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miércoles, 26 de octubre de 2016

Renta básica: una propuesta para el siglo XXI

Alejandro Nadal, La Jornada

En los últimos años se ha venido discutiendo la renta básica, una radical propuesta de reforma económica y social que merece un análisis cuidadoso. Se trata de un esquema que corta transversalmente varios temas cruciales: distribución del ingreso, empleo, política fiscal, seguridad social, pobreza y salarios. Es quizás la propuesta de reforma más importante desde que apareció en la escena el estado de bienestar social.

La renta básica es definida por la Red Renta Básica como un ingreso pagado por el Estado, como derecho de ciudadanía, a cada miembro de pleno derecho o residente de la sociedad, incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, independientemente de si es rico o pobre y sin importar con quien conviva. Es decir, la renta básica (RB) se paga sin tomar en consideración las otras posibles fuentes de renta que pueda tener un miembro de la sociedad.

Se trata de un derecho social, asimilado al estatus de ciudadano de cualquier persona e independiente del nivel de ingreso que se tiene en la sociedad. La RB es algo esencialmente diferente a los pagos para compensar una situación de desempleo. Y no tiene nada que ver con los programas de combate a la pobreza extrema que el Banco Mundial ha promocionado en el mundo. Estos últimos se diseñaron para poder instrumentar recortes al gasto social al hacer más eficiente la asignación de recursos a los más necesitados. En el fondo sirvieron para que la generación del superávit primario no generara tanta protesta social.

Es una idea que lleva a nuevas alturas el derecho ciudadano a la vida, en el contexto de una economía capitalista que está mutando sus formas de reproducción a gran velocidad. Esta transformación exige explorar opciones que dan paso a formas sociales que hoy sólo aparecen en embrión y que habitan los intersticios de las relaciones capitalistas.

En particular, la renta básica permite hacer frente a los problemas que vienen aparejados al estancamiento secular y a la creciente robotización de los procesos de la industria manufacturera y del sector servicios. Los problemas que se acumulan en esta encrucijada se pueden sintetizar fácilmente: desempleo tenaz y salarios estancados o a la baja.

Por supuesto, la propuesta de la RB tiene sus detractores en todo el espectro político. Por el lado de la izquierda encontramos al conocido economista marxista, Michael Roberts. El título de su última entrada en su blog critica la propuesta de la RB por ser, eso, básica, pero no lo suficientemente radical. Y en un pasaje clave de su texto, Roberts señala que varios políticos y economistas de derecha están a favor de la RB porque al pagarle a los trabajadores ese ingreso en lugar de salarios y beneficios sociales es visto como una manera de ahorrar dinero y reducir el tamaño del Estado y de los servicios públicos. Lo que reduce el valor de la fuerza de trabajo y aumenta la tasa de plusvalía. Roberts concluye que la RB se convierte en un subsidio salarial para aquéllos patrones que emplean trabajadores que no gozan de beneficios sociales y que estarían bajo presión para aceptar salarios no mayores que la renta básica que sería inferior al salario promedio.

Roberts comete varios errores. Su descuido hace que al final del texto el lector no sepa si esa crítica de los políticos y economistas de derecha es también compartida por Roberts. La renta básica no se paga en lugar de salarios o beneficios sociales. La RB es un ingreso independiente de otras fuentes de renta o beneficios sociales. Por tanto, la renta básica no es algo que podría sustituir los servicios proporcionados por el Estado en materia de salud, educación o protección al medio ambiente. Ciertamente no es un medio para ahorrar dinero y reducir el tamaño del Estado. Y tampoco es un subsidio para el salario que pagan los patrones a menos que se admita el supuesto erróneo de que la renta básica se paga en lugar de salarios.

¿Constituye la renta básica un factor de presión a la baja de los salarios? De entrada un régimen de RB incrementaría el poder de negociación de los asalariados. La experiencia durante los años en que el desempleo disminuyó notablemente confirma que los salarios aumentaron porque el poder de negociación de los trabajadores se incrementó. La renta básica no sería una presión para deprimir los salarios.

En el contexto de una economía capitalista afectada por una crisis deflacionaria que se asocia a un estancamiento de larga duración, la renta básica constituye un poderoso instrumento para estimular la demanda agregada. Y ciertamente es más efectiva que la postura de política monetaria que hoy entrega al sistema bancario billones de dólares para que los recicle en su interior y para que las grandes corporaciones mantengan el casino llamado bolsa de valores.

¿Tienen las economías capitalistas los recursos para aplicar una RB? La respuesta es afirmativa. El estudio de Arcarons, Domènech, Raventós y Torrens sobre un modelo de financiación de la renta básica para el Reino de España (publicado en Sin Permiso) no deja lugar a dudas.

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