Patrick Martin, wsws
El reporte de que el Gobierno de Trump busca aprobar otro regalo de $100 mil millones para los superricos subraya la urgente realidad que enfrenta la clase trabajadora: la sociedad estadounidense ya no puede costear la interminable acumulación de riqueza personal por parte de la élite gobernante.
Este es, por supuesto, un problema global. Como lo concluyó un estudio de Oxfam el año pasado, ocho multimillonarios controlan tanta riqueza como la mitad más pobre de la humanidad, alrededor de 3,6 mil millones de personas. Seis de ellos son estadounidenses, mientras que no hay otra parte en el mundo en que el conflicto entre las necesidades de los trabajadores y el apetito voraz de la aristocracia financiera sea tan agudo como en Estados Unidos.
Un solo megamilmillonario, Jeff Bezos de Amazon, el hombre más rico del mundo, ha visto su fortuna aumentar casi $50 mil millones en el 2018, lo suficiente como para pagarles una bonificación de $100.000 a los más de medio millón de trabajadores de la empresa.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
viernes, 3 de agosto de 2018
jueves, 2 de agosto de 2018
Creación monetaria y señoraje de los bancos privados
Alejandro Nadal, La Jornada
El proceso de creación monetaria por los bancos comerciales privados en una economía capitalista es un misterio para muchos economistas. La fuente de esta confusión se encuentra en el análisis del papel de los bancos en la teoría económica convencional. Urge hacer una crítica profunda de la teoría macroeconómica ortodoxa en este punto.
Los aficionados de la historia del pensamiento económico saben que el papel de los bancos comerciales privados en una economía capitalista fue muy bien entendido por teóricos como Joseph Schumpeter y Hyman Minsky. Pero la teoría ortodoxa no recogió esas enseñanzas y prefirió el camino del oscurantismo y los cuentos de hadas.
Según la teoría ortodoxa los bancos son simples intermediarios. La narrativa es tan sencilla como engañosa: los ahorradores llevan sus ahorros a depositarlos en los bancos. Éstos prestan ese dinero a los inversionistas que demandan capitales. La diferencia entre los intereses que pagan a los ahorradores y los que cobran a los inversionistas otorga ganancias a los bancos por su trabajo de intermediación. Ese relato curioso no tiene nada que ver con la realidad.
El proceso de creación monetaria por los bancos comerciales privados en una economía capitalista es un misterio para muchos economistas. La fuente de esta confusión se encuentra en el análisis del papel de los bancos en la teoría económica convencional. Urge hacer una crítica profunda de la teoría macroeconómica ortodoxa en este punto.
Los aficionados de la historia del pensamiento económico saben que el papel de los bancos comerciales privados en una economía capitalista fue muy bien entendido por teóricos como Joseph Schumpeter y Hyman Minsky. Pero la teoría ortodoxa no recogió esas enseñanzas y prefirió el camino del oscurantismo y los cuentos de hadas.
Según la teoría ortodoxa los bancos son simples intermediarios. La narrativa es tan sencilla como engañosa: los ahorradores llevan sus ahorros a depositarlos en los bancos. Éstos prestan ese dinero a los inversionistas que demandan capitales. La diferencia entre los intereses que pagan a los ahorradores y los que cobran a los inversionistas otorga ganancias a los bancos por su trabajo de intermediación. Ese relato curioso no tiene nada que ver con la realidad.
miércoles, 1 de agosto de 2018
Tasa de recaudación de impuestos corporativos a un mínimo histórico
Gabriel Black, wsws
La tasa de recaudación de impuestos de las corporaciones estadounidenses ha caído a un mínimo casi récord, según un informe del New York Times.
La rebaja de impuestos de Trump, aprobada en diciembre del año pasado, ha precipitado una caída dramática en el dinero que se recauda por parte de las principales corporaciones, dejando a sus adinerados accionistas más ricos y al gobierno federal más endeudado. Según la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, los impuestos corporativos que fueron reducidos producirán un billón adicional de dólares en deuda federal durante la próxima década.
Entre enero y junio de 2018, el dinero obtenido de impuestos corporativos había disminuido casi 50 mil millones de dólares con respecto del año anterior, una caída de un tercio. Esta gran suma, que ahora está en los bolsillos de las grandes compañías, casi equivale al presupuesto de educación federal, equivalente a 68 mil millones de dólares al año.
