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lunes, 17 de junio de 2013

Chile, el “paraíso” neoliberal

Hedelberto López Blanch, Rebelión

La actividad del presidente chileno Sebastián Piñera ha sido intensa en los últimos días y sobre todo no ha descansado ni un momento en propagandizar las bondades que representan para el bien de los países, la aceptación de sistemas neoliberales, de libre comercio y privatizaciones.
Innegablemente que se ha convertido en el mejor promotor de las líneas directrices sobre el control de la economía global que se proyectan desde Washington y la Unión Europea, mediante la utilización de mecanismos financieros como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Central Europeo (BCE).

Para las potencias económicas occidentales, Chile ha sido, desde la dictadura de Augusto Pinochet, el 11 de septiembre de 1973, el paradigma del sistema neoliberal en la región con el objetivo de permitir la entrada de las compañías transnacionales que se enriquecen con la extracción de sus grandes riquezas minerales.
Piñera ha tenido un destacado papel en la creación e impulso de la Alianza Pacífico (Chile, Colombia, México, Perú y ahora Costa Rica) cuyos motivos son los de reunir a gobiernos afines a Estados Unidos (que apoyan el libre mercado y las privatizaciones) y tratar de impulsar una especie reducida del ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas) la cual Washington intentó crear a mediados de la década de 1990.

Pero el peligro mayor será que esa Alianza apunta a dividir a la región en dos polos diametralmente opuestos al tratar de debilitar la fuerza integradora latinoamericana que han alcanzado los gobiernos democráticos y nacionalistas surgidos en los últimos años, que tienen como premisas defender sus recursos naturales y humanos en defensa de la independencia y soberanía económica de sus pueblos.

El mandatario chileno visitó Washington a principios de junio donde se reunió a puertas cerradas con el presidente Barack Obama y ambos, en declaraciones a la prensa, exaltaron las similitudes políticas y económicas existentes entre sus países y abogaron por impulsar las negociaciones dentro del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP).
Obama felicitó los logros de la economía chilena, que creció 5,6% en 2012, y destacó el papel del país suramericano en la Alianza del Pacífico, que dijo, integran los países con las economías más abiertas de América Latina.

Resulta que al parecer, las cuentas sacadas no son tan fidedignas pues en la última rendición ante el Congreso, (con aroma preelectoral con vistas a los comicios de noviembre) Piñera criticó la herencia recibida de su antecesora, Michelle Bachelet, y reivindicó que bajo su gobierno el país creció a un promedio del 5,8% anual y se crearon casi un millón de empleos. La alocución generó una fuerte respuesta de la oposición, que cuestionó el manejo oficial de las estadísticas, el incumplimiento de proyectos y la insuficiente inversión en infraestructura.

El diario inglés, The Economist, afirmó que el prestigio estadístico de Chile, esta puesto en duda por la reciente discusión de si el gobierno manipuló las cifras para bajar la pobreza en una encuesta de la oficialista Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN). La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) encontró que la tasa de pobreza no era 14,4 % como se anunciaba, sino 15 %, parecida a la de 2009. Pero el gobierno envió su reporte de vuelta, pidiendo que incluyera datos sobre ingresos informales percibidos por los desempleados. Por primera vez en los 25 años de historia de la CASEN, CEPAL rehizo sus cálculos lo que le costó el puesto al representante de la institución latinoamericana en ese país.

Además, CASEN asegura que solo se crearon 420 000 empleos, muy lejos de los anunciados por el gobierno y que la pobreza afecta a 2 564 000 las personas que sobreviven bajo severas condiciones. Los analistas aseguran que si fueran ciertas las cifras manejadas por el Ejecutivo, no habría razón para que proliferaran, como ha sucedido, las huelgas estudiantiles y mineras en todo el país. Los estudiantes, con apoyo de profesores y familiares reclaman una educación menos privatizada pues son muy pocos los que pueden pagar los altos precios de la enseñanza. Más de 700 establecimientos de la enseñanza media fueron ocupados por el alumnado que ha sido reprimido con fuerza por los carabineros. Esa lucha desigual se mantiene desde hace varios años.

Durante la presidencia de Salvador Allende, el ciento por ciento de las minas de cobre pasó bajo control del Estado, situación que revertió Pinochet y que condujo en la actualidad a que el 70 % de la producción se encuentre en manos de empresas privadas, la mayoría extranjeras. La estatal Codelco solo posee el 30 % del negocio del cobre y las foráneas el 70 %, pero además, los aportes al fisco son diametralmente opuestos pues Codelco aporta 70 % y las transnacionales el 30 %, pese a sus enormes ganancias. Como establece el Tratado de Libre Comercio (TLC) firmado entre Chile y Estados Unidos en 2004, grandes facilidades se le otorga al inversor foráneo, dirigidas fundamentalmente a la minería y a los servicios de electricidad, telecomunicaciones, agua y banca.

Por ese motivo, según un estudio de la Universidad de Chile, del país salen anualmente capitales por valor de 30 000 millones de dólares lo que representa cerca del 22 % del Producto Interno Bruto. Las gestiones de Piñera por impulsar acuerdos neoliberales no se quedaron solo en la oficina Oval de la Casa Blanca sino que se expandieron con visitas a la directora del FMI, Christine Lagarde, al presidente del BM, Jim Yong Kim, y al jefe del Departamento de Estado estadounidense, John Kerry.

Para cerrar el círculo, se entrevistó con el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, Robert Menéndez, uno de los principales gestores del bloqueo norteamericano contra Cuba, y de impedir los viajes de ciudadanos de ese país a la Isla del Caribe. No cabe duda que el presidente chileno es consecuente con sus ideas pues como es lógico una persona como él, que posee un capital de 2 220 millones de dólares, según la revista Forbes, y que aparece en el número 437 entre más ricos del mundo, no puede pensar en resolver los problemas de las grandes mayorías, sino cómo incrementar su capital.

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