Páginas

jueves, 4 de febrero de 2016

Los orígenes del nazismo antes, ahora y después

Vicenç Navarro, Público.es

Una de las razones expuestas con mayor frecuencia para explicar el gran compromiso que el gobierno alemán tiene con las políticas de austeridad y con la rectitud fiscal (exigiendo la eliminación del déficit público en las cuentas del Estado) es el gran temor que el Estado alemán ha tenido históricamente a la inflación, pues se asume que el hecho de que el Partido Nazi ganara las elecciones se debió precisamente al enorme crecimiento de esta, que provocó como respuesta un movimiento de protesta popular, con el crecimiento del nazismo, poniendo a Adolph Hitler en el poder. En esta explicación se asumen varios hechos. Uno, que la supuesta expansión del gasto público y el déficit público había sido la causa del enorme crecimiento de la inflación o hiperinflación. Y dos, que esta última había sido la causa del enfado popular responsable de la victoria electoral del nazismo en Alemania.

Tal explicación está ampliamente generalizada y se utiliza constantemente, no solo por el establishment político-mediático alemán, sino por un gran número de economistas neoliberales que intentan justificar el énfasis del gobierno alemán en la aplicación de tales políticas de austeridad en todos los países de la Eurozona utilizando dicho argumento.

Esta explicación, sin embargo, no se ajusta a la realidad histórica, pues ninguno de los supuestos enunciados al principio son ciertos. Ni el déficit público ni la presunta expansión del gasto público, incluyendo el gasto público social, fueron las causas de la hiperinflación, ni tal hiperinflación fue la razón de que el nazismo creciera, llegando a gobernar Alemania. La hiperinflación fue debida primordialmente a la masiva impresión de moneda por el Estado alemán para poder pagar las reparaciones a los aliados que habían ganado la I Guerra Mundial. Y esta hiperinflación (1921-1923) no fue lo que determinó el crecimiento del Partido Nazi, como ya se ha mencionado, sino que lo fueron las políticas de austeridad (1930-1932), cuando la hiperinflación ya había sido eliminada, y las políticas encaminadas a reducir los salarios (que deterioraron el mercado de trabajo) que llevó a cabo el gobierno de la República alemana, las cuales, tal como ha ocurrido ahora, generaron la protesta popular que llevó al nazismo al poder en el año 1933. Por tanto, no fue la hiperinflación –que ya no existía cuando Hitler fue elegido-, sino las políticas de austeridad (que hoy se definirían como “neoliberales”) las que causaron el surgimiento del nazismo. En realidad, es más que preocupante ver los paralelismos que existen entre la aplicación de tales políticas en los años veinte en la República de Weimar y sus consecuencias, incluyendo la pérdida de apoyo popular de las instituciones democráticas y el surgimiento del nazismo, y lo que está ocurriendo ahora, cuando hay un crecimiento de partidos de ideología fascista y nazi en Europa, consecuencia de la aplicación de políticas semejantes. La historia se reproduce casi un siglo más tarde.

¿Cuáles fueron las causas de la hiperinflación?

Veamos los datos. En primer lugar hay que reconocer que la hiperinflación es un problema grave para las clases populares, pues la capacidad adquisitiva de la población disminuye rápidamente al crecer los precios de lo que la gente compra más rápidamente que el nivel de los salarios. De ahí que tal hiperinflación puede generar movimientos de protesta. Pero, como se ha apuntado, esta no fue la causa del crecimiento del Partido Nazi, pues su crecimiento fue en años posteriores al periodo de hiperinflación. El estudio de la evolución económica de Alemania muestra que la hiperinflación en los años 1921-1923 no fue la razón principal del rechazo popular a las instituciones en la República de Weimar. Tal hiperinflación había sido causada por las excesivas demandas que las fuerzas victoriosas al final de la I Guerra Mundial habían impuesto sobre la Alemania perdedora en el conflicto, y que quedaban reflejadas en el Tratado de Versalles. En realidad, la hiperinflación terminó cuando las fuerzas aliadas (bajo la presión del gobierno de la administración federal de EEUU) dejaron de apoyar las medidas sancionadoras y punitivas promovidas por el gobierno francés en contra de Alemania. El economista J.M. Keynes fue la voz más clarividente cuando, en su libro The Economic Consequences of the Peace, alertó de las consecuencias negativas de tales medidas, que él atribuyó no solo al deseo de revancha de Francia y el Reino Unido, sino a su voluntad de apoderarse de la base industrial alemana, así como al deseo de conseguir recursos que estos dos países habían perdido durante la I Guerra Mundial.

