Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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martes, 26 de julio de 2016
Del multilateralismo al neoregionalismo
Oscar Ugarteche, Jorge Arturo Luna, Alainet
El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) es el tratado comercial plurilateral más grande (12 países miembros) desde el Tratado de Ottawa de Cooperación Imperial de 1932 (58 estados miembros) por el que se fortalecía el Imperio Británico y se consolidaba la zona monetaria de la libra esterlina. El TPP, incluye a Estados Unidos, Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, quienes en total suman cerca del 40% de la economía global. De esto, Japón y Norte América suman las cuatro quintas partes.
No es el tamaño del acuerdo ni su concentración lo que sorprende, sino la forma en la que se han llevado a cabo las negociaciones y los alcances que podría tener. En general si hay algo que esconder es una mala señal en los tiempos de la transparencia. En términos comerciales de bienes no ofrece nada nuevo y poco adicional dado que existen TLC entre casi todos los 12 países miembros y entre éstos y Estados Unidos con pocas excepciones como Australia y Nueva Zelandia. En esto es análogo al Tratado de Ottawa de 1932, siendo Gran Bretaña el centro del acuerdo de la época y sin excepciones.
Evocando el acuerdo de 1932 dice Obama en el Washington Post “El mundo ha cambiado. Las reglas cambian con él. Los Estados Unidos y no China, debería de escribirlas.” Obama enterró el multilateralismo de la OMC con esa frase y está listo a que Estados Unidos de manera unilateral defina las reglas. Quizás como el acuerdo de 1932 deba ser bautizado como un “acuerdo imperial”. De todos modos es un acuerdo que señala al debilitamiento del multilateralismo. La manera de las negociaciones quizás señala hacia la privatización de la gobernanza global. No se negocia como un acuerdo público sino como acuerdos privados.
Desde su creación las negociaciones se llevaron a cabo en secreto y ahora que poco a poco va saliendo a la luz puede observarse distintos ángulos que dicho tratado trae consigo. Los derechos de propiedad intelectual, las patentes de medicinas, la posibilidad de que las empresas demanden a los gobiernos, así como menores requisitos a las normas de origen, son temas que generan mucha inquietud. Igualmente merecen atención los capítulos 9 y 11 sobre inversiones y servicios financieros.
Médicos sin Fronteras alertó que el TPP extenderá el periodo de vigencia de las patentes más allá de los 20 años previstos actualmente, con lo que se retrasa o bloquea la disponibilidad de medicamentos genéricos. Los altos precios de los medicamentos de marca los mantendrán inalcanzables para las personas más pobres y con eso la calidad de la salud de las personas en las economías menos prosperas de la región no verá mejora a pesar de existir retrovirales, medicinas para el corazón y tratamientos de cáncer, por nombrar algunos que están con las patentes por vencer. En el Perú, el presupuesto de salud para el programa de retrovirales dobló entre el 2010 y 2015 pero la cobertura se redujo a la mitad. Hay tres muertos al día de SIDA, una enfermedad que ya no es letal si es tratada correctamente. Habría que ver si la relación es directa entre esto y el ingreso del Perú al TLCAN o si es efecto de la intervención de la iglesia católica en el Ministerio de Salud.
El endurecimiento en los temas de propiedad intelectual afecta además el acceso a música, películas, libros y materiales y hace que el conocimiento en general se mantenga mucho más difícil y costoso, dificultando así el desarrollo de las economías emergentes.
El TPP también pone en riesgo la soberanía de los países. Un documento revelado por WikiLeaks hace unos años muestra que el TPP permitirá a las grandes empresas demandar a los gobiernos y solicitar millonarias indemnizaciones a cuenta de los contribuyentes cuando sus intereses o ganancias se vean afectados por regulaciones internas. Esto lo está trabajando Gutiérrez Haces en detalle para el conjunto de países con BITs, acuerdos bilaterales de inversión, por sus siglas en inglés en el marco del CIADI.
