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miércoles, 17 de noviembre de 2010

El curioso y cambiante temperamento del mercado

Nunca esta de más recordar este video, para enfrentar con algo de humor lo que viene, a proposito del mal ánimo del mercado



Diversas expresiones dan cuenta de un ser viviente, extremadamente irritable y poderoso: “debemos estar atentos a lo que pida el mercado”; “el mercado se está expandiendo", son algunas de ellas. La creencia es que existen muchos “mercados”, todos igualmente irritables: “el Estado no debe intervenir en los mercados, podrían contraerse”. También se cree que son diversos e incluso de diverso color: “el mercado de los comodities”, "el mercado negro”, son algunos ejemplos. ¿Existen tales seres, sagrados, monstruosos e implacables llamados “mercados”? ¿Desde cuándo existen, quién los creó, a quién benefician y a quién perjudican?


Según el sociólogo uruguayo Pablo Guerra, si representáramos la historia en una hora, el mercado neoliberal capitalista ocuparía sólo cinco minutos. Existe pues mucha más memoria acumulada de otras formas de intercambio no mercantiles. La práctica del “ayni” en la zona andina del Tawantinsuyo o el trueque de productos y servicios en épocas más recientes son dos ejemplos de ellas.

¿Cómo ingresa la consigna de “dejar hacer” y la promesa de que unas manos invisibles garantizarán el armónico desarrollo de los pueblos a partir de la libre competencia de los intereses individuales? La frase “laissez faire” fue utilizada por primera vez por el fisiócrata francés Jean-Claude Marie Vicent de Gournay en el siglo XVIII para oponerse a toda intervención del estado en los asuntos económicos. En economía, la referencia se atribuye a Francoise Quesnay con su famosa sentencia "dejad hacer, dejad pasar, que el mundo rueda por sí solo". Este economista propone un modelo "circulatorio" de los bienes. A partir de la Revolución Industrial el intercambio de bienes y servicios tomó una escala que antes no tenía. Con Adam Smith aparece la pregunta sobre la riqueza de las naciones. En respuesta a la necesidad de expansión del mercado inglés, Smith se refiere a un concepto de mercado como lugar para vender más que de encuentro para el intercambio.

Sabemos que para que una nación se enriquezca se hace necesario que los bienes circulen, pero ¿debe ser regulada esa circulación? Los trabajos de Charles Darwin (1809–1882) alentaron la creencia generalizada de una evolución natural, automática, sin mediación de la decisión humana.

La ausencia de una instancia de regulación y de intervención a favor de los más débiles fue dando lugar a inadmisibles inequidades. Un 70% de la humanidad ha sido arrojada al desamparo de la indigencia. A partir de los idearios de la Revolución Francesa, se suele confundir “libertad” con libertad de mercado. Atravesar una frontera, sobre todo cuando se trata de ingresar a un país rico desde un país pobre, puede ser por demás sencillo para los productos, pero muy dificultoso, a menudo imposible, para las personas. En estos casos la mano se vuelve bien visible. Por momentos, y es el caso de las guerras por petróleo, de las invasiones -mediáticas, culturales, armadas- o de las barreras aduaneras para los propios productos mientras se predica la libertad de comercio para los demás, esa mano se vuelve groseramente visible.

Puede advertirse entonces claramente que, hablar de las reacciones de "el mercado" y de "los mercados" no es más que un recurso semántico para justificar o para provocar decisiones en favor de algunos mercaderes y sus "operadores de mercado". La movilización ciudadana en respaldo de políticas de equidad puede fortalecer a los gobiernos que no desean someterse a los intereses de esos mercaderes y desenmascarar a los que, en cambio, y más allá de sus discursos progresistas, operan como sus representantes.
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Tomado de laplazaweb

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