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viernes, 12 de octubre de 2012

La verdad acerca del empleo en USA

Paul Krugman, Progreso Semanal

Si alguien tiene dudas acerca de la locura que se ha extendido en una gran parte del espectro político norteamericano, la reacción al informe del Buró de Estadísticas del Trabajo (mejor de lo esperado) del viernes 7 de octubre debiera haber arreglado el asunto. Porque la inmediata respuesta de muchos de derecha –y no estamos hablando tan solo de los extremistas– fue dar el grito de “¡Conspiración!”

Al mando de los que pronto fueron calificados como “… del B.L.S.” estaba nada menos que Jack Welch, el expresidente de General Electric, que [i]posteó[/i] en Twitter una aseveración que los libros se habían falseado para ayudar a la campaña reelectoral del presidente Obama. Su declaración rápidamente fue repetida por los expertos de derecha y personalidades de los medios.

Era un sinsentido, por supuesto. Las cifras del empleo son preparadas por funcionarios profesionales en una agencia que actualmente no tiene cargos políticos. Pero quizás el señor Welch –bajo cuyo liderazgo GE reportó un sorprendente crecimiento estable de ganancias, con ninguna de las fluctuaciones a corto plazo que pudieran esperarse (fluctuaciones que aparecieron bajo su sucesor)– no sabe lo difícil que es falsear las cifras de empleo.

Además, los métodos que el buró usa son públicos –y cualquiera que esté familiarizado con los datos comprende que son “ruidosos”, que los meses especialmente buenos (o malos) se reportan de vez en cuando como simples consecuencias de la aleatoriedad estadística. Y que a su vez significa que no se debiera dar demasiado peso al informe de un solo mes.

Sin embargo, en ese caso, ¿cuál es la tendencia un tanto más larga? ¿Está mejorando el cuadro del empleo en EE.UU.? Sí, así es.

Algunos antecedentes: el informe mensual del empleo se basa en dos encuestas. Una pregunta a una muestra aleatoria de patronos de cuánta gente tiene en nómina. La otra pregunta a una muestra aleatoria de hogares si sus miembros están trabajando o buscando trabajo. Y si se observa la tendencia durante el pasado año o más, ambas encuestas sugieren un mercado laboral que va componiéndose gradualmente, con la creación de empleos creciendo consistentemente entre la población en edad laboral.

Por parte de los patronos, las cifras actuales dicen que durante el año que pasó la economía agregó 150 000 empleos al mes, y las revisiones probablemente aumentarán de manera significativa esa cifra. Eso es mucho más que los aproximadamente 90 000 empleos mensuales que necesitamos para mantenernos al ritmo del crecimiento de la población. (Esta cifra era mayor, pero el crecimiento subyacente de la fuerza laboral ha disminuido súbitamente, ahora que la generación de la década de 1950 está llegando a la edad del retiro.)

Mientras tanto, la encuesta de los hogares produce estimados tanto del número de norteamericanos empleados como del número de desempleados, definidos como personas que buscan trabajo, pero que actualmente no tienen empleo. La cifra sorprendente del informe del viernes fue un súbito descenso de la tasa de desempleo de 8,1 por ciento a 7,8 por ciento, pero como dije, no se debe poner demasiado énfasis en las cifras de un mes. El punto más importante es que el desempleo ha estado en una sostenida tendencia decreciente.

Pero, ¿eso no es porque la gente simplemente ha dejado de buscar trabajo, y por tanto ya no cuenta como desempleada? Actualmente no. Es cierto que la relación empleo-población (el porcentaje de adultos empleados) ha sido más o menos estable durante el año pasado. Pero recuerden a los de la generación de la década de 1950: la fracción de adultos norteamericanos que se encuentran en la cúspide de su edad laboral está decayendo rápidamente. Una vez que se tienen en cuenta los efectos de una población que envejece, las cifras muestran una sustancial mejoría en el cuadro del empleo desde el verano de 2011.

Nada de esto debiera tomarse para implicar que la situación es buena, o para negar que debiéramos estar mejor –un déficit debido en gran parte a la táctica de tierra arrasada de los republicanos, quienes han bloqueado todo esfuerzo por acelerar el ritmo de la recuperación. (Si la Ley del Empleo Norteamericano, propuesta por la administración Obama el año pasado, hubiera sido aprobada, la tasa de desempleo probablemente sería menos de 7 por ciento.) La economía norteamericana aún está lejos de ser lo que debiera, y el mercado de trabajo tiene un largo camino por recorrer antes de recuperar el terreno perdido en la Gran Recesión. Pero las cifras de empleo sí sugieren una economía que se está curando lentamente, una economía en la que la carga decreciente de la deuda del consumidor y una recuperación de la vivienda finalmente nos han situado en el camino de regreso al empleo total.

Y esa es la verdad que la derecha no soporta. El furor debido al informe de viernes reveló un movimiento político que está a favor del fracaso norteamericano, tan obsesionado por quitarse de encima al señor Obama que la buena noticia para los trabajadores de la nación, que tanto vienen sufriendo, provoca en sus miembros una ira ciega. También reveló un movimiento que vive en una burbuja intelectual, enfrentado a una realidad incómoda –ya sea que esa realidad implique encuestas o datos económicos–, no solo negando los hechos, sino elaborando locas teorías conspirativas. Es sencillamente atemorizante pensar que un movimiento tan desquiciado tenga tanto poder político.

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