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jueves, 22 de mayo de 2014

India: neoliberalismo y sistema de castas


Alejandro Nadal, La Jornada

El capital se presenta como fuerza de progreso en el terreno material y político. Y hasta en el ámbito religioso, el capital se ostenta como factor cercano a una visión secular de la sociedad. Pero cuando lo encuentra conveniente se apoya en las fuerzas más reaccionarias y retrógradas, incluso en el fanatismo religioso. En su momento todo puede serle útil, desde el fascismo hasta el sistema de castas. Pero cuidado, a algunos aliados no les gusta que los traten de domesticar.

Narendra Modi es el nuevo primer ministro en la India. Su partido, el derechista Bharatiya Janata (BJ), triunfó espectacularmente en estas elecciones y logró la mayoría absoluta en el parlamento. Esta victoria se debe a un hecho fundamental: en los últimos 20 años, el BJ y Modi han promovido el fundamentalismo nacionalista hindú. Su visión del Estado se basa en una reinterpretación de la historia y la idea de una hegemonía cultural hindú. La palabra clave es Hindutva, que se traduce como las características esenciales de lo hindú.

El BJ ha tenido varias experiencias en el poder: a nivel nacional estuvo al mando entre 1998-2004, convirtiéndose en el primer partido que derrotó al partido del Congreso, marcado por la dinastía Nehru. Durante su gestión, el BJP impuso el viraje irreversible hacia el neoliberalismo. A nivel estatal (especialmente en Gujarat) el BJ también ha aplicado una línea dura para promover Hindutva.

El descalabro electoral a nivel nacional en 2004 convenció a la dirigencia del BJ sobre la necesidad de cambiar de estrategia. La postura moderada en asuntos religiosos fue culpada de esa derrota. Había llegado el momento de adoptar una actitud más militante y se decidió el regreso al Hindutva. El estado de Gujarat se convirtió en laboratorio político del nuevo enfoque.

En 2002 se produjeron choques entre musulmanes e hindúes en Gujarat con un saldo de 2 mil muertes y múltiples actos de barbarie. El gobernador de Gujarat era Narendra Modi y estuvo a la cabeza de la lista de sospechosos de haber tolerado e incitado la violencia. Una investigación especial le relevó de todo cargo en 2012, pero muchos piensan que esa indagatoria suprimió evidencias incriminatorias: varios jefes de policía repartieron volantes con nombres y direcciones de musulmanes en varias comunidades, avivando el ánimo de linchamiento. Muchos analistas están convencidos de que Modi y sus amigos fueron co-responsables de un intento de limpieza étnica.

El neoliberalismo en la versión del partido del Congreso (con Manmohan Singh a la cabeza) y en la del BJ es el mismo. Ambos partidos creen en las virtudes del libre mercado, prefieren las grandes corporaciones (nacionales o extranjeras), las privatizaciones, el recorte en el gasto público y en especial del gasto social y sus prioridades se someten al capital financiero. Pero el BJ propone un nuevo componente para la ideología neoliberal. En su visión de economía política, la afirmación de Hindutva es la clave para el crecimiento del PIB y la prosperidad. El resurgimiento del fundamentalismo hindú sería ahora la clave del progreso económico y la salida de la pobreza para las masas del subcontinente.

La victoria electoral de este fundamentalismo puede sonar extraño, pero es explicable por el desencanto con el desempeño neoliberal de los últimos años. El partido del Congreso cargó con la factura del estancamiento provocado por la crisis y por las contradicciones del modelo neoliberal. La desigualdad crónica (hoy en aumento) añadió un ingrediente más a la mezcla explosiva.

El fundamentalismo hindú se apoya en el sistema de castas. Éste ha sido clave para mantener la explotación social. Todas las grandes experiencias de dominación han reconducido las funciones del orden de castas para cimentar las nuevas formas de expoliación. Los medios, el resurgimiento ideológico y el atraso político han sido claves para lograrlo. Un error trágico de la izquierda institucional en India fue moverse a la derecha y abandonar la bandera de la erradicación del sistema de castas.

Desde sus orígenes el sistema de castas en India ha servido para mantener la opresión y facilitar la explotación. Su orden jerárquico basado en el patriarcado y en el mantenimiento de clientelas es particularmente útil para conservar un orden propicio para los expoliadores. La desigualdad es su esencia y su base es la creencia en fuerzas universales con un esquema de organización en el que cada quien nace en su propio lugar. Es un excelente disfraz de la explotación de clases que hoy es reconducido para acompañar los dogmas neoliberales de la prosperidad por goteo y permitir el triunfo de las fuerzas reaccionarias del Bharatiya Janata.

Un último punto. Durante el primer gobierno del BJ, en 1998, se autorizaron dos series de pruebas nucleares. Hoy la India posee entre 80 y 100 cargas nucleares desplegadas en misiles balísticos y en aviones de combate. Todo eso para inflar de orgullo el pecho nacionalista y la fe religiosa que ha, como decía Gramsci, degenerado en superstición.

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