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lunes, 21 de julio de 2014

Una recesión en Alemania pondría al euro en serio peligro

Matthew Lynn, El Economista

Su selección de fútbol pasa por alto las opiniones en contra y acaba ganando la Copa del Mundo. Su canciller, Angela Merkel, reina sobre el continente europeo. Su poderosa máquina exportadora mantiene las fábricas en marcha, acumula grandes excedentes comerciales y sienta las bases de lo que muchos consideran la economía de mayor éxito en el mundo.

Hoy en día, no hay muchas cosas malas en Alemania y sí muchas buenas. Aun así, si miramos debajo del capó, vemos señales preocupantes. La producción industrial disminuye. Las exportaciones bajan. Los salarios se estancan. El tipo de inflación es tan bajo que podría caer próximamente en una deflación pura y dura. Para el tercer trimestre del año, Alemania podría entrar en recesión.

Y eso cambiará la dinámica de la eurozona, no precisamente para mejor. Hasta ahora, la moneda única, pese a haber sido catastrófica para las naciones periféricas del sur de Europa, le ha ido bien a Alemania, que es con diferencia la potencia más fuerte de la Unión Europea. No sorprende que haya hecho todo lo posible por mantener la moneda pero en cuanto se vea golpeada por ella, como tantos otros, eso cambiará irremediablemente.

Con una Alemania debilitada, el euro será mucho más frágil de lo que lo ha estado este último año. Los signos de una recesión en la economía alemana están a la vista. La semana pasada supimos que la producción industrial (mucho más importante para Alemania que para casi todas las demás grandes economías avanzadas) encogió un 1,8% en mayo respecto a abril. La construcción, que suele ser un buen indicador de adónde va la economía, bajó un 4,9%.

Tanto las importaciones como las exportaciones se redujeron en mayo, lo que no apunta precisamente a una economía en auge. En base mensual ajustada, las exportaciones habían menguado un 1,1% mensual, a medida que otros países dejaban de comprar tantos coches y químicos alemanes, mientras que las importaciones se hundieron un 3,4%, ya que las fábricas se fijaron en sus libros de pedidos y decidieron que no necesitaban tanta materia prima, mientras los consumidores, apurados, compraban menos. El país siguió recogiendo un gran excedente comercial pero no es buena noticia porque refleja que las importaciones encogen más deprisa que las exportaciones.

Los demás indicadores no son mucho mejores. La inflación se desploma, como en el resto de la eurozona. En junio, se situaba a un tipo anualizado del sólo el 1% y en mayo apenas llegaba al 0,6%. Por norma general, las empresas no moderan las subidas de precios cuando la demanda es demasiado fuerte sino cuando es demasiado floja. Eso se ha reflejado en las cifras de ventas al por menor en mayo, que habían bajado un 0,6%, después de una caída del 1,5% en abril.

La mayoría de los economistas siguen prediciendo un tipo decente de crecimiento de alrededor del 2% este año en Alemania, aunque no todos. High-Frequency Economics augura que la economía alemana se contraerá por segundo trimestre en lo que va de año. Si continúa durante dos trimestres seguidos, se podrá hablar de recesión. Los mercados de bonos, que normalmente son mucho más rápidos a la hora de detectar problemas que los demás, ya se han dado cuenta de que algo pasa.

El rendimiento de un bund de diez años, como se llaman los bonos del estado alemán, lleva cayendo sin parar durante todo el año y ya ha bajado al 1,2%, muy cercano a su mínimo de todos los tiempos. Los rendimientos de los bonos no caen cuando una economía se expande con fuerza sino cuando el dinero inteligente cree que la recesión y la deflación están a la vuelta de la esquina.

No cuesta averiguar qué está pasando. Se habla mucho de la formidable máquina industrial alemana y, aunque cuenta con muchas grandes empresas, básicamente es el taller del resto de Europa. De sus exportaciones, el 69% van a parar al continente. Su mayor socio comercial es Francia, que por sí sola representa el 9,2% de las exportaciones alemanas. Asia ha crecido pero todavía representa sólo el 16% de lo que el país están vendiendo en el extranjero.

Y Europa, por supuesto, es un mercado pésimo ahora mismo y no tiene visos de mejorar en un futuro próximo. Pongamos a Francia, por ejemplo. Dado que el 40% del PIB alemán lo componen las exportaciones y una décima parte cruza la frontera hacia Francia, su vecina representa ella sola el 4% del PIB alemán. La economía francesa está estancada, con las ventas y la confianza desmoronándose cada mes. Lo mismo pasa con muchos otros mercados de Alemania, como Finlandia u Holanda. De entre sus vecinos, sólo el Reino Unido crece a un ritmo respetable, aunque por mucho que a los británicos les gusten los coches alemanes, no van a poder rescatar la economía por sí solos.

En efecto, la crisis de la eurozona ha alcanzado a su mayor economía. Y eso va a cambiar la dinámica de la moneda única que, hasta el momento, ha funcionado bastante bien para Alemania. Después de reformar su economía en los noventa, estaba en una posición ideal para recoger los frutos de la moneda única y prosperó gracias a un amplio mercado exportador, con un tipo de cambio fijo. Antiguamente, la vecina Francia e Italia se devaluaban periódicamente contra el marco alemán para seguir siendo competitivas.

Con esa opción fuera de la mesa, la industria alemana se propulsó hacia delante. El empleo era sólido, como los beneficios de las empresas. Es cierto que los alemanes se quejaban de los rescates a los europeos del sur pero, en general, sabían que el euro les iba bien y lo soportarían mientras siguiese siendo así. Dentro de la UE, lo que Alemania importa más que cualquier otro país. Es la nación más grande y rica. Mientras siga beneficiando, el euro podía sobrevivir. No ocurre lo mismo en una recesión.

Si la crisis del euro golpeara a Alemania con la misma dureza que a la Europa periférica, puede pasar cualquier cosa. La moneda única volverá a parecer muy frágil y su supervivencia a largo plazo empezará a ponerse en duda. El euro puede sobrevivir a una crisis griega o portuguesa pero con una alemana, las cosas cambian.
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Ver: Alemania gana el Mundial, pero impulsa a la baja la producción industrial europea

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