior del sistema.

Michael Hudson: La clave para cualquier tipo de análisis similar es el flujo circular. Si le das a la gente ingresos, ¿en qué se lo gastan? Como ya he dicho, la gente tiene que gastar el 75% de sus ingresos en cosas que no son los bienes y servicios que producen. No quieres darles ingresos para hinchar las burbujas especulativas del sector FIRE que están siendo chupadas hacia arriba por el 5%. No quieres dar más ingresos a la gente para que acabe pagando alquileres más altos y préstamos bancarios al 5% en la parte superior. Quieres hacer lo contrario.

Esta es la razón por la que la economía clásica es tan importante. Mira el debate entre Ricardo y Malthus. Ricardo defendía a los banqueros, y Malthus a los propietarios de tierras. En las guerras napoleónicas, Inglaterra tuvo que cultivar su propia comida porque Napoleón impuso un bloqueo naval que impedía la exportación a Inglaterra de alimentos. Hubo que producir más comida en Inglaterra. Después de 1815, cuando llegó la paz, se iba a implantar el libre comercio de alimentos. Pero los latifundistas se quejaron de que si había libre comercio de alimentos, bajarían los precios de los alimentos. Las rentas de la tierra agrícola se vendrían abajo, y los propietarios perderían la alta valoración de sus propiedades. Querían las Leyes del Maíz para limitar las importaciones y mantener los precios de los alimentos altos.

La política agrícola de Estados Unidos desde la década de 1930 es como las Leyes del Maíz de Gran Bretaña. La política agrícola proteccionista de Roosevelt era un eco de Malthus diciendo que era necesario dar más rentas a los latifundistas, en forma de precios de los alimentos más altos - para que pudieran invertir más ingresos de capital para aumentar la productividad. Malthus también hizo la pregunta, ¿sin los latifundistas quién va a contratar a los mayordomos? ¿Quién va a contratar a los cocheros? ¿Y quién va a comprar toda la ropa fina que da trabajo a los sastres? A Keynes le gustaba Malthus por decir esto. Pero Ricardo dijo, si se paga a esta clase de latifundistas todos esos lujos, toda esta renta, habrá que pagar a la mano de obra tanto para pagar la comida, que los industriales no podrán permitirse el lujo de contratarlos porque no serán capaces de competir con Francia, Alemania y otros países industriales.

Entonces, ¿adónde ira el excedente económico? ¿Va a ir a los latifundistas -que, por cierto, cuando compran su ropa por lo general compran importaciones procedentes de Francia y Alemania, y no de Inglaterra? O bien, se va a invertir el excedente de forma productiva? Ese debate no se conoce hoy en día, porque ha sido expurgado del plan de estudios económicos. No hay renta económica, ningún análisis de la renta nacional que analice la economía en el sentido de que el 99% paga dinero al sector FIRE que extrae el 75% de los ingresos para finanzas, seguros y bienes raíces, monopolios y el gobierno.

Alrededor de un tercio del PIB es renta de monopolio. Una tercera parte - que de otra forma podría adoptar la forma de un aumento de los niveles de vida. Hace un siglo había futuristas que escribían sobre el futuro, Simon Patten y otros, todos ellos pensaban que tendríamos una economía de ocio a estas alturas. Si se hubiera dicho a alguien hace un siglo como aumentaría la productividad, hubieran pensado que la gente sólo tendría que trabajar uno o dos días a la semana. Habría un montón de tiempo libre. Pero sucede lo contrario. La gente está siendo exprimida, tiene que trabajar horas extras. Luchan para poder llegar a fin de mes. Están a punto de no poder pagar la factura del agua o de la luz. No pueden permitirse el lujo de luchar por mejores condiciones de trabajo, y mucho menos ir a la huelga.

Así que si analiza la economía en términos de quién obtiene el excedente y que hace con el, se puede desarrollar una lógica que lleva a invertir el excedente de manera que aumente el nivel de vida y el bienestar de las personas. Pero la economía post-clásica afirma que no hay tal excedente. Un superávit implica explotación, y no hay tal explotación - como si todos trabajaremos juntos como iguales. Eso no es la realidad.

Gracias por invitarme.

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