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viernes, 4 de marzo de 2016

Capitalismo y colapso climático

John Saxe-Fernández, La Jornada

¿Quiénes son los responsables y grandes ganadores del retraso de 24 años en la regulación y freno de las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI), que según el consenso científico articulado por el Panel intergubernamental sobre cambio climático de la ONU, está en la base del colapso climático antropogénico (CCA) en curso? Estudios de Richard Heede (Climatic Change, enero, 2014); Robert Brulle (Climatic Change, enero 2013), Justin Farrell (Academia Nacional de Ciencias, mayo 2015) y Tim Gore (Oxfam, 2015) ayudan a dilucidar lo que para una abrumadora mayoría (97 por ciento) de la comunidad científica del mundo es, junto a una guerra nuclear, el riesgo mayor jamás afrontado por la humanidad y la biota global.

Heede rastrea las huellas de emisiones de dióxido de carbono (CO2) y metano (CH4) de los principales productores de combustibles fósiles y cemento en la vasta base de datos del Departamento de Energía de Estados Unidos. Su estudio registró emanaciones de las principales 50 firmas privadas; de 31 entes estatales y de nueve naciones productoras de petróleo, gas natural, carbón y cemento, de 1854 a 2010. Su emisión global acumulada de GEI fue de 914 mil millones de toneladas de CO2 equivalente (GTCO2e): 63 por ciento de la generación mundial de CO2 industrial y CH4 entre 1751 y 2010. Ese es el total de lo lanzado a la atmósfera por los 90 mayores entes fósiles.

Desde un diario inglés Suzanne Goldenberg sintetizó la sustancia del estudio así: La crisis climática del sigloXXI fue causada en gran medida por sólo 90 corporaciones, que han lanzado a la atmósfera dos tercios de los GEI generados desde el inicio de la era industrial. Las firmas van desde corporaciones como Chevron, Exxon y BP a entes de propiedad estatal.

En entrevista, Heede indicó que aunque existen miles de productores de gas, petróleo y carbón, los que toman las decisiones, los altos gerentes de las principales firmas emisoras de GEI, son pocos. Caben en uno o dos autobuses. Enfatizó un dato de gran relevancia: que la mitad de los GEI emitidos desde la revolución industrial ¡se generaron en los últimos 25 años! es decir, desde que las corporaciones y los gobiernos ya sabían de la relación entre las emisiones de GEI y el calentamiento global con alto riesgo para centenas y miles de millones de personas. Cabe volver a recordar que en la Cumbre de la ONU en Brasil, 1992, también lo advirtió Fidel Castro.

La relevancia sociopolítica del estudio de Heede no pasó inadvertida ni por quienes van a las cumbres climáticas, ni por los funcionarios que dialogan en lo oscurito con los cabilderos de la industria fósil. Importa especificar la responsabilidad histórica de grandes firmas de las sociedades de consumo: el problema no es gestado por la humanidad, ni por aumentos en la población, sino por la vasta explotación capitalista que se gestó desde la revolución industrial, con los combustible fósiles en papel de vital eje de acumulación. El dato duro que da Heede hace trizas la noción de que en el calentamiento global todos somos culpables, por tanto no hay responsables y evidencia que no vivimos en un antropoceno como se lee con frecuencia, sino en el capitaloceno, asunto planteado por Elmar Altvater en El Fin del capitalismo, tal y como lo conocemos, 2012.

Desde los años 70 las grandes petroleras encabezadas por Exxon fueron advertidas por sus científicos del riesgo de los GEI, según se documentó en 2015. Exxon usó ese conocimiento para sus negocios, desatendió las advertencias, apoyó al negacionismo con millones, lucró con la duda sobre la ciencia climática y gozó la cascada de ganancias que traía consigo el desborde de las emisiones de GEI registrados en los pasados 25 años gracias al bloqueo de la industria fósil a la regulación y freno vinculante de esos gases.

Estos son crímenes corporativos y/o estatales de lesa humanidad. Según el FMI (imf.org) en 2015 la industria fósil mundial gozó de subsidios por 5.3 billones (trillions) de dólares, mientras Exxon anunció antes de la COP21, cuando se habló de compromisos vinculantes que extraería petróleo sin límite y Rex Tillerson, su CEO, anunció en la CERAWeek (Houston, abril, 2015) el arribo de una transformación dramática de la escena energética gracias a tecnologías que dan acceso a la energía de las arenas bituminosas, a los fósiles en aguas profundas, al gas y petróleo de lutitas y del Ártico (sic). Toda una nueva era de abundancia energética hacia el caos climático con aumentos de temperatura de 4ºC a corto plazo (según estudio de Shell) hasta los 6ºC después.

Al año de lo dicho por Tillerson, Enrique Peña Nieto fue al Texas de los Bush. Premiado por la entrega del sector petroeléctrico de acá, festejó con CERA su hazaña anti-nacional para que Exxon, Shell, et al, sigan transformando al mundo como lo conocemos y ocupen los yacimientos y gasolineras del país, en medio de la mayor violencia y desastre de derechos humanos en la historia nacional.

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