Pilar Blázquez, Público.es
Pocas sensaciones hay más desesperantes que la de sentir que, tras los deberes exigidos, no llega el premio esperado. Por eso, el desconcierto ayer en Europa fue máximo. Tanto Grecia como Italia habían cumplido con las exigencias del los mercados y en ambos países dos tecnócratas han subido al poder. Aún así, las primas de riesgo de una gran mayoría de países de la zona del euro se colocaron en máximos históricos y las caídas en Bolsa fueron generalizadas.
Al parecer, ir detrás de los mercados ya no es suficiente. "Llevamos demasiados meses con demasiadas promesas. Para restaurar la confianza en el euro, se necesitan actuaciones. Así no se llega a ningún sitio", advierte Juan Carlos Montero,analista de Capital Bolsa.
Ayer, todos los ojos estaban puestos en la subasta de deuda Italia. Su éxito o fracaso se suponía que iba a ser el test del mercado al nombramiento del economista Mario Monti como nuevo primer ministro. El objetivo era colocar 3.000 millones de euros en bonos a cincos años. Se consiguió, pero la presión de los compradores disparó el tipo de interés hasta el 6,29%, el más alto desde 1997. "No fue un castigo a Monti. Un gobierno tecnócrata pude imponer medias, pero, al final, son los políticos quienes las tienen que aplicar tarde o temprano. Y el espectro político italiano sigue sin convencer", asegura Ricardo Sánchez-Seco, gestor de Gestiohna.
La presión arrecia sobre España, que emite 7.500 millones esta semana
Efectivamente, la chispa de la desconfianza de ayer no había saltado en Italia, sino en Grecia. Allí, el supuesto gobierno de coalición liderado por Papadimos hacía aguas antes de estrenarse. Así lo hacía saber el líder de la oposición, Antonis Samaras, al asegurar que no tiene intención de apoyar las medidas de ajuste exigidas por Bruselas y mucho menos de firmar un documento por escrito. La advertencia alemana no se hizo esperar. "Sin medidas de ajuste, no hay más dinero. El miedo que ha corrido entre los inversores es si no habrá llegado Grecia a una situación tan extrema como para tirar la toalla y salirse del euro", explica Montero.
Las órdenes de "vender Europa" retumbaron por todos los parqués. La debilidad de los gobiernos europeos está resultando una gran fuente de ingresos para que los especuladores amplíen las apuestas bajistas contra otros países.
Por eso, ayer, mientras la prima de riesgo italiana subió hasta los 492 puntos, lejos del máximo de 522 puntos del pasado miércoles, la de España, Francia, Bélgica y Austria se disparaba. En Grecia, donde, según los gestores, el mercado está casi colapsado, siguió por encima de los estratosféricos 2.666 puntos.
La prima de riesgo española sufrió ayer una fuerte presión y se disparó hasta los 433 puntos. El tipo de interés del bono a diez años superó por primera vez en la historia el 6,1%. Es la mejor forma que tienen los especuladores de abonarse el terreno de las ganancias ante las subastas previstas en España para esta semana. Hoy saldrán al mercado 3.500 millones de euros en letras a 12 y 18 meses y el jueves 4.000 millones en bonos a diez años.
La prima de riesgo francesa cerró en 164 puntos, muy cerca del máximo de 168 puntos marcado el pasado jueves. Hasta esos mismos 164 puntos escaló la austriaca y la prima de riesgo belga ya superaba los 281 puntos.
Por si la tensión política no era suficiente, uno de los principales bancos italianos hizo aguas. Unicredit reportó unas pérdidas de 10.641 millones de euros (los analistas esperaban beneficios) y la necesidad de una ampliación de capital de 7.500 millones de euros. Las acciones del banco tuvieron que ser suspendidas de cotización y el efecto pánico salpicó a todos los valores financieros europeos.
Incluso saltó el rumor de que había algún banco austriaco también con problemas. Un ejemplo de que el ataque de los especuladores ha traspasado las fronteras de la periferia del euro, como ya explicó Público la semana pasada. También en Bolsa, España tuvo un peor comportamiento que sus vecinos. El Ibex 35 cayó más de un 2,15%, frente al 2% que perdió la Bolsa de Milán o el 1,28 que se dejó París.
Con este ambiente, que la propia canciller, Angela Merkel, ha calificado del peor desde la II Guerra Mundial, el Banco Central Europeo volvió a decepcionar.
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