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jueves, 7 de agosto de 2014

Gaza: los designios de Israel

Alejandro Nadal, La Jornada

El objetivo de la ofensiva israelí en Gaza se presenta, según Tel Aviv, en términos militares. Se trata, de acuerdo con los comunicados oficiales, de una embestida para cancelar la capacidad de las milicias Al-Qassam de Hamas de lanzar cohetes en contra de asentamientos en territorio israelí. Pero la desmesura de los ataques de las fuerzas de Israel hacen pensar en otro tipo de designios y de empresa. En realidad el objetivo es anular la esperanza y enfatizar el mensaje de que el pueblo palestino no tiene alternativa, carece de salida y debe abandonar cualquier expectativa sobre el surgimiento de un Estado autónomo.

Desde el punto de vista estrictamente militar, la ofensiva israelí en Gaza ha fracasado. Su objetivo no se cumplió. Las milicias de Hamas no han sido destruidas y conservan la capacidad de lanzar cohetes hacia asentamientos en Israel.

En el plano politico la ofensiva de Israel también fracasó. En los escombros de las escuelas de Gaza se hallan también los restos de la argumentación israelí sobre su derecho a defenderse. Es cierto que el orden jurídico internacional consagra el derecho de un Estado a protegerse frente a una agresión. Pero ese derecho se encuentra sujeto a varias disciplinas: la respuesta debe guardar proporcionalidad con la agresión y no debe acompañarse de crímenes de guerra o contra la humanidad. Israel ha violado ambas restricciones.

Es una historia conocida que se remonta hasta los orígenes. Al cumplirse 30 años de la fundación del Estado de Israel (1948) se abrieron los archivos de las fuerzas armadas, del Ministerio de Asuntos Extranjeros y de organizaciones como Haganah, con lo que fue posible hacer una nueva lectura de los hechos. Lo que descubrieron los historiadores es que la visión estándar sionista sobre el nacimiento del Estado israelí y la guerra de cinco décadas en contra de sus vecinos árabes no tenía nada de desinteresada y estaba marcada por graves sesgos y simplificaciones.

Los nuevos historiadores llevaron a cabo un análisis diferente sobre las raíces históricas de cinco decenios de guerras, masacres y relocalización forzada de pueblos enteros. Los trabajos de Avi Shlaim, Benny Morris, Ilán Pappe y Simha Flapan marcan un hito en este debate.

Según Shlaim, los hallazgos del nuevo análisis pueden sintetizarse alrededor de cinco vertientes de análisis: la postura británica al finalizar el mandato inglés en Palestina, la guerra de 1948, las causas del éxodo del pueblo palestino, los objetivos de los árabes y las razones del impasse político que vivimos hasta nuestros días.

Según la versión oficial sionista el gobierno británico trató de impedir la creación del Estado de Israel. Sin embargo, los nuevos historiadores han mostrado que Londres más bien fue un obstáculo a la creación de un Estado palestino. Su análisis también pudo mostrar que contrario a lo que señala la versión oficial, los estados árabes estuvieron divididos y no tenían un plan coordinado para destruir a Israel.

Durante la guerra de 1948 alrededor de 711 mil palestinos tuvieron que huir de los territorios que serían parte de Israel. Según la versión sionista, el nuevo Estado les pidió que se quedaran y se convirtieran en ciudadanos de pleno derecho. Según los nuevos historiadores, inicialmente un número de palestinos abandonó voluntariamente sus casas y tierras, pero un número mayor de palestinos fue expulsado de sus aldeas en una operación de limpieza étnica. Este es el origen de la nakba o catástrofe palestina.

La versión sionista también sostiene que Israel ha estado siempre en desventaja, pero el análisis histórico revela que aún en 1948 ese no fue el caso. Habría que añadir hoy que Israel es el único poseedor de armas nucleares en Medio Oriente. Y, finalmente, el callejón sin salida en el que se encuentra la región no es producto de la intransigencia árabe, ya que en muchos casos los líderes de Israel han rechazado ofrecimientos de paz genuina de los países árabes. La ocupación ilegal de la margen occidental del río Jordán, la destrucción de casas de palestinos, las masacres de Sabra y Shatyla, así como el bloqueo ilegal de Gaza son algunos ejemplos claros (no los únicos) de la cerrazón israelí.

El potencial militar de Hamas es limitado y en ningún momento constituye una amenaza seria a la seguridad del Estado de Israel. Pero su presencia entraña un mensaje esencialmente político. Por el sólo hecho de existir, Hamas y sus milicias envían una señal de resistencia cotidiana a sus interlocutores en Israel y de promesa a sus seguidores en los territorios palestinos, no sólo en Gaza. Los cohetes de Hamas son condenables, pero también lo es el bloqueo inhumano que aplica Israel desde hace siete años en Gaza. La respuesta desmesurada de Israel, con sus ataques de artillería y bombas a escuelas y hospitales (refugios conocidos y bien identificados) revela que Tel Aviv está obsesionada por otras consideraciones. Su objetivo central es mantener al pueblo palestino sin esperanzas sobre su futuro. Al tratar de hundir al pueblo palestino en un cruel sistema de guetos, Israel se destruye a sí misma.

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