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sábado, 19 de junio de 2010

¿Cómo defienden sus mercados las economías de América Latina?

La necesidad de los países de protegerse del impacto de la crisis financiera global reavivó un viejo debate: proteccionismo versus libre mercado. Mientras Chile, México y Perú lideran el ránking de apertura económica regional, Brasil y la UE se quejan por las restricciones al comercio impuestas por la Argentina. La avalancha importadora china: un test para el futuro del Mercosur.

El Cronista

Abrir o cerrar el paraguas. Protegerse o dejar que la lluvia de importaciones bañe al país. Luego de que las medidas proteccionistas se hicieran sentir como una forma de contener el impacto de la crisis financiera sobre las economías del globo, los países, un poco más confiados, comenzaron a disminuirlas. Enseguida, las alzas arancelarias, barreras, derechos antidumping y licencias de importación quedaron atrás en aras de apostar por el intercambio comercial.

En este panorama, América Latina sorprendió al mundo por su bajo nivel de restricciones al comercio. Para la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal), "al contrario de las naciones industrializadas que adoptaron medidas proteccionistas", la región apostó por "diversas acciones para favorecer el intercambio". Promover las exportaciones y facilitar los intercambios de bienes y servicios fueron las principales señales de apertura.

No obstante, los recientes enfrentamientos entre la Argentina y Brasil -que perjudican las relaciones comerciales de los dos principales socios del Mercosur- despiertan al proteccionismo de su letargo. La tensión bilateral detonó a principios de 2009, cuando el presidente brasileño Luiz Lula Da Silva criticó el proteccionismo económico utilizado por algunos países para enfrentar la crisis. Entre ellos estaba la Argentina. Por su parte, Cristina Kirchner justificó las medidas arancelarias tomadas para resguardar la industria, sin dejar de mencionar que Brasil también protege. Ya en ese entonces, los empresarios brasileños denunciaban que la Aduana local se resistía a liberar las licencias de importación para sus productos.

En el marco de este enfrentamiento, desde la secretaría de Comercio de Guillermo Moreno se impartió una nueva orden: a partir del 1 de junio, los productos que ingresan al país deben tener el visto bueno de ese organismo, requisito que se suma a la autorización del Instituto Nacional de Alimentos (INAL).

Por las trabas de alimentos, a las críticas brasileñas se sumaron las de la Unión Europea. Raúl Ochoa, ex subsecretario de Comercio Internacional, considera que el segundo período de la gestión K se destaca por un mayor proteccionismo. "No es tanto una diferencia de escala con la Argentina, sino la capacidad de la industria brasileña para obtener condiciones de financiamiento de mediano y largo plazo, que en la Argentina son vedados", dice.

El gobierno argentino también impone restricciones al comercio con China, una economía competitiva por su escala y mano de obra barata. Además de aplicar barreras no arancelarias al país del sudeste asiático, se utilizan acciones de dumping, que Ochoa califica como "prácticas desleales de comercio". Con licencias no automáticas, Brasil abre su paraguas ante la lluvia exportadora china. "La única protección que coloca es contra productos asiáticos que puedan tener un indicio de subvalorización", dice Gustavo Segré, CEO de Center Group Argentina y Brasil.

Segré define a Brasil como proteccionista moderado, ya que "utiliza el proteccionismo como factor de negociación cuando otro país protege".

Apertura regional

Gustavo Michelín-Salomón, economista uruguayo, asegura que el "regionalismo abierto" ha funcionado de manera óptima en los últimos años. "Se incentivó el comercio regional y se mantuvo un buen nivel de apertura al resto del mundo", añade. Contrariamente, Emir Sader, secretario Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), opina que "la crisis demostró que el proteccionismo beneficia". Y destaca: "Países como México, Colombia, Perú, han pagado un precio mucho mayor en la crisis que Brasil, Ecuador, Bolivia, Argentina y Uruguay".

Como consecuencia de la apertura regional, muchos países han podido ostentar un desarrollo sostenido en el tiempo. Entre ellos se destaca Chile, que abandonó el proteccionismo a fines de los "70. "La apertura de la economía ha permitido crear una gran cantidad de industrias de exportación y atraer inversión extranjera directa", asevera Francisco Garcés, director del Centro de Economía Internacional de Libertad y Desarrollo. Del mismo modo, el abandono del proteccionismo atrajo empresas extranjeras que lograron recapitalizar la industria, la minería y el sector agrícola, antes pertenecientes a la esfera estatal. "Chile es un caso triste: era de los países menos desiguales y ha pasado a ser, bajo continuadas políticas neoliberales, uno de los más desiguales", difiere Sader.

