Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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viernes, 6 de agosto de 2010
El origen del caos financiero y del desempleo global
Este mes se cumple un nuevo aniversario del origen del caos financiero que arrastró al mundo al desempleo global. El abandono del patrón oro el 15 de agosto de 1971 está estrechamente ligado al desempleo masivo que viven los países industrializados. Hasta esa fecha, el dólar fue lo más parecido al oro, y todas las naciones trataban de mantener un equilibrio constante entre sus exportaciones e importaciones de bienes. La mayoría de los países ideaba alternativas para exportar más de lo que importaba, de tal modo de acumular reservas de oro o, en su defecto, de dólares de Estados Unidos que, de acuerdo al tratado de Bretton Woods de 1944, podían ser canjeados por oro.
A diferencia del resto del mundo, a Estados Unidos no le preocupaba mayormente mantener un equilibrio entre las exportaciones e importaciones dado que, según el Acuerdo de Bretton Woods, podía pagar sus déficit de exportación enviando más dólares a sus acreedores. Como era la única fuente de la divisa internacional, Estados Unidos tenía una clara ventaja sobre el resto del mundo: era el único país que podían pagar sus deudas imprimiendo dinero. Algo que al resto del mundo poco le importaba: los dólares eran una línea de crédito seductora que permitían acceder al gran casino del mercado. Nadie tomó en cuenta que también tenía su límite.
Así fue como de las más de 20.000 toneladas de oro que Estados Unidos tenía al término de la Segunda Guerra Mundial, año a año fueron mermando a medida que muchos países (especialmente Francia) insistían en canjear los dólares por oro. Esta situación hizo crisis en 1970 con dos fenómenos no esperados para el gobierno de Estados Unidos: la llegada al pick del petróleo (situación que obligó a Estados Unidos a importar petróleo, en circunstancias que hasta entonces exportaba petróleo) y los resultados adversos de la guerra de Vietnam. Ambos hechos arrasaron con las reservas de oro de Estados Unidos y el país se fue a la quiebra. La ventaja que tenía para disimular su bancarrota era clara: ser dueño de la imprenta de dólares.
En los primeros meses de 1971, Henry Hazlitt y Paul Samuelson, recomendaron al gobierno de Richard Nixon que el dólar tendría que devaluarse fuertemente dado que sería necesario aumentar el número de dólares que se necesitarían para obtener una onza de oro del Tesoro de Estados Unidos. Pero Nixon no tomó en cuenta el consejo de Hazlitt y Samuelson, porque siguió las indicaciones de Milton Friedman, quien le sugirió la idea de dejar flotar libremente al dólar y eliminar la convertibilidad del dólar en oro dado que la divisa internacional valía por el propio respaldo que ofrecía el gobierno de Estados Unidos, locomotora económica mundial. Así fue como en la mañana del domingo 15 de agosto de 1971, Richard Nixon declaró la inconvertibilidad del dólar en oro, y terminó de manera unilateral con el acuerdo de Bretón Woods.
Desde ese momento, todo el comercio mundial se llevó a cabo usando los dólares que imprimía el tesoro de Estados Unidos, que no es más que dinero fiduciario, o simples papeles. Si hasta entonces, el comercio internacional tenía validez al estar respaldado en oro, desde entonces comenzó a depender de una moneda fiduciaria, producida por la mayor imprenta del mundo. Las consecuencias de ese fatídico día fue que todos los países (que podían) comenzaron a acumular dólares, como una expansión del crédito de Estados Unidos que avanzaba sin freno y ahora sin las restricciones impuestas por Bretón Woods. El resto del mundo se vio obligado a acumular reservas en dólares y estas reservas tenían que ser siempre crecientes, dado que a la menor señal de que las reservas de un país caían, se despertaban los especuladores monetarios que podían atacar la moneda de ese país y destruirla con una fuerte devaluación.
El creciente flujo de dólares a todas las partes del mundo impulsó la expansión del crédito mundial, que sólo detuvo su marcha en agosto de 2007, tras agotar todas las instancias de lo que hemos llamado esquema ponzi. La élite de la banca internacional siempre se esforzó por idear mecanismos para obtener mayores ganancias y para ello siempre buscó ampliar el crédito. Un crédito que estuvo liberado de la restricción de tener que pagar las cuentas internacionales en oro, y que marcó el boom comercial de Estados Unidos.
Hasta los años 70, un país pobre como China no tenía ninguna injerencia en el comercio mundial: vendía poco y compraba poco al resto del mundo. La globalización de los años 80, facilitada por esta ampliación de dinero falso, ofreció grandes facilidades a las empresas que, en la búsqueda de mano de obra barata, instalaron sus fábricas en China. Este fue el comienzo del proceso de desindustrialización que partió en Estados Unidos y siguió por Europa. Un proceso que destruyó la mayor cantidad de empleo en los países industrializados y que se transformó en un camino sin retorno
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