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domingo, 30 de noviembre de 2014

México duele

Emir Sader, Público

México fue el primer país en firmar un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (y en consecuencia, también con Canadá). Lo hizo en 1994, el mismo año en que explotaban la primera crisis neoliberal en el continente y la rebelión de Chiapas.

Eran señales de las consecuencias del camino que México escogía. Pero nada impidió que el país siguiera adelante —con fraudes electorales de por medio— en esa alianza subordinada con EEUU que, a la vez, distanciaba aún más a México de los otros países de América Latina.

El balance de los 20 años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte no podría ser más negativo para México, favoreciendo ampliamente, a su vez, a los EEUU. El haber dedicado más del 90% de su comercio exterior a EEUU ha hecho que el estancamiento de la economía norteamericana frenara cualquier posibilidad de que México creciera. Y, principalmente, la adopción del modelo neoliberal ha hecho de México un país peor que antes, más desigual y con más pobreza y miseria.

No son sólo los efectos socialmente devastadores del modelo neoliberal, agudizados por la crisis recesiva internacional iniciada en 2008. México también es la puerta de entrada del narcotráfico al mayor mercado consumidor en el mundo, EEUU. Además de los graves daños que ese fenómeno produce en los países de Centroamérica —en particular Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala—, la articulación entre narcotráfico, corrupción y violencia en México produce un resultado de descomposición social y política del país.

A la fracasada “guerra contra el narcotráfico” del expresidente Felipe Calderón, le sigue la impotencia del Gobierno de Peña Nieto para enfrentar con un mínimo de eficacia la comunicación de esos fenómenos explosivos. Cuando se buscaban los cuerpos de los 43 estudiantes desaparecidos en el Estado de Guerrero, se han encontrado varias fosas de otros cadáveres, demostrando cómo ese macabro fenómeno se ha multiplicado a lo largo de los últimos años.

Mientras tanto, la izquierda mexicana se ha dividido todavía más que antes, con la salida del grupo de López Obrador del PRD (Partido de la Revolución Democrática) para fundar un nuevo grupo, con el nombre Morena (Movimiento de Regeneración Nacional). Movimiento que se suma al PRD y a los zapatistas como tres ejes diferenciados y con menos oportunidades todavía de volver a salir victoriosos en las elecciones presidenciales del país.

A todos los que amamos México nos duele profundamente ver la situación del país y su pueblo. En lugar de acercarse a los países latinoamericanos que combaten el neoliberalismo, que logran disminuir la desigualdad, aun en medio de la crisis recesiva mundial y del aumento de la desigualdad en el mundo, México sigue estrechando sus vínculos con EEUU, dando la espalda al continente con el que tiene tantos lazos esenciales.

México desangra por todos los poros, sin esperanza, con padres desesperados, sin aceptar la versión oficial sobre sus hijos, con profesores que no retoman sus clases sin sus 43 alumnos, con estudiantes que no se resignan a la desaparición de sus colegas. Un episodio que revela, todavía más que todos los anteriores, la relación promiscua entre las élites políticas de México, los narcotraficantes y los grupos armados que los protegen. Ojalá esta vez el pueblo mexicano tenga fuerzas para acabar con la situación que el neoliberalismo, la alianza con EEUU y el narcotráfico han llevado al país de Zapata, de Pancho Villa y de Lázaro Cárdenas.

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