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jueves, 6 de enero de 2011

Estonia paga un alto precio por adherirse al euro

A pesar de la profunda crisis en la que está inmersa desde 2009, la pequeña Republica báltica de Estonia ha adoptado la moneda única el 1 de enero de 2011. Con este objetivo, las autoridades han puesto en marcha medidas draconianas que han reducido a la pobreza a una parte importante de la población.

Tomando como pretexto la crisis mundial, el gobierno de centro-derecha, dirigido por el primer ministro Andrus Ansip, ha impuesto el despido de miles de funcionarios y la disminución de un 10% de los salarios de los trabajadores del sector público. Siguiendo el ejemplo del sector público, el sector privado ha ido más lejos incluso llegando a reducir los salarios una media del 15%.

El gobierno ha reducido los gastos un 20%, debido en parte a una disminución del montante de las pensiones y de la ampliación de la edad de jubilación de 63 a 65 años. Las capas más desfavorecidas han tenido además que soportar el aumento del IVA del 18 al 20%, mientras que los trabajadores han perdido la poca seguridad en el empleo que les quedaba.

La reforma del derecho del Trabajo ha liberalizado los despidos, sin obligaciones y gratuitos para la patronal. Sin embargo, no es preciso imaginar que esto no ha llevado a la creación de empleos. Al contrario, el paro ha estallado hasta alcanzar al 18% de la población activa y, en las regiones ruso parlantes al 25%. Esto a pesar del hecho de que se ha mantiene un salario mínimo de miseria que gira en torno a los 245 euros mensuales.

Para las empresas, el gobierno multiplica los regalos, les exonera en la práctica del pago de impuestos sobre los beneficios, ya que les permite deducir de los impuestos las sumas reinvertidas.

De esta manera, el miembro nº 17 de la zona euro se enorgullece de presentar las finanzas saneadas, con solamente un déficit del 1,7% del PIB y una deuda pública del 7,2% aunque el reverso de la medalla sea una economía caída a los niveles de 2005 (-14% en 2009) y todavía muy lejos de una verdadera recuperación.

Un sondeo publicado a mediados de diciembre indica que los cerca de 1,3 millones de estonios están divididos en cuanto a su valoración del euro
: un 49% son favorables al mismo, mientras que un 43% lo rechazan, temiendo nuevos aumentos de precios y mayores dificultades para sobrevivir.

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Tomado de L'Humanite

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