Sin embargo, la baja recaudación de impuestos histórica de las corporaciones estadounidenses no es simplemente un fenómeno nacional causado por Trump. Un nuevo estudio de Ludvig Wier, economista de la Universidad de Copenhague, descubrió que entre 1985 y 2018 la tasa promedio de impuestos corporativos disminuyó de 49 por ciento a 24 por ciento. En declaraciones al Washington Post, Wier comentó que "a este ritmo, los impuestos corporativos van a morir en 10 a 20 años".
La tasa de recaudación de impuestos de las corporaciones estadounidenses ha caído a un mínimo casi récord, según un informe del New York Times.
La rebaja de impuestos de Trump, aprobada en diciembre del año pasado, ha precipitado una caída dramática en el dinero que se recauda por parte de las principales corporaciones, dejando a sus adinerados accionistas más ricos y al gobierno federal más endeudado. Según la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, los impuestos corporativos que fueron reducidos producirán un billón adicional de dólares en deuda federal durante la próxima década.
Entre enero y junio de 2018, el dinero obtenido de impuestos corporativos había disminuido casi 50 mil millones de dólares con respecto del año anterior, una caída de un tercio. Esta gran suma, que ahora está en los bolsillos de las grandes compañías, casi equivale al presupuesto de educación federal, equivalente a 68 mil millones de dólares al año.
Sin embargo, la baja recaudación de impuestos histórica de las corporaciones estadounidenses no es simplemente un fenómeno nacional causado por Trump. Un nuevo estudio de Ludvig Wier, economista de la Universidad de Copenhague, descubrió que entre 1985 y 2018 la tasa promedio de impuestos corporativos disminuyó de 49 por ciento a 24 por ciento. En declaraciones al Washington Post, Wier comentó que "a este ritmo, los impuestos corporativos van a morir en 10 a 20 años".
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domingo, 29 de julio de 2018
La economía mundial, inmersa en una guerra comercial sin precedentes
Rémi Grumel, NPA
En la cumbre de la OTAN que tuvo lugar los días 11 y 12 de julio en Bruselas se palpaba la tensión entre Donald Trump y los jefes de Estado de los demás países miembros de la alianza militar. Al tiempo que aumenta los aranceles aduaneros, el presidente estadounidense quiere que sus socios incrementen su presupuesto militar.
Haciendo referencia al proyecto de gasoducto Nord Stream 2, que enlazará Rusia con Alemania a través del Báltico, Trump reprochó especialmente a Alemania que se halle en manos de Rusia. El gas ruso, en efecto, compite con el gas natural licuado que producen los grupos norteamericanos a partir del gas de esquisto y que intentan exportar. Esta es la expresión de la nueva política agresiva del imperialismo estadounidense, que desea conservar sus posiciones a fuerza de atizar graves tensiones políticas y comerciales.
Escalada de tensiones comerciales
El 6 de julio, la administración norteamericana anunció la entrada en vigor de aranceles del 25% sobre 818 productos de exportación chinos por un valor de 34.000 millones de dólares, muchos de ellos de alto contenido tecnológico como coches eléctricos, componentes aeronáuticos, robots industriales o discos duros de ordenadores 1/. El gobierno chino no dudó en responder inmediatamente con un nuevo arancel sobre 545 productos estadounidenses que suman el mismo valor. Se trata del episodio más significativo de una escalada de tensiones comerciales que había comenzado el 8 de marzo con el anuncio por parte de Trump de un arancel del 25% sobre las importaciones de acero y otro del 10 % sobre las de aluminio.
En la cumbre de la OTAN que tuvo lugar los días 11 y 12 de julio en Bruselas se palpaba la tensión entre Donald Trump y los jefes de Estado de los demás países miembros de la alianza militar. Al tiempo que aumenta los aranceles aduaneros, el presidente estadounidense quiere que sus socios incrementen su presupuesto militar.
Haciendo referencia al proyecto de gasoducto Nord Stream 2, que enlazará Rusia con Alemania a través del Báltico, Trump reprochó especialmente a Alemania que se halle en manos de Rusia. El gas ruso, en efecto, compite con el gas natural licuado que producen los grupos norteamericanos a partir del gas de esquisto y que intentan exportar. Esta es la expresión de la nueva política agresiva del imperialismo estadounidense, que desea conservar sus posiciones a fuerza de atizar graves tensiones políticas y comerciales.
Escalada de tensiones comerciales
El 6 de julio, la administración norteamericana anunció la entrada en vigor de aranceles del 25% sobre 818 productos de exportación chinos por un valor de 34.000 millones de dólares, muchos de ellos de alto contenido tecnológico como coches eléctricos, componentes aeronáuticos, robots industriales o discos duros de ordenadores 1/. El gobierno chino no dudó en responder inmediatamente con un nuevo arancel sobre 545 productos estadounidenses que suman el mismo valor. Se trata del episodio más significativo de una escalada de tensiones comerciales que había comenzado el 8 de marzo con el anuncio por parte de Trump de un arancel del 25% sobre las importaciones de acero y otro del 10 % sobre las de aluminio.
viernes, 27 de julio de 2018
Economía mundial: 50 años de crisis crónica y una década de depresión
Carlos Carcione, Anticapitalistas en red
Los primeros episodios de la “guerra comercial” desatada por Donald Trump han encendido las alarmas sobre el desempeño económico global en el corto o, a lo sumo, en el cercano mediano plazo. Una parte importante de los economistas defensores del capitalismo, ya sean ortodoxos o keynesianos, pronostican como un peligro inminente la instalación de un nuevo escenario de recesión en las principales economías, similar al provocado por la crisis de 2007. Según los primeros cálculos realizados por algunos de ellos, de desarrollarse esta ola proteccionista, la economía mundial reduciría su precario crecimiento actual a menos de la mitad de lo proyectado (que de por sí está por debajo de los números previos a 2007), lo que de hecho significa un una nueva recesión tan grave como aquella.
Con este debate sobre la mesa y con la unanimidad que expresan sobre lo nocivo de la política proteccionista, los especialistas explican y definen la economía política de Trump por cuestiones subjetivas, y algunos hasta por rasgos psicológicos del presidente de Estados Unidos y sus asesores: “incapaces”, “ignorantes”, “delirantes”, son algunos de los términos que se pueden leer en la prensa y con los que pretenden ocultar su propia sorpresa, el descalabro de su “sentido común”, frente al desarrollo de una política anunciada por Trump desde su campaña electoral.
Los primeros episodios de la “guerra comercial” desatada por Donald Trump han encendido las alarmas sobre el desempeño económico global en el corto o, a lo sumo, en el cercano mediano plazo. Una parte importante de los economistas defensores del capitalismo, ya sean ortodoxos o keynesianos, pronostican como un peligro inminente la instalación de un nuevo escenario de recesión en las principales economías, similar al provocado por la crisis de 2007. Según los primeros cálculos realizados por algunos de ellos, de desarrollarse esta ola proteccionista, la economía mundial reduciría su precario crecimiento actual a menos de la mitad de lo proyectado (que de por sí está por debajo de los números previos a 2007), lo que de hecho significa un una nueva recesión tan grave como aquella.
Con este debate sobre la mesa y con la unanimidad que expresan sobre lo nocivo de la política proteccionista, los especialistas explican y definen la economía política de Trump por cuestiones subjetivas, y algunos hasta por rasgos psicológicos del presidente de Estados Unidos y sus asesores: “incapaces”, “ignorantes”, “delirantes”, son algunos de los términos que se pueden leer en la prensa y con los que pretenden ocultar su propia sorpresa, el descalabro de su “sentido común”, frente al desarrollo de una política anunciada por Trump desde su campaña electoral.
jueves, 26 de julio de 2018
La economía mundial en la encrucijada
Alejandro Nadal, La Jornada
En 1931 John Maynard Keynes escribió un ensayo sobre Las posibilidades económicas de nuestros nietos. En él describió con profundo optimismo el potencial que en el largo plazo conlleva el desarrollo del capitalismo. Entre las perspectivas que pronosticaba para 2031 estaba la semana de trabajo de 15 horas. La población dedicaría el resto de su tiempo a la cultura y el esparcimiento. Al comenzar la Gran Depresión, Keynes escribía estas reflexiones como un antídoto contra la desesperanza que comenzaba a predominar. Sus predicciones no se han cumplido y las crisis recurrentes, el deterioro ambiental y la profunda desigualdad que imperan en el mundo vuelven a alimentar el pesimismo.
Una gran distancia separa las perspectivas de largo plazo sobre el capitalismo y lo que ocurre en la coyuntura actual. Pero no hay que olvidar que el viaje más largo se compone de pequeños pasos. Los fuertes vientos de fronda y profundas contracorrientes que hoy sacuden la economía mundial son las palabras con las que se escribirá mañana la historia del capitalismo.
Lo que hace unos meses podía parecer una frágil recuperación hoy se presenta como un paisaje sombrío. Existen fuerzas que estimulan el crecimiento, pero coexisten con varios factores que frenan la expansión. ¿Cuál será el desenlace? O la recuperación se consolida y la economía mundial avanza por un sendero de tímida expansión, o el deterioro se profundiza y resurge el espectro de una crisis más profunda que la anterior.
En 1931 John Maynard Keynes escribió un ensayo sobre Las posibilidades económicas de nuestros nietos. En él describió con profundo optimismo el potencial que en el largo plazo conlleva el desarrollo del capitalismo. Entre las perspectivas que pronosticaba para 2031 estaba la semana de trabajo de 15 horas. La población dedicaría el resto de su tiempo a la cultura y el esparcimiento. Al comenzar la Gran Depresión, Keynes escribía estas reflexiones como un antídoto contra la desesperanza que comenzaba a predominar. Sus predicciones no se han cumplido y las crisis recurrentes, el deterioro ambiental y la profunda desigualdad que imperan en el mundo vuelven a alimentar el pesimismo.
Una gran distancia separa las perspectivas de largo plazo sobre el capitalismo y lo que ocurre en la coyuntura actual. Pero no hay que olvidar que el viaje más largo se compone de pequeños pasos. Los fuertes vientos de fronda y profundas contracorrientes que hoy sacuden la economía mundial son las palabras con las que se escribirá mañana la historia del capitalismo.
Lo que hace unos meses podía parecer una frágil recuperación hoy se presenta como un paisaje sombrío. Existen fuerzas que estimulan el crecimiento, pero coexisten con varios factores que frenan la expansión. ¿Cuál será el desenlace? O la recuperación se consolida y la economía mundial avanza por un sendero de tímida expansión, o el deterioro se profundiza y resurge el espectro de una crisis más profunda que la anterior.
martes, 24 de julio de 2018
Helsinki: Rusia exhibe el fin oficial del unilateralismo de EEUU
Nazanín Armanian, Público
Parecía estar abducido: había abandonado su habitual prepotencia impertinente. Ante el líder ruso, parecía un niño con una angustiosa inseguridad. Definitivamente, el ropaje del presidente de EEUU le iba bastante grande a Donald Trump que decepcionó a quienes iban a ver un duelo de titanes: su trato hacia Vladimir Putin no era el del líder de la superpotencia, ni siquiera de un igual a igual, sino de un discípulo hacia un ídolo; nada que ver con sus maneras hacia los jefes de los estados europeos. El dirigente ruso, un hombre curtido en la política, con una actitud paternal consiguió algo inaudito: que el propio presidente de EEUU le diera razón ante el mundo al mismísimo “demonio ruso” y tachara de “desastre” al trabajo de los servicios de inteligencia de EEUU. Para Trump Rusia es un amigo y Europa la enemiga.
La primera cumbre oficial entre Trump y Putin puso patas arriba a Washington. El Establishment demócrata-republicana, que considera al jefe del estado algo parecido a un infiltrado del “Agente Putin”, hizo todo lo posible para sabotear la cumbre del 16 de julio: tres días antes, el fiscal Robert Mueller emitió una acusación contra 12 oficiales de inteligencia rusa por perjudicar la candidata Hilary Clinton en 2016. Al no conseguirlo, a Trump le llamaron de todo menos guapo: “traidor”, ser “un activo de inteligencia rusa”, marioneta de “un delincuente y un asesino”, o que su actitud “se eleva y supera el umbral de ‘altos crímenes y delitos menores’” fue la guinda que puso John Brennan, exdirector de la CIA al despropósito, porque el presidente no había criticado a Putin por los asuntos de Crimea, Siria o los “ciberataques” ¡Sospechan, incluso, que su idea de desmantelar la OTAN es para facilitar la invasión rusa a Europa! La paranoia llega a tal punto que la senadora republicana Lindsay Graham advirtió que no dejaría entrar en la Casa Blanca el balón de futbol de la Copa del Mundo que Putin regaló a Trump (¿metáfora del gol a EEUU?), porque poodría llevar un dispositivo de escuchas. En plan ofensivo y días después Trump anunció que había invitado a Putin a la Casa Blanca: ¡Aquí mando yo!
Parecía estar abducido: había abandonado su habitual prepotencia impertinente. Ante el líder ruso, parecía un niño con una angustiosa inseguridad. Definitivamente, el ropaje del presidente de EEUU le iba bastante grande a Donald Trump que decepcionó a quienes iban a ver un duelo de titanes: su trato hacia Vladimir Putin no era el del líder de la superpotencia, ni siquiera de un igual a igual, sino de un discípulo hacia un ídolo; nada que ver con sus maneras hacia los jefes de los estados europeos. El dirigente ruso, un hombre curtido en la política, con una actitud paternal consiguió algo inaudito: que el propio presidente de EEUU le diera razón ante el mundo al mismísimo “demonio ruso” y tachara de “desastre” al trabajo de los servicios de inteligencia de EEUU. Para Trump Rusia es un amigo y Europa la enemiga.
La primera cumbre oficial entre Trump y Putin puso patas arriba a Washington. El Establishment demócrata-republicana, que considera al jefe del estado algo parecido a un infiltrado del “Agente Putin”, hizo todo lo posible para sabotear la cumbre del 16 de julio: tres días antes, el fiscal Robert Mueller emitió una acusación contra 12 oficiales de inteligencia rusa por perjudicar la candidata Hilary Clinton en 2016. Al no conseguirlo, a Trump le llamaron de todo menos guapo: “traidor”, ser “un activo de inteligencia rusa”, marioneta de “un delincuente y un asesino”, o que su actitud “se eleva y supera el umbral de ‘altos crímenes y delitos menores’” fue la guinda que puso John Brennan, exdirector de la CIA al despropósito, porque el presidente no había criticado a Putin por los asuntos de Crimea, Siria o los “ciberataques” ¡Sospechan, incluso, que su idea de desmantelar la OTAN es para facilitar la invasión rusa a Europa! La paranoia llega a tal punto que la senadora republicana Lindsay Graham advirtió que no dejaría entrar en la Casa Blanca el balón de futbol de la Copa del Mundo que Putin regaló a Trump (¿metáfora del gol a EEUU?), porque poodría llevar un dispositivo de escuchas. En plan ofensivo y días después Trump anunció que había invitado a Putin a la Casa Blanca: ¡Aquí mando yo!
lunes, 23 de julio de 2018
El columnista del Washington Post exige intervención del “Estado profundo”
Andre Damon, wsws
La histeria mediática que rodea al encuentro del presidente estadounidense Donald Trump con el presidente ruso Vladimir Putin en Helsinki se ha convertido en la ocasión para un giro radical hacia la derecha en la élite gobernante y el aparato mediático de los Estados Unidos. Los editoriales estadounidenses se han llenado de llamamientos explícitos para medidas estatales-policiales e intervención de las agencias de inteligencia en los asuntos del Estado que se habrían considerado inaceptables hace una semana.
El viernes, el columnista del Washington Post Eugene Robinson publicó una columna intitulada "Dios bendiga el Estado profundo", en la que presenta a los "servidores públicos que fueron ridiculizados por los trumpistas como el supuesto 'Estado profundo'" como un antídoto contra un presidente traidor y un Congreso ineficaz.
Robinson nunca define con precisión lo que quiere decir con el "Estado profundo", pero cita al director de Inteligencia Nacional, Daniel Coates, como uno de los funcionarios de alto rango que han respondido a la afirmación de Trump de que Rusia no “interfirió" en las elecciones del 2016. Es hacia tales oficiales de inteligencia y militares hacia los que el columnista del Post está atraído
La histeria mediática que rodea al encuentro del presidente estadounidense Donald Trump con el presidente ruso Vladimir Putin en Helsinki se ha convertido en la ocasión para un giro radical hacia la derecha en la élite gobernante y el aparato mediático de los Estados Unidos. Los editoriales estadounidenses se han llenado de llamamientos explícitos para medidas estatales-policiales e intervención de las agencias de inteligencia en los asuntos del Estado que se habrían considerado inaceptables hace una semana.
El viernes, el columnista del Washington Post Eugene Robinson publicó una columna intitulada "Dios bendiga el Estado profundo", en la que presenta a los "servidores públicos que fueron ridiculizados por los trumpistas como el supuesto 'Estado profundo'" como un antídoto contra un presidente traidor y un Congreso ineficaz.