Las huellas del camino chileno las sigue Perú, pues en los últimos años abrió cada vez más su economía. Los resultados fueron positivos. Según datos de la consultora abeceb.com, en 2001 Perú importaba por u$s 11.700 millones, mientras que en 2009 lo hizo por u$s 24.900 millones. En el mismo período, las exportaciones evolucionaron en escalas similares. Su economía creció de forma consecuente, y proyecta un PBI real de 5,5% para 2012.

México es otra de las naciones donde se apuesta por el libre comercio. Fue el primer país de la región en firmar un tratado de libre comercio con los EE.UU. y, junto con Canadá, los tres estados mantienen cuentas de comercio totalmente liberalizadas a través del Nafta. "Con esos países tiene un régimen de tarifas bajas y liberales, pero México redujo de forma sistemática las tarifas que aplica a los países que no son miembros del Nafta", sostiene Raúl Feliz, profesor del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), de México. Hoy día, rondan el 5%.

Como resultante de su pequeño tamaño, la economía uruguaya es una de las más abiertas de la región. Al ser miembro del Mercosur, la mayoría de sus industrias se rige por el Arancel Externo Común (AEC) de la unión aduanera, con aranceles que median el 15%. Hace pocos días, el país gobernado por José Pepe Mujica protagonizó un conflicto con la Argentina, que si bien no tuvo gran repercusión, pone en evidencia la agenda comercial de la nación rioplatense. La presidenta argentina se quejó ante Mujica por una restricción de compras de pollos albicelestes. En realidad, Uruguay no restringió las exportaciones argentinas, sino que demostró renovada preferencia por los pollos brasileños. "Se acordó levantar parcialmente la barrera sanitaria para la importación de pollos, donde hay una enfermedad de la que Uruguay trata de protegerse. La apertura resultó conveniente", aclara Michelín-Salomón.

Proteccionismo ideológico

Con una doctrina menos favorable hacia la apertura de los mercados, los países miembros de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) subieron o introdujeron nuevos aranceles con la crisis financiera. El más destacado del grupo es Venezuela. En el territorio gobernado por Hugo Chávez, una de las industrias más protegidas es la agroalimenticia. "Se trata de imponer lo que se ha denominado como seguridad alimentaria: depender un poco menos de la importación de alimentos", dice Maikel Bello, economista senior de Ecoanalítica.

Pero las acciones que imparte el gobierno venezolano resultan contradictorias. Entre 2006 y 2009, la apreciación del bolívar llevó a los sectores exportadores a rivalizar contra bienes importados, y perdieron competitividad. Pero luego, la caída del precio del petróleo hizo que las importaciones disminuyeran. Y a este hecho coyuntural se le sumó una vorágine proteccionista con tintes ideológicos.

"Es un proteccionismo muy sui generis, donde está el tema de las relaciones políticas entre los jefes de estado y los distintos esquemas que promueven. Países como Colombia, Perú y México se vieron afectados", sostiene el economista venezolano.

Dentro de la discusión de si los países se identifican más con el proteccionismo o el libre mercado, el Mercosur se presenta como un desafío para los próximos años. Hace poco, las palabras del candidato presidencial brasileño, José Serra, sellaron una postura definida. No sólo dijo que el Mercosur "es una farsa" y "una barrera" para que Brasil firme acuerdos comerciales con otros países, sino que además pidió flexibilizar la unión aduanera y que se convierta en una zona de libre comercio. "El Mercosur es un ancla para Brasil. Hay muchos países que están interesados en operar con Brasil pero no necesariamente con el bloque", admite Segré.

Para Ochoa, la unión aduanera tiene "un test a corto plazo": el relanzamiento de las negociaciones con la UE. Es evidente que ambos bloques comerciales se necesitan. La crisis interna de los países europeos exige atraer más comercio e inversiones, a la vez que el Mercosur se puede beneficiar de las eficiencias tecnológicas europeas. "Enfrentar el fenómeno comercial chino es mejor con una alianza estratégica que separados. Pero si fracasa esta negociación, de una u otra manera, lo advertido por Serra se transformará en realidad", arriesga. Las frustradas negociaciones entre la UE y la Comunidad Andina (CAN) y los consecuentes arreglos bilaterales son claros antecedentes. Si el Mercosur cambia su forma, ¿qué pasará entre los "buenos vecinos" de Argentina y Brasil? El avance de estas negociaciones trazará, a su tiempo, el futuro derrotero de las relaciones comerciales de la región

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