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miércoles, 29 de abril de 2009

Costos económicos de la epidemia

Alejandro Villagómez escribe esta columna hoy en El Universal de México

Usualmente estos eventos son muy costosos para un país en desarrollo, no sólo en vidas humanas, sino por su impacto en la economía

Las abuelas acostumbran a decirnos que las calamidades no vienen solas. Podrá ser coincidencia o sabiduría popular, pero lo cierto es que estamos viviendo uno de esos momentos y seguramente no lo olvidaremos por mucho tiempo. Hace tan sólo una semana nuestra preocupación se centraba fundamentalmente en la crisis económica, pero a partir de la noche del jueves hemos entrado a un túnel más oscuro y escabroso.

Independientemente del dolor que causan las pérdidas humanas y de la angustia, estrés y zozobra en la que se encuentra buena parte de la población, tema dominante en los pocos sitios de reunión colectiva que aún se mantienen, es necesario realizar algunas valoraciones preliminares sobre el costo económico potencial que este suceso necesariamente tendrá para nuestra ya golpeada economía. Desde el sábado pasado inicié esta discusión en mi blog Tintero Económico Diario con algunas reflexiones, y desde el lunes he visto más reflexiones en la prensa escrita, lo que refleja la creciente preocupación por este aspecto del problema. Es importante mencionar que este no es un ejercicio sencillo. Primero, porque el evento está en proceso y no sabemos aún las dimensiones que adquirirá. Segundo, porque muchas de las variables relevantes no son medibles de manera exacta y, tercero, porque hay que imputar valores a varios de ellas.

¿Cuáles son los componentes a considerar? El primero y más obvio resulta de las pérdidas en vidas humanas derivadas de esta epidemia. El segundo gran componente incluye los gastos realizados para hacer frente a la enfermedad, hospitalarios y medicinas en su mayoría. Asociado a esto viene otro costo imputado que se refiere a las horas hombres no laboradas por los afectados. Un tercer gran componente incluye todos los costos derivados de acciones para evitar contagio. Por ejemplo, horas-hombre no laboradas por suspensión de actividades, o ausentismo debido a tener que atender a familiares enfermos. También incluye el impacto económico sobre aquellos sectores productivos de la rama porcina, debido a una caída en las compras de estos productos, en el mercado interno y desde luego a nuestras exportaciones. Finalmente se incluye el serio impacto a sectores como el de servicios y turismo, que suele ser grande en los análisis mencionados.

Puede seguir leyedo este artículo en El Universal

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