Páginas

miércoles, 2 de julio de 2014

La recesión persistente

Alejandro Nadal, La Jornada

La gran recesión en Estados Unidos terminó oficialmente en el verano de 2009. En julio los datos indicaron un crecimiento positivo que interrumpió la mala racha de descenso iniciada con la crisis financiera de 2008. El gobierno, la Reserva federal y la prensa de negocios anunciaron que así comenzaba la recuperación. La bolsa de valores comenzó un período de auge que también fue presentado como signo claro de que lo peor había pasado.

El crecimiento de la economía estadounidense ha sido mediocre a partir de 2009, sin embargo los datos siempre se han ido presentando como los que corresponden a una recuperación. Pero este año descarriló el trencito de las buenas noticias.

Los datos sobre crecimiento para el primer trimestre de 2014 indican que el PIB cayó 2.9 por ciento con respecto al primer trimestre del año anterior, lo que marca la peor contracción en un trimestre en los pasados cinco años. ¿Qué ocurrió?

La mayor parte de los analistas y observadores esperaba una reducción, pero no de esta magnitud. Ésta ha sido la peor caída en el PIB fuera de periodos de recesión desde la segunda guerra mundial. En términos de valor, esta contracción en un solo trimestre es equivalente a las pérdidas de la recesión de 2001, así que las preguntas sobre las causas subyacentes son importantes.

Para los analistas oficiales, la caída del PIB es producto de dos factores centrales. El primero es el invierno de 2013-14, uno de los más severos en los últimos cien años. Y seguramente las bajas temperaturas jugaron un papel, aunque no se puede determinar qué proporción de la caída del PIB es directamente atribuible al pesado invierno. El gasto total de los consumidores (que explica dos terceras partes del crecimiento del PIB en Estados Unidos) aumentó sólo en un punto porcentual, cuando se esperaba que lo haría en por lo menos 3 por ciento, pero no todo eso se puede atribuir al frío. En una economía robusta, ni el invierno más fuerte provoca una caída de esta magnitud.

Muchos opositores del gobierno han señalado que la causa principal de la contracción del PIB es la reforma al sistema de salud introducida por Obama. Alrededor de este punto existe una verdadera campaña de desinformación que vaticinó a lo largo de 2013 el desplome en el número de empleos de tiempo completo. La razón sería que las empresas buscarían recortar el número de horas trabajadas a menos de 30 horas semanales con el fin de evitarse el costo de tener que otorgar prestaciones en materia de salud a sus empleados. La realidad es diferente: la oficina de estadísticas laborales de Estados Unidos ha revelado que a partir de abril de 2013 aumentó el empleo de tiempo completo y se eliminaron 230 mil empleos de tiempo parcial. Esto indica que las reformas al sector salud no pueden estar detrás del colapso del PIB.

El otro factor que juega un papel clave en el mal desempeño de la economía estadounidense es el de las exportaciones. Éstas se contrajeron en más de 9 por ciento, cuando el pronóstico era que sólo cayeran 6 por ciento. Esta es la consecuencia directa de la persistente crisis en Europa y de la pérdida de dinamismo en economías como Brasil, China e India. Es decir, la economía mundial todavía está resentida por la crisis global.

Hace cinco años terminó oficialmente la recesión en el país que detonó la crisis financiera y económica global. Desde entonces, la economía estadounidense ha crecido a un ritmo muy por debajo del que ha experimentado en otras recuperaciones. Claramente esta recesión y su recuperación no ha sido como otras.

La realidad es que existen distorsiones estructurales en la economía estadounidense que explican este comportamiento mediocre. Dos de esas distorsiones se encuentran íntimamente relacionadas. La primera es el tamaño desmedido del sector financiero. La otra es la que puso los cimientos para la gran crisis de 2008: se trata del nivel salarial que se mantiene deprimido y que explica no sólo la desigualdad, sino el sobre-endeudamiento.

En la actualidad en Estados Unidos el nivel de remuneraciones para el trabajo (no directivo) está en los niveles de 1970. Eso hace casi imposible que el ritmo de la economía pueda descansar algún día en una demanda sana basada en empleos de buena calidad.

¿Por qué están deprimidos los salarios? Porque los poderes establecidos han triunfado de manera espectacular en su ofensiva contra los trabajadores, sus sindicatos y todo lo que huela a cultura obrera y campesina. Por eso hoy seguimos observando aumentos en productividad y salarios que no crecen. Eso significa que alguien más se está llevando los beneficios.

Se dice que se necesitan dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo para poder hablar de recesión. Es posible que el próximo trimestre muestre un crecimiento positivo y las autoridades puedan evitar el empleo de esa palabra. Pero recesión o no, todo anuncia que el tono mediocre del desempeño económico en Estados Unidos va a permanecer largos años. No será una sorpresa, es lo que se puede esperar del capital en su fase neoliberal.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario