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lunes, 17 de octubre de 2011
El deshielo del Ártico
Stefan Rahmstorf, Project Syndicate
Una calamidad silenciosa, en gran medida inadvertida, se ha estado revelando en las últimas semanas en el Ártico. Las consecuencias de largo plazo serán de mayor alcance que las de la crisis de deuda internacional o las de la desaparición de la dictadura libia, que son las noticias que ahora concentran la atención de los medios de comunicación. El drama –más precisamente, la tragedia- que ahora tiene lugar en el Norte es la rápida desaparición de la capa de hielo polar, la característica principal del Océano Ártico.
En septiembre, la capa de hielo en el Océano Ártico se derritió hasta igualar el mínimo histórico que se registró en septiembre de 2007. Con 4.4 millones de kilómetros cuadrados de superficie, era la capa más pequeña desde que se empezaron a hacer observaciones con satélite hace cuarenta años, con 40% menos hielo que en los años setenta y ochenta.
En 2007, ese mínimo histórico sorprendió a los científicos, que lo consideraron un valor atípico dentro de una tendencia general más lenta de adelgazamiento de la capa de hielo del océano. Culpamos a las condiciones inusuales de los vientos en el Ártico ese año. Sin embargo, los datos recopilados por el satélite desde ese entonces nos han hecho ver nuestro error. Este año, se registró un nivel igualmente bajo sin que hubiera condiciones excepcionales en los vientos. Ahora es evidente que estamos presenciando un adelgazamiento continuo y también acelerado de la capa de hielo del océano.
Si esto continúa, probablemente veremos un Polo Norte sin hielo dentro de 10 o 20 años. Sí, suena increíble. Sin embargo, hay razones para temer que la tasa del adelgazamiento seguirá aumentando, y que las imágenes de satélite de un océano polar azul dejarán de estar en las portadas de los semanarios mucho antes de lo que nos imaginamos.
La razón es que el hielo es cada vez más delgado. Esto es más difícil de medir que el área de la capa polar, que se observa fácilmente a través de satélites. Sin embargo, varios datos, incluidos las mediciones recopiladas por buques y aeronaves, confirman que el hielo ha adelgazado aproximadamente la mitad tomando como referencia los años ochenta. En términos físicos tiene sentido dado el rápido calentamiento en el Ártico.
Si la capa polar se encoge y adelgaza al mismo tiempo, entonces la contracción del área es estable al principio y se acelera hacia el final, cuando el hielo restante se haga todavía más delgado y vulnerable al derretimiento. Me temo que esto es lo que está sucediendo ahora.
Las estimaciones anuales muestran que en 2011 se alcanzó un mínimo histórico del volumen global de hielo –que se mide según su área y espesor- en el Océano Ártico. El volumen de hielo ya ha reducido en un tercio respecto del tamaño que tenía en los años ochenta. Si continua la tendencia a la baja de los últimos veinte años en el volumen de hielo a un rimo constante, prácticamente no habrá hielo dentro de 10 o 15 años.
Por lo tanto, sigue sin disminuir el calentamiento global causado por nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. El 2010 fue uno de los dos años más calurosos registrados a nivel global, a pesar de la actividad solar extremadamente baja. Por consiguiente, es casi seguro que el calentamiento –incluido el del Ártico- continuará en las próximas décadas. Y el hielo seguirá derritiéndose.
Esta pérdida de hielo no solo pondrá de cabeza el ecosistema del Ártico, lo que afectará a muchos animales que están adaptados a la vida en el hielo marino. Nos afectará a todos. Si desaparece el hielo del Ártico durante los meses de verano, perderemos un espejo gigante que refleja el calor solar hacia el espacio y ayuda a mantener fresco el planeta. Esta pérdida de hielo amplificará el calentamiento global y alterará los patrones climáticos.
Sin embargo, la pérdida de hielo amplificará el calentamiento especialmente en el Ártico –de hecho, ya está sucediendo. Además, el calentamiento desproporcionado del Ártico también está empezando a afectar a uno de los componentes más importantes del sistema climático global: la placa de hielo de Groenlandia. Si esta estructura gigante se derrite, el nivel del mar en todo el mundo subiría aproximadamente 7 metros.
Y al parecer este derretimiento ya está empezando. Como revelaron datos de la NASA en los primeros meses del año, la placa de hielo de Groenlandia está perdiendo masa a un ritmo acelerado. Como lo muestran los medidores de marea en todo el mundo, los niveles del mar están de hecho aumentando.
A mayor calentamiento más rápidamente sube el nivel del mar. Mientras que el nivel del mar permaneció casi constante durante los siglos posteriores a la Edad Media, a lo largo del siglo XX aumentó a una tasa promedio de casi dos centímetros por década. En los últimos veinte años la tasa ha rebasado los tres centímetros por decenio.
Si bien es difícil predecir el nivel futuro del mar, la mayor parte de los expertos estarían de acuerdo en que no controlar el calentamiento global podría conducir en los próximos siglos a un aumento medido en metros, lo que pondría en riesgo la existencia de muchas ciudades costeras así como naciones insulares enteras. Incluso para finales de este siglo, el nivel del mar bien podría ser de un metro más de lo que es actualmente, a menos que actuemos rápida y decisivamente para reducir nuestras emisiones de gas de efecto invernadero.
Por esta razón ignoramos el silencioso derretimiento del Norte bajo nuestro propio riesgo. Es una señal de calentamiento global –y una señal de advertencia seria para todos nosotros.
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Stefan Rahmstorf, profesor de Física del Océano de la Universidad de Potsdam, y director de departamento del Instituto de Investigación sobre el Impacto Climático de Potsdam. Su libro más reciente es The Climate Crisis.
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