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lunes, 29 de junio de 2015

Alemania, Francia e Italia rechazan la instalación de armas nucleares de EEUU contra Rusia


Alfredo Jalife-Rahme. La Jornada

¿Anhela Estados Unidos combatir nuclearmente a Rusia hasta el último ciudadano europeo? Aún el excelso Boletín de los Científicos Atómicos no actualiza su reloj apocalíptico, que en enero había sido colocado a tres minutos de medianoche (http://goo.gl/QKiQ5x).

Estados Unidos –único país que ha lanzado dos bombas nucleares sobre las mártires ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, lo cual parece haber olvidado su pugnaz premier Shinzo Abe– se apresta a librar pequeñas guerras nucleares mediante operaciones nucleares controladas, lo cual propone su think tank Centro Estratégico de Estudios Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés) en su reciente documento perturbador Proyecto Átomo: definiendo la estrategia nuclear de EEUU y la postura para 2025-2050, que considera la utilización del arsenal nuclear –basado en la nueva generación de ojivas tácticas y sus sistemas de lanzamiento– en una guerra contra Rusia o China.

El muy influyente portal alemán Der Spiegel denuncia que Washington una vez más habla de estacionar sus ojivas nucleares en Europa y Rusia, también, levanta la retórica, mientras los “europeos están preocupados de encontrarse atrapados en medio de una nueva guerra fría” (http://goo.gl/ky9cc8). Der Spiegel escudriña con microscopio la presente sensible situación, que puede convertir a Europa en el teatro de una tercera guerra, que inevitablemente sería nuclear, entre las dos máximas superpotencias atómicas del planeta: Estados Unidos y Rusia.

El portal alemán devela que durante una reciente reunión de ministros de Defensa de la OTAN, los alemanes y los franceses se pronunciaron contra medidas de represalia mediante la instalación de misiles nucleares de Estados Unidos en suelo europeo, cuando los alegatos de Washington sobre la pretendida ruptura por Rusia del Tratado de Fuerzas Intermedias Nucleares (INF, por sus siglas en inglés) –cuyo acuerdo entre Reagan y Gorbachov significó el fin de la guerra fría– son muy dudosos.

Lo real es que una aplastante mayoría de alemanes no desea nuevas armas nucleares de Estados Unidos en Europa. Al contrario, preferirían (sic) que sean retiradas las últimas bombas atómicas de Estados Unidos almacenadas cerca de Buchel, en Alemania occidental. Mientras la intimidad de los mandatarios de Francia y Alemania ha sido motivo del obsceno espionaje de la ominosa Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, el ministro alemán de relaciones exteriores, Frank-Walter Steinmeier, ha descrito la exhumación de “los viejos reflejos de la guerra fría”, al unísono de la espiral acelerada de palabras en escalada y luego de actos cuando Alemania –donde ha llegado mayor equipo militar almacenado– se puede convertir en una zona de despliegue: Estados Unidos planea estacionar tanques, armas y equipo pesado para 5 mil soldados estacionados en Alemania y en los países de la OTAN oriental.

La nuclearización europea hasta los límites de Rusia por Obama, incongruente premio Nobel de la Paz, vislumbra “apaciguar los temores de los estados bálticos –Lituania, Letonia y Estonia– y los países de Europa oriental –Polonia, Bulgaria y Rumania–”, quienes desde la crisis de Ucrania temen una nueva agresión rusa.

Der Spiegel aduce que Moscú contempla los planes de EEUU como una mayor prueba de que Washington intenta expandir su esfera de influencia militar en Europa cuando Berlín no desea abandonar el tratado fundacional entre la OTAN y Rusia (nota: el INF), por lo que el gobierno alemán “excluye fundamentalmente el estacionamiento ‘sustancial’ o ‘permanente’ de tropas de la OTAN en el anterior bloque oriental”. Ya veremos… Der Spiegel juzga que todos los relevantes acuerdos –los desarmes convencional y/o nuclear– están perdiendo su valor, cuando Moscú y Occidente no se tienen ya confianza, según explayó Gorbachov: Si una de las partes pierde sus nervios en esta atmósfera inflamatoria, entonces no sobreviviremos los años que vienen.

A Der Spiegel le faltó la autocrítica de Europa, llevada al borde del precipicio nuclear por la amazona israelí-estadunidense Vicky Nuland, esposa del zelote straussiano Robert Kagan, uno de los arquitectos de los fracasos bélicos de Afganistán/Irak/Siria/Libia/Yemen etcétera.

Mas allá de los rebasados estadistas europeos que cayeron en la trampa del belicismo bursátil del complejo militar-industrial de Estados Unidos –a menos de un sorpresivo acto independiente de la canciller alemana Angela Merkel y del presidente francés François Hollande–, a mi juicio las tres únicas personas susceptibles de encaminar una anhelada distensión nuclear en el planeta entre Estados Unidos y Rusia son: el papa jesuita argentino Francisco, el mandarín Xi y el primer ministro de India, Narendra Modi.

No es fácil superar los atavismos y las heridas de la aciaga etapa soviética por los países bálticos/Polonia/Bulgaria/Rumania/Moldavia, pero el papa Francisco puede otorgar todas las garantías inalienables de inmunidad bélica a todos ellos, en particular a Polonia, país de profunda tradición católica.

Juzgo que el zar Vlady Putin estaría dispuesto a realizar una negociación creativa con Polonia sin el flagrante intervencionismo de los superhalcones de Estados Unidos (http://goo.gl/tmuwnB).

Muchos de los países escindidos de la parte occidental de la ex URSS sobredimensionan –cuando no por las malignas instrucciones de Estados Unidos, por fines electoreros y/o de comisiones por la pantagruélica venta de armas– la fantasiosa amenaza de Rusia que se defiende desde el golpe de Estado en Kiev –promovido en gran medida por el megaespeculador George Soros, según grabaciones comprometedoras (http://goo.gl/kViDDK )– y su concomitante despliegue irredentista de la OTAN en la periferia inmediata de Moscú cuando ni Vlady Putin ni el complejo militar industrial ruso están dispuestos a repetir los suicidas errores trágicos de los ingenuos Gorbachov y Yeltsin.

A mi juicio, el Intermarium –que va del Mar Negro al Mar Báltico– debe ser declarado una zona libre de armas nucleares (http://goo.gl/WpiVl8), al unísono de la neutralidad obligada de Ucrania (entre el Grupo de Shanghai y la OTAN), extensiva a los países bálticos/Polonia/Rumania/Bulgaria/Moldavia–, a menos que deseen ser la carne de cañón de una confrontación nuclear entre las dos superpotencias Estados Unidos y Rusia.

Se detecta un enorme nerviosismo de Zbigniew Brzezinski, ex asesor de Seguridad Nacional de Carter e íntimo de Obama y, más que nada, uno de los diseñadores de la crisis de Ucrania –cuya instrumentación recayó en las dos amazonas israelí-estadunidenses Vicky Nuland y Anne Applebaum (anterior editora de The Economist)– cuando pregunta en su ya histórico tuit: “¿Los alemanes/franceses/italianos, quienes no desean –¡supersic!– defender a sus aliados de los países Bálticos de la OTAN, sienten –¡supersic!– que EU no debe defender a Alemania/Francia/Italia si son atacados?” (http://goo.gl/6hXTbf).

Entre Brzezinski y George Soros –presunto títere de los banqueros esclavistas Rothschild–, ¡que Dios agarre confesados a los cándidos europeos!
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Ver Der Spiegel

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