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martes, 22 de marzo de 2016

El destino de Lula, de Brasil y de América Latina

Emir Sader, Público

Los acelerados acontecimientos en Brasil trasforman el escenario del destino de Lula, del país y de América Latina cada día. En dos semanas, del 4 al 18 de marzo, Lula pasó de estar detenido a ser el orador de la más grande manifestación en São Paulo, aclamado por centenas de millares de personas.

No habían pasado muchas horas hasta que el más arbitrario y truculento juez del Supremo Tribunal Federal, Gilmar Mendes, valiéndose de las vacaciones del Tribunal, publicó un decreto prohibiendo a Lula asumir su cargo como ministro del Gobierno de Dilma Rousseff. Mientras tanto, para componer el escenario de ópera buffa en el peor Congreso que Brasil jamás ha tenido – el último eligido con financiamiento empresarial de campanas– se ha avanzado, bajo la conducción de unánimemente reconocido como el más corrupto de los políticos brasileños, Eduardo Cunha, en los intentos de impeachment de la presidenta de la República.

Todo parece un juego lleno de escaramuzas, por detrás del cual muchas veces no aparece lo que realmente está en juego. El empeño de la alianza entre la prensa monopolista, sectores del Poder Judicial y de la Policía Federal y los partidos de derecha demuestra cómo se juegan todo lo que pueden para intentar excluir a Lula de la vida política. Porque él sigue siendo el candidato favorito para volver a la presidencia de Brasil en 2018 pero, además, es quien puede rescatar el Gobierno de Dilma Rousseff, superando la ya prolongada y profunda crisis brasileña.

Es todo lo que la derecha intenta impedir. Que Lula asuma el cargo de ministro de Coordinación del Gobierno de Dilma Rousseff con amplio apoyo popular. Las extraordinarias manifestaciones del día 18 de marzo han demostrado cómo la izquierda ha recuperado su capacidad de movilización y cómo Lula sigue como el líder incuestionado de la izquierda. Los que desde dentro y desde fuera de Brasil se han precipitado a anunciar la muerte política de Lula han revelado que sus deseos están muy lejos de la realidad.

Pero el juego sigue abierto. Lo más importante es la decisión sobre si Lula asume su cargo en el Gobierno. En caso de que lo haga, que es lo más probable, se va a poder combinar su acción desde dentro del Gobierno —en la perspectiva de la remontada del crecimiento económico y de fortalecimiento de las políticas sociales— con las movilizaciones populares por todo el país (las próximas están programadas para el 31 de marzo).

El destino de Lula define el destino de Brasil. En caso de que no lo puedan excluir de la vida política, tendrá un rol esencial en el rescate del Gobierno de Dilma Rousseff. Y, en caso de que lo logre, será el candidato favorito en las elecciones del 2018 y el camino para la derecha en Brasil seguirá cerrado por un tiempo largo.

En caso de que la derecha logre excluir a Lula de la vida política, el futuro de Brasil, con sus correspondientes consecuencias para toda América Latina, serán totalmente opuestas. De ahí que los momentos actuales en Brasil sean decisivos.

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