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domingo, 24 de noviembre de 2013

Contabilizando el dinero escondido de los ricos

Sam Pizzigati, Sin Permiso
“El 0,01% más rico de Estados Unidos, tuvo 993 veces más ingresos en 2012 que los contribuyentes que forman parte del 90% de la parte más inferior”
Los americanos están consiguiendo -muy lentamente- disponer de una imagen más precisa que muestra hasta qué punto se ha extendido la brecha que separa a la parte de la sociedad increíblemente privilegiada del resto. Los datos obtenidos mediante los formularios de nóminas y las declaraciones de la renta nos dicen mucho acerca de la magnitud de nuestra desigualdad. Pero el total del tema sigue sin concretarse. ¿A qué nivel de desigualdad han llegado los lugares de trabajo en los Estados Unidos? Nuestra mejor respuesta procede de un lugar inesperado: la Administración del Seguro Social.

Estadistas de la Seguridad Social cuentan cada año hasta qué punto se cumplen las compensaciones anuales de W-2, aquellos formularios que los empresarios tienen que presentar sobre todos sus empleados, desde los secretarios hasta los directores ejecutivos. La seguridad social informa de estos números una vez al año en relación al nivel de ingresos – y en el proceso pinta un retrato increíblemente detallado sobre qué suponen los salarios de los trabajadores de la sociedad estadounidense contemporánea.

Para el trabajador medio, el lugar de trabajo se ha vuelto cada vez menos gratificante. Los últimos datos de la Seguridad Social publicados el mes pasado, muestran como los salarios anuales del típico trabajador americano bajaron 980 dólares en el 2012, en relación a los cinco años anteriores. David Cay Johnson, el mejor analista sobre los datos de los salarios de la seguridad social, marcó ese número en una perspectiva de sueldo la semana pasada.

El trabajador americano medio –un empleado situado justo en el punto medio de pago de la nación- trabajó 52 semanas el año pasado, señala Johnston, “pero ganó el equivalente de 50 semanas de trabajo de los niveles de pago del 2007.” Por contraste, en las oficinas de las élites americanas los salarios siguen derramándose. Las filas americanas que ganan más de 5 millones de dólares al año crecieron un 27% en el 2012, tal y como muestra las nuevas cifras de la Seguridad Social, para cerca de 9.000 almas afortunadas. Las compensación real de esta cohorte recogió un 40% más de los US$5 millones que las masas se embolsaron en 2011.

Debemos tener claro que estas cifras no muestran de un modo completo la desigualdad de ingresos que existe en Estados Unidos. Estadistas de la Seguridad Social sólo tienen en cuenta los datos que tienen que ver con el sueldo. Su trabajo deja al margen a los incontables ingresos por dividendos e intereses, así como las ganancias de capital y los beneficios de las operaciones de negocios. Para entender el total de estos y otros ingresos no-salariales, tenemos que adentrarnos en lo que se colecta en el Servicio de Rentas Internas (IRS).

El economista Emmanuel Saez de la Universidad de California se ha sumergido ahí dentro. Sus últimos cálculos, publicados en setiembre pasado, muestran que los contribuyentes más ricos en el 0,01% de Estados Unidos, tuvieron 993 veces más ingresos en 2012 que los contribuyentes que forman parte del 90% de la parte más inferior. En 1975, este noble 0,01% solo superó por 114 veces al 90% de los americanos de la parte inferior. Los números que se muestran en el Servicio de Rentas Internas (IRS) dicen mucho sobre la gran brecha de ingresos que existe en los Estados Unidos. Pero, ¿nos lo cuentan todo? No todo. Las dramáticas cifras del IRS sobre las rentas altas sólo cuentan lo que los ricos de los Estados Unidos quieren que el gobierno cuente. Aquí no se están contabilizando todos los ingresos de los paraísos fiscales secretos que hay en el extranjero. ¿Cuántos ingresos deben generar estos escondites? Poco a poco nos estamos haciendo una mejor idea, en parte gracias a un programa de amnistía federal para controlar los evasores de impuestos. Los ricos evasores pueden evitar entrar en prisión en la actualidad si pagan todos los impuestos atrasados de sus ingresos secretos, más intereses y multas. Con este programa de amnistía, de hecho, explican en el Wall Street Journal, los funcionarios del IRS están viendo “una nueva fiebre de los contribuyentes estadounidenses para confesar todas sus cuentas secretas en el extranjero.”

¿Qué es lo que impulsa a hacer esto? En un grado sorprendente, los bancos suizos. Hace cuatro años, el enorme muro de secretos bancarios suizos empezó a agrietarse cuando los funcionarios del gigante banco suizo UBS se vieron obligados a admitir que habían estado ayudando a los estadounidenses a ocultar sus activos. UBS tuvo que pagar $100 millones en multas.

Otros bancos suizos, ansiosos por evitar un destino similar, están presionando a sus depositantes secretos estadounidense para que terminen con sus errores a la hora de evadir impuestos, y parece que las presiones de los banqueros están teniendo un impacto.

Sólo un abogado en Nueva York, Bryan Skarlatos, ya ha tramitado más de un millar de confesiones. Skarlatos solía recibir un par de llamadas de confesión a la semana. Ahora mismo recibe de dos a tres al día… muchos de los ricos que Skarlatos lleva a IRS tienen más de $10,5 billones en sus paraísos fiscales, y unos pocos disponen de más de $100 millones.

No podemos saber cuántos miles de millones descubrirá ésta amnistía cuando acabe el año. Desde el año pasado, 38.000 contribuyentes de Estados Unidos han revelado bienes en el extranjero que no había declarado todavía. Las declaraciones de estos evasores de impuestos, cuentan los informes del IRS, sacan a la luz unos $10,5 billones. Sin embargo, este total sigue sin incluir los recientes aumentos de confesiones.

La suma total, sin duda, empequeñecerá las cantidades que se conocen hasta el momento, y rellenarán un nuevo capítulo para la historia de la profunda e inquietante desigualdad de los Estados Unidos.
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Sam Pizzigati es periodista especializado en trabajo, miembro del Institute for Policy Studies. Escribe frecuentemente sobre desigualdad. Su último libro: Los ricos no siempre ganan: el triunfo olvidado sobre la plutocracia que creó la clase media estadounidense, 1900-1970 (The Rich Don’t Always Win: The Forgotten Triumph over Plutocracy that Created the American Middle Class, 1900-1970).

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