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viernes, 16 de septiembre de 2016

La hipocresía del FMI y otras instituciones para combatir la evasión fiscal


Jérôme Duval, CADTM

En plena tormenta del escándalo de los Papeles de Panamá –que ya ha provocado la dimisión del primer ministro islandés, Sigmundur David Gunnlaugsson, tras enormes manifestaciones, y la del ministro español de Industria, José Manuel Soria, tras revelarse que existían sociedades a su nombre en las Bahamas y en Jersey–, finalizaban las reuniones de primavera del FMI y del Banco Mundial el pasado 16 de abril.

La directora del FMI , Christine Lagarde, acusada de abuso de poder en el ‘caso Tapie’, aprovechó para defender la transparencia en materia fiscal. Puesto que esto “debe ser un tema mayor de inquietud”, según sus propias palabras, aprovechemos para recordar que el monto de su salario anual de 467.940 dólares –acompañado de una asignación de 83.760 dólares anuales para gastos de representación– se halla exento de cualquier impuesto. Christine Lagarde podrá hablar mucho de transparencia, pero preside una institución cuya Junta de Gobernadores sigue siendo de las más opacas. Poco después, el 19 de abril, el FMI, el Banco Mundial , la ONU y la OCDE anunciaban la creación de una plataforma común destinada a ayudar a los países pobres a combatir la evasión fiscal de las multinacionales.

Enésimo falso intento de combatir esa lacra, esta declaración de intenciones parecería responder al informe de la ONG Oxfam publicado algunos días antes, que afirma que en sólo cuatro años (hasta 2013) la Sociedad Financiera Internacional (SFI, filial del Banco Mundial especializada en préstamos al sector privado) invirtió 36.000 millones de dólares a través de bancos, de fondos especulativos y de otros intermediarios para financiar proyectos que provocan violaciones de derechos humanos en todo el mundo. “Es el doble de los fondos consagrados por el Grupo del Banco Mundial a la salud en el mismo periodo y tres veces más que los dedicados a la educación”. En 2015, de las 68 empresas que tomaron prestado del SFI fondos destinados a financiar proyectos de “desarrollo” en el África subsahariana, 51 recurrieron a paraísos fiscales, principalmente la Isla Mauricio, tal y como aconsejaba el gabinete Deloitte.

Tras la orgullosa afirmación de Nicolas Sarkozy, el 23 de septiembre de 2009 en TF1 y France 2, de que “los paraísos fiscales, el secreto bancario, se han acabado”, y el compromiso del G20 el mismo año de luchar contra esos agujeros negros de la finanza internacional estableciendo listas incoherentes, es normal que se dude de la eficacia de cualquier iniciativa que emane de esas instituciones.

¿A quién beneficia la opacidad de Panamá?

Recordemos que los bancos europeos están muy implicados en la delincuencia financiera. La empresa de servicios financieros Société Générale tiene entre sus activos 979 sociedadesoffshore , inscritas por el gabinete de abogados panameño Mossack Fonseca, en el centro del escándalo de los Papeles de Panamá, en relación con su filial luxemburguesa, SG Bank & Trusts. Vienen a continuación el banco británico HSBC (2.300 sociedades) y los suizos UBS (1.100) y Crédit Suisse (1.105). Estos tres bancos, actualmente acusados en escándalos de fraude fiscal, no dudan en cruzar la puerta de los ministerios, eso cuando no están directamente invitadas. Fue el caso, por ejemplo, en Francia este verano, durante las vacaciones estivales en pleno mes de agosto, cuando el antiguo directivo del banco de inversión de la Société Générale, Thierry Aulagnon, fue nombrado director del gabinete del ministro de Finanzas, Michel Sapin.

Joseph Stiglitz, receptor del premio del Banco Central de Suecia en Ciencias Económicas, mal llamado “Premio Nobel de Economía”, y el suizo Mark Pieth, profesor de Derecho Penal en Basilea (Suiza), dimitieron el 5 de agosto de un comité creado tras las revelaciones de los Papeles de Panamá para realizar una auditoría del sistema financiero claramente opaco de Panamá. Fue a través de un correo del Gobierno panameño recibido a finales de julio como se enteraron de que sólo el presidente del país podía decidir publicar el informe del comité, esperado de aquí a finales de año y que, además, el Gobierno rechazaba comprometerse a hacerlo público. “¿Cómo queréis un comité sobre la transparencia que no sea él mismo transparente?”, se indignaba Stiglitz en la AFP. Para Mark Pieth, el Ejecutivo “sufre la presión del mundo de los negocios”, “se está echando atrás”. Sin temer el ridículo y dispuesto a todo para las grandes empresas, el Gobierno panameño reiteró entonces su “compromiso firme y real con la transparencia y la cooperación internacional”.

Sin desvelar su verdadera identidad, el filtrador de los Papeles de Panamá que proporcionó los 11,5 millones de ficheros del gabinete de abogados Mossack Fonseca al Süddeutsche Zeitung llama a “abrir los ojos” para salir radicalmente de un sistema “que seguimos llamando capitalismo, pero que se acerca cada vez más a la esclavitud económica”. ¡Acababa, sin duda sin quererlo, de ofrecernos una buena definición del capitalismo!

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