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domingo, 23 de diciembre de 2012

Depreciación del rublo da fuerte impulso a la economía rusa

Boris Kagarlitsky, Sin Permiso

Observando las hordas de compradores que sitian las tiendas de Moscú durante esta temporada festival, alguien podría preguntarse por qué se habla tanto de crisis. Según la Oficina de Estadística del Estado, los salarios nominales en algunos sectores de la economía se incrementaron hasta casi 10 veces desde el año 2000. La cifra tendría, por supuesto, que ajustarse a la inflación. En un informe reciente, el Institute for Global Research and Social Movements descubrió que el dólar se depreció con respecto al oro más de un 300% durante ese mismo período y que el rublo lo hizo a su vez con respecto al dólar. Con todo, el resultado sigue siendo impresionante: los salarios reales en algunos sectores prácticamente se han duplicado en los últimos 12 años.

Los salarios no sólo han aumentado en la industria de las materias primas, sino también en sectores del sector público como la sanidad y la educación. Pero se produce un desequilibrio cuando el crecimiento de los salarios en algunos sectores supera a los de otros. Por ejemplo, desde el 2000 al 2010 los salarios en las industrias de las materias primas eran casi el doble que en el sector industrial. De manera similar, los indicadores para “los salarios medios” no reflejan el hecho de que en cada uno de esos mismos sectores hay una distancia desproporcionada entre los salarios de ambos extremos de una misma escala salarial.

El crecimiento de los salarios nominales en Rusia desde el año 2000 hasta el 2010 ha cambiado de raíz la situación en la economía, incrementando la importancia del mercado interno y el papel de los consumidores rusos en él. Esto, a su vez, ha conducido a un debate sobre qué curso debería tomar el país en su política económica.

Pero la facción neoliberal en el gobierno considera este crecimiento una señal de que puede comenzar a desplazar algunos de los costes sociales más importantes heredados del sistema estatal soviético hacia el sector privado. Pero sus adversarios más moderados argumentan que ejercer cambios drásticos en las prestaciones sociales desestabilizaría la situación política en el país y provocarían protestas masivas.

Mientras la mayoría de los rusos se opone categóricamente a las políticas económicas neoliberales, el gobierno ha oscilado entre las políticas keynesianas y las neoliberales desde el comienzo de la crisis mundial. Asustado por las protestas de hace un año, las autoridades tomaron un giro claro hacia la izquierda a comienzos de 2012 incrementando el gasto social y retrasando la siguiente serie de reformas de mercado. Pero el declive de la influencia la oposición ha animado a las autoridades a adoptar un curso más liberal en la segunda mitad del año. Las recientes medidas de privatizar servicios sociales se comen el salario adicional que los rusos están ganando, resultando en la reducción de la demanda en otros sectores.

Estas medidas también han impulsado una nueva oleada de protestas en las provincias. A diferencia de las concentraciones anteriores en las grandes ciudades, a la gente que asistió a estas manifestaciones no la unía una serie común de demandas o llamadas a que la cúpula gubernamental dimita.

Podría pensarse que los logros económicos de la última década han conducido a aliviar las tensiones, pero en realidad han conducido a un acalorado debate sobre la política gubernamental en la esfera social. Si el gobierno quiere rebajar la tensión del conflicto, tendrá que tomar los pasos adecuados para corregir el desequilibrio entre las profesiones y ocupaciones peor pagadas y las mejor pagadas.

Por desgracia, la aplicación de un plan así requeriría una mayor regulación del estado en la economía y serios cambios en el sistema político del país. Cualquiera que sea el bando que gane en esta batalla para determinar el curso económico de Rusia, la política jugará un papel central en su implementación.
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Boris Kagarlitsky es autor de numerosas obras de análisis sobre la transición al capitalismo en Rusia, es director del Instituto de Estudios sobre la Globalización y los Movimientos sociales de Moscú y editor de la revista Levaya Politika (Políticas de Izquierda).
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Tomado de Sin Permiso

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