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lunes, 11 de marzo de 2013

Países Brics crearán su propio banco de fomento y desarrollo

Esta idea bien puede poner por las cuerdas a la hegemónica banca mundial encabezada por el dólar

Roberto Bissio, Retem

La creación de un banco de desarrollo, con un capital inicial de 50,000 millones de dólares, será el principal anuncio de la reunión cumbre que los BRICS realizarán en Durban, Sudáfrica, del 25 al 27 de marzo. “BRIC”, que en inglés suena como “ladrillo”, es una sigla inventada en el 2001 por un analista de Goldman Sachs para designar al conjunto de Brasil, Rusia, India y China: cuatro grandes potencias no pertenecientes al club de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con sede en París.

Las autoridades de estos países comenzaron a reunirse a nivel de ministros y luego de jefes de Estado a partir de la crisis financiera desatada en 2008 en Wall Street. En las últimas reuniones se ha incorporado Sudáfrica, con lo que pasaron a llamarse BRICS, o también BRIC-5, lo que podría dejar abierta la puerta a un futuro Bric-9 con la incorporación de otros países “emergentes” populosos como México, Indonesia, Nigeria o Turquía.

Desde la primera cumbre, en 2009, los BRICS han reclamado reformas profundas en el Banco Mundial y en el FMI, para tener mayor incidencia en la conducción de la economía mundial. Los BRICS totalizan una población de tres mil millones de habitantes y sus economías combinadas suman quince billones de dólares al año, prácticamente lo mismo que el producto de Estados Unidos. Sin embargo, Estados Unidos tiene diecisiete por ciento de los votos en el FMI y el Banco Mundial -y con ello poder de veto, ya que todas las decisiones importantes requieren ochenta y cinco por ciento de los votos-, mientras que el total de los BRICS no llega a doce por ciento.

El nuevo Banco-BRICS “será el cemento del espíritu de cooperación” del grupo y le dará a éste “una base institucional tangible”, más allá de las declaraciones comunes, dijo a la agencia Inter Press Service (IPS) el empresario Sandile Zungu, secretario del Consejo Negro de Negocios de Sudáfrica.

Este espíritu de cooperación deberá manifestarse en dos decisiones de gran valor simbólico: la ubicación de la sede y la moneda de cuenta. Si bien los aportes iniciales de los miembros son iguales, la economía china es mayor que la de los otros cuatro países juntos, y es dable esperar que este peso se sienta en ambas decisiones. Ya se rumorea que la sede podrá ser Shanghai y que las operaciones se contabilizarán en renminbis y no en dólares. China avanza así hacia la conversión de su moneda en un instrumento de reserva internacional, tal como hoy lo son el dólar, el euro, el yen, la libra esterlina y el franco suizo.

Además de los 10,000 millones de dólares iniciales que contribuirá cada miembro, el Banco-BRICS buscará atraer capitales de otras fuentes y sus créditos se destinarán a financiar el comercio con los BRICS y a obras de infraestructura en los países miembros y en otros países en desarrollo.

“Las necesidades de la economía global son tan grandes”, dice Kaushik Basu, asesor-jefe del ministerio indio de Finanzas, “que un nuevo banco de desarrollo no les quita nada” al Banco Mundial, los bancos regionales de desarrollo o los de los propios miembros, como el BNDES de Brasil.

El Banco Mundial ha estimado en 90,000 millones de dólares por año la “brecha” entre el financiamiento que África necesita y el dinero disponible en la actualidad. Por su parte, la economista Hannah Edinger, investigadora jefe del grupo consultor Frontier Advisory, estima que los propios BRICS necesitarán quince billones de dólares de inversión en infraestructura en los próximos veinte años.

Pero Windsor Chan, subgerente del China Construction Bank en Johanesburgo, se mostró menos cauto al hablar con la prensa sudafricana: a su juicio, el Banco-BRICS “proveerá una alternativa financiera a los países no-occidentales sin las agendas políticas que obstaculizan su desarrollo económico”.

Una de las áreas donde esta independencia de las fuentes financieras tradicionales puede representar una enorme diferencia es en la energía nuclear. Cincuenta de los sesenta y seis reactores nucleares en construcción en el mundo están en los BRICS, recuerda Anthony Butler, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Ciudad del Cabo. Y después de los últimos desastres en centrales atómicas, las aseguradoras ya no quieren saber de operaciones tan grandes e incontrolables y los bancos privados no están dispuestos a arriesgar su pellejo en este tipo de empresas.

La planta nuclear de Kundankulam en India, explica Butler, fue construida con tecnología rusa siguiendo un modelo financiero diferente. Moscú concedió un préstamo “blando” de largo plazo e interés fijo y bajo, y asumió los riesgos del proyecto, con lo cual el gobierno indio no tuvo que ofrecer garantías soberanas. El Banco-BRICS sería el canal ideal para este modelo de financiamiento intergubernamental basado en las empresas estatales.

El nuevo banco se ubica así en las antípodas del Acuerdo de Asociación Trans-Pacífico (TPP) que propone el presidente Barack Obama. En uno de sus puntos más polémicos, el TPP quiere limitar, precisamente, a las grandes empresas estatales en el sector energético, ya sea nuclear o petrolero, las mismas que el Banco-BRICS busca fortalecer.

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