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domingo, 5 de junio de 2011

La teoría de la deuda odiosa

El tema de la deuda es uno de los que más preocupa a los gobiernos en la actualidad. Y ¿qué ocurre si esa deuda se declarara deuda ilegítima y, por tanto, deuda odiosa. Este tema no es nuevo y ha sido tratado en muchos momentos de la historia, como lo reseña el documental griego Deudocracia, que recomiendo a todos los lectores. Este primer apunte lo cogo de Avizora. Pero ya vendrán más:

Las deudas impuestas a los pueblos “sin su consentimiento” y, más aún, con el agravante de haberlas asumido mediante “el uso de la fuerza” son ilegítimas y no podrán ser reclamadas “en ningún sentido, ni moral ni jurídicamente”, según la doctrina sobre la “deuda odiosa” desarrollada por el gobierno de Estados Unidos de América en ocasión de debatirse el “Tratado de París”, firmado el 10 de diciembre de 1898 con el que se selló la guerra independentista cubana de más de tres años con España definida en los últimos meses a raíz de la intervención de las tropas de Washington.

La delegación estadounidense, encabezada por el subsecretario de Estado, William R. Day, siguiendo expresas instrucciones del presidente William MacKinley y en base a dicha argumentación, rechazó toda pretensión de la contraparte española, liderada por el jurista Eugenio Montero Ríos, presidente del Senado de su país, de que al independizarse Cuba, pasar Puerto Rico a depender del gobierno de Washington y adquirir éste Filipinas, las deudas coloniales con la vieja metrópoli fueran asumidas por las nuevas autoridades, según cada caso.

España, duramente derrotada en la guerra, de la que surgieron por un lado la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, ex comandante de las tropas de Filipinas, y los regionalismos -en particular el Partido Nacionalista Vasco de Sabino Aranda- que vieron su oportunidad en el desmoronamiento del colonialismo castellano, se vio obligada a aceptar todas las condiciones aplicadas implacablemente por los vencedores y sólo recibió 20 millones de dólares estadounidenses en concepto de adquisición de Filipinas, país al que concedieron la independencia varias décadas después.

EEUU, que en 1822 a través de la doctrina del presidente James Monroe había expuesto su decisión de no permitir la intromisión europea en América; que algunas décadas después adoptó la teoría del “Destino manifiesto” del historiador John Fiske; que en 1888 pretendió impulsar lo que hoy se conoce como ALCA; y que en 1894 se convirtió en la primera potencia industrial del planeta, estaba decidido a terminar definitivamente con la presencia española en este continente, sobre todo en el Caribe, que ya para entonces era una suerte de “Mare Nostrum”.

Durante las negociaciones celebradas en París entre el 1° de octubre y el 10 de diciembre de 1898, la antes orgullosa España que había desdeñado las ofertas papales y alemanas para interceder ante EEUU y tratar de impedir la guerra, se vio obligada a firmar un tratado en el que los 75 millones de vencedores impusieron a los 17 millones de derrotados absolutamente todas sus condiciones sin aceptar uno sólo de los reclamos de los segundos e, incluso, llegaron a modificar algunas para hacerlas aún más duras.

La principal preocupación española en las negociaciones se centró en la cuestión de la deuda cubana que alcanzaba a las 1.500 millones de pesetas. Montero Ríos argumentó sin éxito al comienzo de las deliberaciones en París que EEUU debía hacerse cargo de ese pasivo y luego transferirlo a las futuras autoridades de la isla cuando ésta adquiriese su independencia plena. Pero la respuesta de Day y los suyos fue transcribir una protesta de la Universidad de La Habana: "¿Han sido jamás consultados los habitantes que están interesados en este asunto? El país ni ha sido consultado y ahora por primera vez se le notifica que debe pagar estas deudas".

Además la delegación estadounidense dejó puntualizado que como doctrina del país, cuando su país compró Lousiana a Francia, Florida a España y Alaska a Rusia no asumió las deudas que pudieran tener esas regiones las que, en todo caso, fueron absorbidas por los vendedores. De esa manera se puso punto final a toda discusión sobre el punto, quedando sentadas las bases de la doctrina de la “deuda odiosa”.

Este concepto fue tomado en los últimos años por el Vaticano, sobre todo a partir de su impulso, en el marco del Jubileo 2000, a la condonación de la deuda de los países del Tercer Mundo, sobre todo cuando ésta representa valores insignificantes porcentualmente, más allá de sus volúmenes, en las carteras de los acreedores. Máxime cuando la ilegitimidad de dichas deudas se vincula con gobiernos dictatoriales, como el del Proceso de 1976 a 1983 en Argentina, de otros regímenes terroristas de estado de la región, de tiranos sangrientos de Africa como Mobutu Sese Seko (Zaire) e Idi Amin Dada (Uganda), o en Asia en el caso del corrupto Ferdinand Marcos, cuya fortuna heredada por su esposa Imelda fue calculada en 10.000 millones de dólares.

Tal vez MacKinley, asesinado por un anaquista un año y medio después de la firma del Tratado de París haya sido iluminado por la propia divinidad para desarrollar esa doctrina. El presidente, que anexó a su país las islas Hawai y mantuvo una constante expansionista, ante una consulta que se le realizara en relación con su decisión de intervenir en la guerra que España llevara contra los independentistas cubanos, respondió que ello le había sido recomendado por el propio Dios mientras caminaban una noche por los pasillos de la Casa Blanca.

Más sobre la "Deuda Odiosa"
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Como vemos, la deuda es un tema que ha ocupado el interés en muchas etapas a lo largo de la historia, y sólo conociendo la historia y los auténticos orígenes de la deuda se puede dar vuelta el presente y reinventar el futuro. Me parece muy valioso el documental griego Deudocracia, que propone una mirada diferente a la que entregan las instituciones dominantes, y que es una opción plenamente posible. El mundo debe cambiar para beneficio de todos, y no sólo para ese 1% que se beneficia tanto en las vacas gordas, como en las vacas flacas.

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