Páginas

martes, 5 de octubre de 2010

Manuel Castells y la Economía de la Felicidad

Manuel Castells, Artículos Claves

Cuando hace dos meses Ben Bernanke, el presidente del Sistema de Reserva Federal de Estados Unidos, clausuró el curso de la Universidad de Carolina del Sur, eligió hablar sobre la economía de la felicidad. Podría parecer una frivolidad cuando aún atravesamos la crisis económica más profunda desde hace medio siglo. En realidad, se situaba en una corriente creciente de académicos, políticos y empresarios que están tomando en serio lo que las encuestas muestran sistemáticamente: a la gente lo que le importa es ser feliz, aunque luego cada uno lo entienda a su manera.

Ni el dinero hace la felicidad ni tampoco la compra.
Hasta el punto de que hace un año Sarkozy reunió una comisión liderada por premios Nobel para proponer la creación de un índice de desarrollo basado en el concepto de felicidad. De hecho, con 37 años de retraso con respecto al primer país que decidió cambiar su medida del progreso sustituyendo el cálculo del producto nacional bruto por el índice de felicidad nacional bruta: Bután (si le falla la geo-historia, mírelo en Wikipedia). Propuesto en 1972 por el rey Jigme Singye Wangchuk, se convirtió en el parámetro de desarrollo multidimensional del país, sobre la base de combinar cuatro objetivos fundamentales:


  • un desarrollo económico-social sostenible y equitativo, en el que el crecimiento revierta en beneficios sociales para la población;
  • la conservación estricta del medio ambiente natural;
  • la preservación y promoción de la identidad cultural butanesa;
  • el buen gobierno garante de la estabilidad institucional y social sobre la que se basa la armonía de la vida cotidiana.

El índice nacional de felicidad se alimenta de principios budistas enraizados en la historia y cultura del país, pero su aplicación puede extenderse a cualquier país o región que acepte la armonía como principio de organización social. Desde entonces, el concepto se ha perfeccionado en Bután, país que se relaciona con la globalización sólo en la medida en que contribuya al incremento de su felicidad. Recientemente ha puesto las tecnologías de información y comunicación al servicio del proyecto.

Esta nueva perspectiva de contabilidad nacional se ha extendido por todo el mundo, con influencia creciente del Centro de Estudios Butaneses en numerosas conferencias internacionales, en particular en Canadá y en Brasil.Existen índices comparados de niveles de felicidad que usted puede encontrar en internet y que muestran que Bután, país pobre de 700.000 habitantes, se sitúa entre los 20 primeros países por nivel de felicidad. Claro está, el problema es cómo se mide. Y aquí los butaneses y sus amigos internacionales no están solos. Hay una investigación académica creciente sobre el tema, con verdaderas innovaciones metodológicas.

En buena parte, se basa en medidas subjetivas, como en los diarios personales diseñados por el premio Nobel Daniel Kahneman o resultantes de las encuestas especializadas. También se introducen datos estadísticos de desarrollo humano. La combinación de ambas fuentes se hace en una perspectiva holística de no privilegiar la dimensión monetaria sobre las demás. A partir de estas comparaciones, sabemos cosas interesantes. Así, los ricos suelen ser más felices que los pobres, pero los países ricos no son más felices que los pobres. Por ejemplo, en Costa Rica son más felices que en Estados Unidos.

-Porque la felicidad depende por un lado de las expectativas y por otro de la estabilidad de la vida. Procesos de rápido crecimiento disminuyen la felicidad al desorganizar la trama cotidiana. Carol Graham, de la Brookings Institution, ha investigado el tema en muchos países y encontró como factores clave de felicidad una vida personal estable, afectividad satisfactoria, buena salud y un nivel suficiente de ingresos (pero no demasiado alto, porque ahí empiezan los problemas). Pero también señala que la felicidad es la que ayuda a la buena salud.

De la investigación existente sobresalen dos temas: la sociabilidad y la adaptabilidad. Cuantas más redes familiares y sociales, más feliz es la gente. De hecho, las empresas de comunicación ya han identificado este hecho como el determinante del éxito de redes sociales en internet. Cuanto más internet, más sociabilidad, tanto virtual como presencial. Y cuanta más sociabilidad, más felicidad.

________________

Tomado de Artículos Claves

No hay comentarios.:

Publicar un comentario