Según Gutiérrez Haces, en el CIADI las empresas pueden demandar a los gobiernos ante paneles de arbitraje integrados por abogados corporativos que eviten los tribunales nacionales y que anulen la voluntad de los Parlamentos en caso de no conseguir lo que quieren. Los juicios en el CIADI pueden ser incluso por ganancias esperadas no logradas. Es decir, si se anticipa 12% de rentabilidad de una inversión minera pero se incrementa el canon, por ejemplo: entonces la empresa enjuicia para que el Estado le restituya lo pagado. Con esto se destruiría por completo la legislación y los derechos fundamentales de los Estados democráticos que entrarán en riesgo más allá de los acuerdos de estabilidad fiscal de inversión inicial.
En cuestiones laborales, el TTP obliga a los estados miembros a modificar sus legislaciones laborales, para garantizar una mayor explotación de la fuerza de trabajo; esto no sólo tiene consecuencias para los países económicamente dependientes, también para la clase obrera norteamericana, que tendrá como presión el traslado de sus fuentes de empleo a otros países, y con ello la disminución de sus respectivos salarios y la pérdida de empleos. El beneficio para los otros once es la generación de empleo que ahora carece de derechos tras las reformas laborales que disolvieron los sindicatos, al menos en América Latina. Los sindicatos que sobreviven son los protegidos por partidos de gobierno.
El tratado también establece menores requisitos en las reglas de origen en la industria automotriz, un sector muy importante para naciones como México. Esto lo convierte en una atracción para Argentina cuyo socio automotriz es Brasil. De este modo Argentina pide ingresar a la Alianza del Pacifico (AdelP) como observador camino al TPP. Por eso está un país del Atlántico buscando entrar en la AdelP.
Los países Latinoamericanos que son parte del tratado pueden esperar poco dinamismo en sus exportaciones, Perú, México y Chile, ya son hoy en día socios de muchos de los miembros. Colombia, que tiene industria, banca y burguesía nacional no se suma al TPP. La burguesía compradora, como fue bautizada hace varias décadas por Amílcar Cabral en referencia a África, no lo hace. El problema para estos últimos es que no tienen mucha alternativa: venden materias primas o mano de obra barata. Son inversionistas financieros en el mejor de los casos.
Los países firmantes del TPP tienen grandes diferencias entre sí. Por ejemplo, mientras un australiano tiene un ingreso medio de 60 mil dólares anuales, un vietnamita gana 2 mil dólares. En cuanto a ingreso per cápita, del grupo de países firmantes, México sólo supera a Vietnam y Perú. La desigualdad entre los países que conforman el TPP nos hace pensar quienes serán los ganadores y quienes los perdedores. Lo que separa a los países desarrollados de los países en desarrollo es una brecha en el conocimiento, y el TPP hará que esa brecha sea más difícil de cerrar.
El TPP representa asimismo una maniobra geopolítica encabezada por Estados Unidos para influir en la Cuenca del Pacifico que ha sido dominada por China en los últimos años. Al mismo tiempo busca destruir aquellas integraciones regionales suramericanas que dejen fuera a Estados Unidos, tal es el caso del MERCOSUR en Suramérica. En ese sentido, Mauricio Macri, presidente de Argentina, ha dejado en claro en repetidas ocasiones que buscará ser parte del TPP.
Por otro lado, China ha puesto en marcha su propia versión del TTP, el llamado Acuerdo de Asociación Económica Integral Regional (RCEP, su sigla en inglés) que cubrirá un mercado de 3.400 millones de personas y estará compuesto por los diez países que integran la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), es decir Malasia, Indonesia, Brunei, Vietnam, Camboya, Laos, Myanmar, Singapur, Tailandia y Filipinas, además de seis países con los que la Asean mantiene tratados de libre comercio: Australia, China, India, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelandia. La ventaja del RCEP con respecto al TPP es que contara con reglas menos estrictas, lo cual podría hacerlo más atractivo para los países en desarrollo. El comercio intra RCEP se hará en yuanes.
A pesar de todo el misterio detrás del TPP, las intenciones están claras, se sabe quiénes serán los beneficiados y quienes los afectados, de nuevo son las grandes corporaciones las que se llevaran la mejor parte, dando como resultado una mayor concentración del capital que se suma a los argumentos ya conocidos de Anthony B. Atkinson, Thomas Piketty, and Emmanuel Saez.
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