Robinson nunca define con precisión lo que quiere decir con el "Estado profundo", pero cita al director de Inteligencia Nacional, Daniel Coates, como uno de los funcionarios de alto rango que han respondido a la afirmación de Trump de que Rusia no “interfirió" en las elecciones del 2016. Es hacia tales oficiales de inteligencia y militares hacia los que el columnista del Post está atraído
domingo, 22 de julio de 2018
El deep State o el complejo militar industrial de Beltway tras la cabeza de Trump?
Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada
Sin tapujos, Ron Paul –ex legislador texano del Partido Republicano y padre del influyente senador Rand del Partido del Té– imputa al complejo militar industrial de Beltway de estar detrás del sabotaje de la cumbre en Helsinki: aterrorizado de realizar la paz con Rusia por “cientos de miles de millones de razones –conocidos como dólares–” que harán lo que sea para prevenir el acercamiento de Trump y Putin.
Al unísono de la pérfida acusación del juez especial Robert Mueller, el complejo militar industrial de Beltway busca la decapitación de Trump (http://bit.ly/2JFB1Nb).
Ron Paul –crítico cartesiano de los más creíbles a sus 82 años, en contrapunto al pugnaz senador Republicano John McCain, de 81 años, vinculado a los intereses bélicos de George Soros– conoce los intríngulis del poder en Estados Unidos, hoy en plena guerra civil cacofónica tras la polémica conferencia de Trump en Helsinki (http://bit.ly/2Ldo7f6). Ron Paul explaya la diferencia entre el deep State y el complejo militar industrial de Beltway. Juzga que “el deep State no constituye una secreta y amplia teoría de la conspiración”, ya que es real, opera abiertamente y está lejos de ser monolítico, cuando es simplemente el gobierno permanente y no elegido que continúa expandiendo su poder independientemente de la forma en que votan los estadounidenses. Ron Paul afirma que “existen facciones del deep State que están contentas (sic) con las políticas del presidente Trump”, que se pudiera decir aun que las representa.
Sin tapujos, Ron Paul –ex legislador texano del Partido Republicano y padre del influyente senador Rand del Partido del Té– imputa al complejo militar industrial de Beltway de estar detrás del sabotaje de la cumbre en Helsinki: aterrorizado de realizar la paz con Rusia por “cientos de miles de millones de razones –conocidos como dólares–” que harán lo que sea para prevenir el acercamiento de Trump y Putin.
Al unísono de la pérfida acusación del juez especial Robert Mueller, el complejo militar industrial de Beltway busca la decapitación de Trump (http://bit.ly/2JFB1Nb).
Ron Paul –crítico cartesiano de los más creíbles a sus 82 años, en contrapunto al pugnaz senador Republicano John McCain, de 81 años, vinculado a los intereses bélicos de George Soros– conoce los intríngulis del poder en Estados Unidos, hoy en plena guerra civil cacofónica tras la polémica conferencia de Trump en Helsinki (http://bit.ly/2Ldo7f6). Ron Paul explaya la diferencia entre el deep State y el complejo militar industrial de Beltway. Juzga que “el deep State no constituye una secreta y amplia teoría de la conspiración”, ya que es real, opera abiertamente y está lejos de ser monolítico, cuando es simplemente el gobierno permanente y no elegido que continúa expandiendo su poder independientemente de la forma en que votan los estadounidenses. Ron Paul afirma que “existen facciones del deep State que están contentas (sic) con las políticas del presidente Trump”, que se pudiera decir aun que las representa.
viernes, 20 de julio de 2018
LA OCDE coincide con Piketty: la riqueza heredada siempre crecerá más que la del rendimiento del trabajo
Ronald Janssen, ctxt
Los beneficios de hoy no se convierten en las inversiones de mañana
Una imagen dice más que mil palabras. Sin duda este dicho se ajusta perfectamente a los gráficos publicados por la OCDE en el último número de Economic Outlook, y que muestran la tasa de rentabilidad de los activos fijos, una medida representativa de la rentabilidad de las inversiones de capital.
Basta con echar un vistazo rápido para apreciar que en los países de la OCDE se han producido altas tasas de rentabilidad. De hecho, en términos generales, la tasa de rentabilidad de los activos fijos ha alcanzado el 10%, como en los momentos previos a la crisis. En EE.UU. y en Reino Unido la tasa es más alta (12%), Alemania y Holanda han alcanzado una rentabilidad récord de un 13 y 14%. Es más, estas tasas solo reflejan la rentabilidad previa a que se produzca el efecto de apalancamiento financiero, cuando las empresas obtienen créditos a un tipo de interés más bajo que la rentabilidad de los activos. Esto implica que los rendimientos del capital serían aún más elevados y un múltiplo de los rendimientos que se muestran en los gráficos.
