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viernes, 3 de junio de 2016
Escalada estadounidense contra China
Manlio Dinucci, Voltaire
«La revolución científica que condujo a la desintegración del átomo exige también una revolución moral.» Con esta frase histórica –proveniente de los ordenadores de los speech-writer de la Casa Blanca– culminó Obama su viaje a Asia, donde proclamó, desde Hiroshima, la voluntad de «trazar una vía que conduzca a la destrucción de los arsenales nucleares».
Pero la Federación de Científicos Estadounidense desmiente esa voluntad, demostrando que la administración Obama redujo el número de ojivas nucleares estadounidenses menos que sus predecesoras.
Estados Unidos posee hoy en día 4 500 ojivas nucleares estratégicas –de las cuales 1 750 están listas para su lanzamiento–, más 180 ojivas «tácticas» desplegadas en Europa y también listas para su lanzamiento, más otras 2 500 retiradas pero no desmanteladas. Sumando los medios nucleares de Francia y Reino Unido, la OTAN dispone de 5 015 ojivas nucleares, con 2 330 de esos artefactos listos para ser utilizados. O sea, la OTAN tiene más ojivas nucleares que Rusia (4 490, con 1 790 listas para el lanzamiento) y que China (300 ojivas nucleares, ninguna de ellas lista para ser utilizadas).
La administración Obama –según documentaba el New York Times en su edición del 21 de septiembre de 2014– adoptó un plan de 1 000 millones de dólares que prevé la fabricación de otros 400 misiles balísticos intercontinentales, 12 submarinos y 100 bombarderos estratégicos de ataque nuclear. Con vista a la «modernización» de las ojivas nucleares, incluyendo las que están almacenadas en Italia, Estados Unidos está expandiendo, en suelo estadounidense, un complejo nacional que se compone de 8 grandes instalaciones y laboratorios, cuyo personal se eleva a más de 40 000 personas. Después haber reactivado la carrera armamentista en el sector nuclear, Obama acaba de proclamar en Hiroshima su deseo de eliminar no sólo las armas nucleares sino también la guerra misma. Recordando que «la gente común no quiere más guerras», Obama dijo que «lo que tenemos que cambiar es nuestra mentalidad misma sobre la guerra, para prevenir los conflictos gracias a la diplomacia».
En ese mismo momento, en Washington, el Pentágono acusaba a China de desplegar sistemas de defensa en el Mar de China Meridional para «controlar ese mar y limitar nuestra capacidad de desplazarnos en la región Asia-Pacífico», región donde Estados Unidos está aumentando su presencia militar, basándose en un plan que prevé también el despliegue, en las fronteras de China y de Rusia, de navíos y bases Aegis similares a las que Estados Unidos ya tiene en Europa, con rampas de lanzamiento capaces de utilizar tanto misiles interceptores como misiles de ataque nuclear.
Mientras que unidades navales lanzamisiles estadounidenses navegan por el Mar de China Meridional, la US Navy prepara en el Pacífico el ejercicio naval más grande del mundo: Rimpac 2016. Filipinas ya puso a disposición de Estados Unidos 5 bases militares y Australia se prepara para recibir bombarderos estratégicos estadounidenses de ataque nuclear. La posición de Washington cuenta con el respaldo total de los demás países del G7 (Canadá, Francia, Alemania, Japón, Reino Unido e Italia) que, reunido en Japón, exigió la «libertad de navegación y sobrevuelo» en el Mar de China Meridional y Oriental, confirmando al mismo tiempo las sanciones contra Rusia por la «agresión» de Ucrania, mientras que la Unión Europea confirma las sanciones contra Siria.
La estrategia contra Rusia que Estados Unidos y la OTAN aplican en Europa está sólidamente vinculada con la que Estados Unidos aplica contra China y Rusia en la región Asia-Pacífico, con la complicidad de Japón, que está asumiendo un papel militar cada vez más importante. En ese mismo marco estratégico se inserta la visita de Obama en Vietnam, país al que Estados Unidos le levanta el embargo para comenzar a entregarle armamento, en lo que constituye una nueva maniobra contra China.
A todo eso se unen los Peace Corps, cuya conexión con la CIA es harto conocida, que ahora irán a Vietnam a enseñar inglés, o más bien “estadounidense”, y la Universidad Fulbright, que abrirá una sede en Ciudad Ho Chi Minh para dar a los jóvenes vietnamitas una «instrucción de clase mundial».
Después de haber perdido la guerra frente la heroica resistencia de Vietnam, Estados Unidos vuelve hoy a la carga… con otras armas.
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