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jueves, 23 de junio de 2016

¿Qué pasará tras el referéndum del 'Brexit'?

Matthey Lynn, El economista

El FTSE se ha desviado un 20%, la libra baja hasta la paridad con el dólar, la eurozona fracturada y el desembrollo de los tratados de libre comercio que han allanado el camino de la globalización. El Estado Islámico declara un califato en Wimbledon y obliga a las jugadoras a ponerse un burka durante el torneo... De acuerdo, esto último me lo he inventado, pero lo demás no es más que una selección de las predicciones horripilantes de los mercados financieros sobre lo que podría pasar si mañana por la mañana nos encontramos con que Gran Bretaña ha decidido salirse de la Unión Europea.

Quizá haya algo de verdad en ellas y quizá no. Para los inversores, lo importante es adivinar qué sucederá después del recuento. En realidad, puede haber un buen Brexit y un mal Brexit, si el Reino Unido negocia un reajuste en cierto modo amistoso de su relación con sus vecinos europeos o, por el contrario, se desata una fea guerra comercial que podría expandirse fácilmente más allá de sus fronteras inmediatas. También hay un buen Bremain y un mal Bremain, si el tema se zanja durante una generación o el Gobierno se hunde con acritud y un Partido Laborista que ha girado a la izquierda se hace con el poder. ¿Qué ocurrirá? Lo sabremos el viernes a mediodía.

A quien mire hacia atrás desde el final de año le costará recordar a qué viene tanto nerviosismo sobre el Brexit. Es verdad que al Reino Unido le importa, aunque seguramente mucho menos de lo que se imagina, pero no tiene sentido que haya dominado los mercados globales desde hace semanas. ¿Qué más le da a Microsoft o a Samsung que Gran Bretaña, un mercado significativo pero no especialmente crucial, forme parte del bloque comercial europeo o no? La respuesta, seguramente, es que no importa mucho. Los mercados han decidido dejarse llevar por el pánico respecto al resultado.

Dicho eso y vista tanta atención prestada, el resultado del viernes será decisivo. El último día de campaña, el dinero inteligente ha decidido que Gran Bretaña votará para quedarse y, escribiendo como escribo desde Londres, sin duda parece lo correcto. La campaña del Leave no ha conseguido centrarse en un único tema ni tranquilizar a la gente de que la economía saldrá ilesa, aunque cualquiera sabe. La participación será decisiva y las encuestas no tienen la suficiente experiencia como para dar fiabilidad a sus pronósticos. Todavía puede decantarse fácilmente a ambos lados.

El problema de los mercados es que no acabará aquí. En realidad, marcharse podría ser una catástrofe o un suceso intrascendente. Y lo mismo puede ocurrir si se quedan. He aquí una guía aproximada de cuatro desenlaces posibles y sus consecuencias.

Primero, una victoria rotunda del Brexit. ¿Qué pasaría después? En el mejor de los casos, David Cameron se daría una cura de humildad, seguiría como primer ministro y sería perdonado rápidamente por sus rivales políticos, al negociar una salida rápida y razonable de la UE. Angela Merkel y François Hollande firmarían un acuerdo magnánimo con el Reino Unido, reconociendo que sus economías no están preparadas para una guerra comercial con un gran socio y ofrecerían a los británicos el acceso abierto al mercado único. Tal vez pedirían algunas cosas a cambio: una contribución modesta al presupuesto de la UE, por ejemplo, y el cumplimiento de sus grandes normas, pero nada que Cameron no pudiese aceptar. A finales de año, la cuestión estaría zanjada y todo habría vuelto a la normalidad. Eso sería un buen Brexit.

Segundo, otra victoria rotunda del Brexit, aunque esta vez seguida del caos. Cameron se vería obligado a dimitir. El partido conservador se dividiría enconadamente, sin nadie a la cabeza. Tras meses de luchas internas, se convocarían elecciones y el partido laborista, encabezado por su líder más izquierdoso de la historia, subiría al poder. Al otro lado del Canal de la Mancha, Merkel y Hollande erigirían barreras contra las exportaciones británicas y se negarían a negociar cualquier tipo de acuerdo. La libra se hundiría y los inversores saldrían del país. Eso sería un mal Brexit.

Tercero, una victoria rotunda de Remain. Un David Cameron triunfante actuaría con magnanimidad, pero sabedor de que el voto ha reforzado mucho su posición. Uno o dos de los grandes defensores del Brexit (sobre todo Boris Johnson) acabarían en el exilio político pero al resto se le perdonaría enseguida. Los partidarios de Leave asumirían el resultado y la cuestión se zanjaría para siempre, o por lo menos durante un par de décadas. Mientras, los líderes de Europa admitirían que un país importante ha estado a punto de irse y reformarían la unión con más descentralización y, sobre todo, mejoras económicas. Eso sería un buen Remain.

Por último, una victoria ajustada de Remain, con revuelo en el partido conservador y la dimisión forzosa de Cameron como primer ministro antes de navidad. Uno de los líderes del Brexit le sustituiría y prometería repetir el referendo lo antes posible. Se libraría una guerra de desgaste contra Bruselas, con exigencias constantes de devolución de más poderes al Reino Unido. Con una mayoría minúscula, el partido conservador dividido se esforzaría por mantener el poder. Mientras tanto, en Bruselas los tecnócratas europeos no elegidos se tomarían el voto británico como una excusa para centralizar los poderes más aun, introducirían la tributación corporativa europea y se harían con el control de los presupuestos nacionales. Eso sería un mal Remain.

¿Cuál será el desenlace? Dada su capacidad política, subestimada por los expertos, un buen Bremain es lo más posible, aunque lo averiguaremos después del recuento de los votos y cuando veamos la reacción inmediata no solo en Londres sino también en Bruselas y en Berlín. En realidad, los inversores inteligentes no deben fijarse solo en el resultado sino observar el margen de la victoria y las repercusiones políticas inmediatas. Solo entonces sabrán si pueden volver a preocuparse con tranquilidad sobre los precios de las materias primas, los tipos de interés de Estados Unidos y todas esas cosas que suelen preocuparles, o si el Brexit continuará dominando los mercados durante los próximos meses.

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