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martes, 30 de julio de 2013

¿Se recupera el Reino Unido?

Matthew Lynn, El Economista

Se puede discutir cuánto supone un bebé real para el PIB de un país. Allá por 1982, cuando nació el príncipe Guillermo, el crecimiento se aceleró al 1,3%, aunque tal vez no llegue a tanto con el siguiente en la línea de sucesión al trono. Sin embargo, algún valor tendrá, aunque sólo sea por los equipos de televisiones extranjeras apostados junto al hospital. No es sólo el recién nacido lo que ha levantado el ánimo de los británicos.

El PIB de Reino Unido experimentó en el segundo trimestre un crecimiento del 0,6% respecto a los tres meses anteriores, cuando avanzó el 0,3%, según los datos preliminares publicados por la Oficina Nacional de Estadística británica. La cifra no es que bata récords pero tras cinco años deprimentes y de austeridad, es una señal de que el país podría por fin haber pasado página.

Es cierto que el Reino Unido todavía tiene muchos problemas pero si la economía empieza a remontar, habrá oportunidades para los inversores. En una economía internacional sombría en general, Gran Bretaña será uno de los pocos mercados con crecimiento. No tiene ningún sentido subestimar la escala de los desafíos a los que todavía se enfrenta el Reino Unido, como casi todas las economías desarrolladas. Los hogares siguen endeudados hasta las cejas y han hecho pocos progresos en devolver lo que deben. El déficit estatal es enorme y da pocas muestras de reducirse. El sistema bancario es caótico y casi no se presta dinero a las pequeñas empresas, la savia de cualquier economía. Su principal socio comercial, la eurozona, se desliza hacia una depresión permanente que está golpeando a lo que queda de su gran mercado exportador. El PIB continúa un 2,1% por debajo de sus niveles de 2008, con uno de los peores rendimientos del mundo desarrollado.

Sin embargo, al igual que en EEUU, todo es relativo. La eurozona es un desastre. Japón no se ha recuperado ni mucho menos. China pierde velocidad rápidamente. Los mercados emergentes regresan al caos político. En comparación, el Reino Unido será cada vez más atractivo. Entre tantos problemas, Gran Bretaña está empezando a acertar en algunos temas. El empleo es alto, con uno de los mercados laborales más flexibles del mundo gracias a Margaret Thatcher. En términos reales, los salarios en el Reino Unido han caído un 9% desde la crisis financiera, que no es exactamente agradable para el ciudadano de a pie pero significa que todavía conserva su empleo, ya que las empresas han recortado sueldos en lugar de personal.

También hay otros factores. El Reino Unido posee una de las economías digitales más vibrantes fuera de California. Los británicos dedican más tiempo y gastan más dinero en internet que cualquier otro país del mundo: el 8,3% del PIB ya es puramente digital, el nivel más alto del G-20 según las investigaciones de Boston Consulting Group. El resultado es la aparición de muchas empresas nuevas de crecimiento rápido. Además, el país está sentado sobre mucho gas de esquisto. El Gobierno ofrece generosas deducciones fiscales para explotarlo, mientras que otros países europeos como Francia no permiten ningún tipo de fracturación. La energía barata es una de las formas más rápidas de estimular el crecimiento. Si está pensando apostar por el renacimiento británico, ¿por dónde empezar? Aquí tiene cinco destinos dignos de atención.

Los bancos. Aparte de Islandia, pocos sistemas bancarios se vieron tan golpeados como el británico tras el batacazo de 2008. El Royal Bank of Scotland (RBS) y Lloyds siguen bajo control estatal cinco años después pero si la economía remonta, los gigantes de la banca británica serán los primeros en recuperarse. Se privatizarán RBS y Lloyds (Lloyds primero, RBS después) y ya con todos los grandes bancos en el sector privado, el sector entero resucitará.

La libra. La moneda ha estado muy presionada. Se ha devaluado bruscamente desde 2008 y los expertos creen que seguirá cayendo (sobre todo si el Banco de Inglaterra continúa imprimiendo dinero y la calificación crediticia del Reino Unido se rebaja de nuevo). Se acabará demostrando que están equivocados. Los índices de crecimiento relativo determinan los tipos de cambio tanto como cualquier otro factor y si el índice del crecimiento británico se acelera, la libra se recuperará también. La inversión inmobiliaria en Londres. Mientras el resto de la economía se tambalea, Londres se ha convertido en el Singapur de Europa: una ciudad-estado con crecimiento turboalimentado. Se puede observar en los precios astronómicos de la vivienda. Mientras éstos siempre serán fuertes, el mercado comercial ha sido flojo, con mucho espacio de oficinas vacío. A medida que la economía británica en general remonte, el mercado inmobiliario comercial se pondrá por las nubes.

La mediana capitalización. El índice FTSE-100 de referencia es, sobre todo, una apuesta por un puñado de gigantes de la minería, los farmacéuticos y el petróleo. Si el crecimiento global es flojo, se las verán venir (el índice en su totalidad es muy sensible a los precios de las materias primas). Por el contrario, el FTSE-250 lo componen empresas que prestan servicios en el mercado británico. Lo han pasado mal durante los últimos años, junto con la economía, pero a medida que ésta mejore, también lo harán ellas.

La construcción. Con el aumento de la población, Gran Bretaña tendrá que construir y pronto. Los precios de la vivienda vuelven a subir, no porque la gente sea más rica sino porque no hay bastantes casas. Las constructoras se han visto afectadas por la falta de financiación de los bancos, tanto para la construcción de obra nueva como para su compra. Cuando los bancos se recuperen, volverá a disponerse de financiación y si el Gobierno relaja sus estrictas leyes de urbanismo, el sector de la construcción podría volver a crecer.

El Reino Unido no va a rendir excepcionalmente bien pero pocas economías lo harán en los próximos años. Irá tirando (y eso, para los inversores, podría ser un resultado bastante atractivo).

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