En un contexto de elevada rentabilidad de la inversión y de un nivel de riesgo de la inversión financiera en sus mínimos históricos, debería producirse un aumento de la inversión empresarial en la medida en que aumentan las expectativas de obtención de mayores beneficios que los costes financieros que suponen las inversiones. Sin embargo, se ha producido el caso contrario. Según el Outlook de la OCDE, cabe esperar que el gasto de inversión para el periodo 2018-2019 se sitúe alrededor de un 12% por debajo del nivel necesario para que crezca el stock de capital al mismo ritmo que en la década anterior a la crisis. Las empresas no están realizando las inversiones marginales pero rentables que deberían permitir unos tipos de interés bajos. Resulta interesante que para explicar esta situación la OCDE recurra en este caso a tasas internas de retorno empresarial pegajosas, que llegan a alcanzar un 14-15%. En otras palabras, las empresas a la hora de decidir si invierten o no siguen necesitando umbrales de rentabilidad nominal altos y rígidos, incluso a pesar de la reducción sustancial del coste de inversión financiera o alternativa libre de riesgo. De hecho, la OCDE lleva este argumento un poco más lejos al afirmar que las corporaciones, sobre todo las de Estados Unidos, con beneficios y recursos optan por fusionarse o comprar otras compañías competidoras, en lugar de aportar nuevo capital al stock agregado.
Los beneficios de hoy no se convierten en las inversiones de mañana
Una imagen dice más que mil palabras. Sin duda este dicho se ajusta perfectamente a los gráficos publicados por la OCDE en el último número de Economic Outlook, y que muestran la tasa de rentabilidad de los activos fijos, una medida representativa de la rentabilidad de las inversiones de capital.
Basta con echar un vistazo rápido para apreciar que en los países de la OCDE se han producido altas tasas de rentabilidad. De hecho, en términos generales, la tasa de rentabilidad de los activos fijos ha alcanzado el 10%, como en los momentos previos a la crisis. En EE.UU. y en Reino Unido la tasa es más alta (12%), Alemania y Holanda han alcanzado una rentabilidad récord de un 13 y 14%. Es más, estas tasas solo reflejan la rentabilidad previa a que se produzca el efecto de apalancamiento financiero, cuando las empresas obtienen créditos a un tipo de interés más bajo que la rentabilidad de los activos. Esto implica que los rendimientos del capital serían aún más elevados y un múltiplo de los rendimientos que se muestran en los gráficos.
En un contexto de elevada rentabilidad de la inversión y de un nivel de riesgo de la inversión financiera en sus mínimos históricos, debería producirse un aumento de la inversión empresarial en la medida en que aumentan las expectativas de obtención de mayores beneficios que los costes financieros que suponen las inversiones. Sin embargo, se ha producido el caso contrario. Según el Outlook de la OCDE, cabe esperar que el gasto de inversión para el periodo 2018-2019 se sitúe alrededor de un 12% por debajo del nivel necesario para que crezca el stock de capital al mismo ritmo que en la década anterior a la crisis. Las empresas no están realizando las inversiones marginales pero rentables que deberían permitir unos tipos de interés bajos. Resulta interesante que para explicar esta situación la OCDE recurra en este caso a tasas internas de retorno empresarial pegajosas, que llegan a alcanzar un 14-15%. En otras palabras, las empresas a la hora de decidir si invierten o no siguen necesitando umbrales de rentabilidad nominal altos y rígidos, incluso a pesar de la reducción sustancial del coste de inversión financiera o alternativa libre de riesgo. De hecho, la OCDE lleva este argumento un poco más lejos al afirmar que las corporaciones, sobre todo las de Estados Unidos, con beneficios y recursos optan por fusionarse o comprar otras compañías competidoras, en lugar de aportar nuevo capital al stock agregado.