El Estado alemán, pues, tomó las medidas para poder pagar lo que se le imponía, que incluyeron primordialmente la impresión y distribución de la moneda alemana, el marco, por parte del Estado alemán. Estas fueron las causas más importantes del crecimiento de la inflación. Pero ésta terminó cuando los aliados acordaron el retraso de los pagos de la deuda pública poseída por los aliados, el Plan Dawes (que iba acompañado de un rescate financiero). EEUU y el Reino Unido, cuyo gobierno cambió (con la retirada de David Lloyd George en el año 1922), prevalecieron sobre el gobierno francés, pues se dieron cuenta de que aquellas sanciones llevarían a Alemania al colapso. Contribuyó también en gran medida al control de la inflación –a partir de 1924- la creación de una nueva moneda, que corrigió la subvaloración del marco (ver los siguientes documentos: “Banking and Monetary Statistics 1914-1941”, del Board of Governors of the Federal Reserve System of the US, 1943, y “The Nightmare German Inflation. Special Report”, USAGOLD, 1970). En realidad, el Partido Nazi consiguió solo 32 escaños en el Parlamento alemán, el Reichstag, en el año 1924, bajando incluso más, alcanzando solo 12 escaños, en el año 1928. Lo que generó el crecimiento del nazismo fueron las medidas tomadas en los años 30, que pusieron a Hitler en el poder el año 1933.

Las causas reales del crecimiento del nazismo en Alemania

Las derechas alemanas, sin embargo, atribuyeron la hiperinflación a las políticas del gobierno socialdemócrata de la República de Weimar, que había expandido el gasto público social (por ejemplo, en el seguro público de desempleo) para paliar la enorme crisis económica del sistema, forzando a que el Presidente de la República, Paul von Hindenburg, sustituyera al partido socialdemócrata gobernante por el partido católico de derechas, que comenzó a aplicar las políticas de austeridad parecidas a las que la derecha conservadora y liberal ha estado aplicando en España. Fueron estas políticas de austeridad, realizadas en los años 1930-1932 (con recortes del seguro de desempleo, entre otros) las que movilizaron a la clase trabajadora, oponiéndose a ellas y generando un rechazo hacia todo el sistema. Contribuyó a este enfado que el partido socialdemócrata nunca se opusiera a tales políticas, adaptándose, en cambio, a ellas. Casi una copia calcada de lo que está pasando ahora. No fue, pues, la hiperinflación, sino las políticas de austeridad, las que causaron el nazismo. Y esta es la lección histórica que se está ignorando, facilitando la reproducción de los hechos. Hoy el nazismo está creciendo en Europa de nuevo e irá creciendo, sin lugar a dudas, debido a la aplicación de las políticas neoliberales.

El Nazismo hoy

Una de las características de este nazismo actual es su profundo nacionalismo, como reacción a una globalización a la cual se atribuyen los daños causados a la clase trabajadora, y que incluye desde el traslado de puestos de trabajo en busca de salarios más bajos a la inmigración procedente de otros países y entornos. Aparece así un profundo sentimiento de hostilidad hacia los inmigrantes, percibidos como causantes de la bajada de salarios y acaparadores de los servicios sociales destinados a las poblaciones vulnerables. Esta situación es explosiva, como podemos ver diariamente en los medios de información.

Esta ideología nazi de protesta surge como resultado de dos hechos. Uno es el rechazo a las políticas impuestas que están dañando el bienestar de las clases populares, aumentando su precariedad y malestar, lo cual explica su rechazo a aquellas instituciones políticas, incluyendo los partidos políticos que habían apoyado anteriormente, lo que constituye el otro hecho. Tales sectores de la clase trabajadora no se sienten representados por los partidos tradicionales arraigados en la clase obrera, al ser percibidos como integrados dentro establishment. Es, pues, el enorme deterioro del bienestar de las clases populares y la falta de respuesta de los partidos de izquierda a sus inquietudes, lo que originó el crecimiento de tales movimientos ayer, y lo que generará su expansión mañana. En realidad, las soluciones son fáciles de ver. Requieren un cambio muy notable de aquellos partidos o la aparición de nuevos que sean antiestablishment, desde una visión progresista, que ofrezcan soluciones (que se definirán como utópicas e irrealizables por tales establishments) que respondan a las inquietudes y deseos de las clases populares. Es fácil de ver que los partidos de siempre tienen ya escasa credibilidad. Así de claro.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario