El Banco Central Europeo en su lucha desesperada contra la deflación de precios volvió a abrir el grifo del dinero. Sin embargo las medidas fueron decepcionantes para una banca que sigue sobreapalancada y con alto nivel de deudas incobrables. El plan de inyecciones del dinero por parte del BCE que terminaría en septiembre de 2016 fue prolongado hasta marzo de 2017 confirmando la debilidad económica y el declive general de los precios impulsado por el petróleo y las materias primas.
La prolongación de la QE confirma que las políticas monetarias han llegado a un punto muerto y así lo demostró el masivo desplome bursátil de ayer. El Ibex35 cayó -2,41%, el Dax alemán en -3,58%, el Cac francés en -3,58, y el FTSE en -2,27. Fue un aunténtico jueves negro. El anuncio de Draghi no fue suficiente dado que los inversionistas esperaban un nuevo regalo navideño, pese a que ahora se comprará deuda regional y de ayuntamientos.
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