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sábado, 15 de diciembre de 2007

"ANÁLISIS" QUINCE AÑOS DESPUÉS...


Quince años alcanzó a vivir la revista Análisis (1977-1992) y quince años después vuelve con este ejemplar que no exuda nostalgia sino la impotencia de ver al auténtico periodismo de investigación con las manos atadas y mirando la pared. Chile, un país que tuvo la valentía de desarrollar a través de su prensa escrita una trinchera de lucha y de combate frente a una ideología de exterminio social, se ve de pronto sumido en la inmediatez de la farándula y la estupidez sin límite.

¿Por qué todo aquel gran periodismo que surgió en lo años duros de la represión militar tuvo tan corta vida tras el retorno a la democracía? ¿Por qué ninguno de los cuatro gobiernos de la Concertación ha permitido la creación de instancias que den al periodismo un rol central en lo que es la mirada autocrítica o la construcción de identidad? Por mediocridad, incapacidad de visión, cero perspectiva de alimentar el debate sólido, la idea de un futuro per-durable y retroalimentable.

También podría argumentar que por el miedo propio y ramplón de la incapacidad, de la falta de auténtico talento, de quedar al descubierto con ideas burdas. Porque en el fondo de lo que se trataba era de llenarse los bolsillos. Lo cierto es que si existiera esta prensa hoy, con su fuerza y coraje, no existirían fraudes como el Transantiago, que permiten que el señor Andrés Navarro ande en helicóptero; propuestas inescrupulosas en áreas de la salud o educaciòn, y se podrìa conocer de lo que fue Chiledeportes.

Análisis, al igual que la Revista Hoy nacieron en 1977, en el cuarto año de la dictadura. Un año antes lo había hecho la revista APSI y la de la Vicaría de la Solidaridad. A principios de los 80 se sumaron Pluma y Pincel y Cauce y más tarde La Época, Fortín Mapocho, Página Abierta.

Conocí la revista Análisis en los años ochenta cuando estaba en la avenida Crescente Errázuriz, de Ñuñoa, más tarde se cambiaría a Manuel Montt. Sergio Palacios, crítico teatral, al tomar contacto con mi trabajo, me invitó a escribir de cine, tarea que hice en forma algo interrumpida pues entre 1987 y 1990 formé parte del staff de Fortín Mapocho.

¿Por qué desaparecieron todos aquellos medios que denunciaban a los detenidos-desaparecidos, que lucharon por decir la verdad, por dar cuenta de los crímenes y vejámenes de la dictadura? La respuesta habría que pedírsela directamente a Patricio Alwyn, pues fue en su gobierno cuando todos estos diarios y revistas cerraron sus puertas.

El periodista estadounidense Ken Dermota en su libro Chile inédito, el periodismo bajo democracia (Ediciones B, diciembre 2002), realiza un agudo análisis sobre el periodismo en Chile y sobre el comportamiento de la Concertación frente a la prensa escrita. “Hay una gran variedad de titulares”, dice, “pero todo eso es una trampa… Se quiere hacer creer que hay libertad de expresión pero la prensa es manejada por los imperios de Copesa y El Mercurio, que son abiertamente de derecha y padrinos del modelo económico por las ventajas que les ofrece”.

A principios de los años 80 El Mercurio, que estaba al borde de la quiebra, recibió un préstamo del Banco del Estado por 100 millones de dólares. Esta operación de rescate financiero tuvo el doble objetivo de permitir el alzamiento de la cadena a todo el país (duplicó de 8 a 16 sus periódicos) y cimentar la orientación ideológica del régimen de Pinochet y los conceptos del “fundamentalismo de mercado”, abriendo tribuna a los Chicago boys en medio de una política de shock que haría cundir el PEM y el POJH. Por cierto, la empresa de Agustín Edwards nunca devolvió ni un peso al Estado.

A su vez, y en la dirección opuesta, no ha habido ninguna política de apoyo de los gobiernos de la Concertación hacia los medios independientes. Los intentos de aportar un periodismo diferente como Siete más siete, El Metropolitano o Rocinante, sucumbieron por la falta de apoyo económico. Y aunque cueste creerlo, de los 4.300 millones de pesos que el Estado gasta en publicidad en la prensa escrita al año, 3.500 millones van a las arcas de El Mercurio y Copesa, el duopolio de siempre en la prensa chilena, quedando apenas el 20% a repartir entre los medios alternativos que aún sobreviven. Es el colmo.

Marco Antonio Moreno

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