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jueves, 19 de julio de 2018
Gulliver en el país de la macroeconomía
Alejandro Nadal, La Jornada
Cuando Jonathan Swift escribió Los Viajes de Gulliver, una sátira sobre las vanidades que animan la política y las guerras entre las naciones, todavía no nacía la teoría económica. Pero ya existía una reflexión sobre los precios y la cantidad de moneda en circulación. El mismo Swift participó en una controversia sobre una reforma monetaria en Irlanda, oponiéndose a la introducción de monedas de cobre, argumentando que se degradaría el valor de cada unidad y las de mala calidad desplazarían a las de buena, que serían atesoradas.
En su cuento, Lemuel Gulliver llega al país de Lilliput y se sorprende con su población de hombres diminutos (15 centímetros de altura), pero no le resulta extraño que en el reino exista una economía, con moneda propia, un tesoro público, empréstitos y tasas de interés. Al mismo tiempo, las clases sociales, la división del trabajo y las diferencias de jerarquías y órganos de gobierno le revelan que no es posible agrupar el complejo entramado social en una sola entidad. La heterogeneidad de grupos sociales impedía la agregación de todos los pequeños individuos para pensar en uno solo capaz de representar a todo el reino. Gulliver se percató de que Lilliput era más que la suma de sus partes.
Cuando Jonathan Swift escribió Los Viajes de Gulliver, una sátira sobre las vanidades que animan la política y las guerras entre las naciones, todavía no nacía la teoría económica. Pero ya existía una reflexión sobre los precios y la cantidad de moneda en circulación. El mismo Swift participó en una controversia sobre una reforma monetaria en Irlanda, oponiéndose a la introducción de monedas de cobre, argumentando que se degradaría el valor de cada unidad y las de mala calidad desplazarían a las de buena, que serían atesoradas.
En su cuento, Lemuel Gulliver llega al país de Lilliput y se sorprende con su población de hombres diminutos (15 centímetros de altura), pero no le resulta extraño que en el reino exista una economía, con moneda propia, un tesoro público, empréstitos y tasas de interés. Al mismo tiempo, las clases sociales, la división del trabajo y las diferencias de jerarquías y órganos de gobierno le revelan que no es posible agrupar el complejo entramado social en una sola entidad. La heterogeneidad de grupos sociales impedía la agregación de todos los pequeños individuos para pensar en uno solo capaz de representar a todo el reino. Gulliver se percató de que Lilliput era más que la suma de sus partes.
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martes, 17 de julio de 2018
La inflación reduce los salarios reales de los trabajadores estadounidenses
Barry Grey, wsws
El Departamento de Trabajo de EEUU publicó el jueves su informe del índice de precios al consumidor (IPC) de junio, que muestra que la aceleración de la inflación ha reducido los salarios reales de la mayoría de los trabajadores estadounidenses en el último año.
Esto es a pesar de un aumento significativo en la actividad las huelgas en EEUU e internacionalmente desde comienzos de 2018, incluyendo los ataques contra docentes en los estados de Virginia Occidental, Oklahoma y Arizona, acompañado de señales crecientes de que los trabajadores están ansiosos de llevar a cabo una militante lucha para recuperar los salarios y beneficios perdidos a través de concesiones contractuales impuestas por el sindicato en los últimos 40 años.
El informe de inflación reveló que los precios al consumidor fueron 2,9 por ciento más altos que en junio de 2017, anulando el tibio aumento promedio de 2,9 por ciento en los salarios de los trabajadores durante ese período. La gran mayoría de los trabajadores que entran en la categoría de empleados de producción y empleados que no son supervisores sufrieron un recorte real en los salarios reales. Perdieron 0,2 por ciento en junio, luego de un declive similar en mayo.
El Departamento de Trabajo de EEUU publicó el jueves su informe del índice de precios al consumidor (IPC) de junio, que muestra que la aceleración de la inflación ha reducido los salarios reales de la mayoría de los trabajadores estadounidenses en el último año.
Esto es a pesar de un aumento significativo en la actividad las huelgas en EEUU e internacionalmente desde comienzos de 2018, incluyendo los ataques contra docentes en los estados de Virginia Occidental, Oklahoma y Arizona, acompañado de señales crecientes de que los trabajadores están ansiosos de llevar a cabo una militante lucha para recuperar los salarios y beneficios perdidos a través de concesiones contractuales impuestas por el sindicato en los últimos 40 años.
El informe de inflación reveló que los precios al consumidor fueron 2,9 por ciento más altos que en junio de 2017, anulando el tibio aumento promedio de 2,9 por ciento en los salarios de los trabajadores durante ese período. La gran mayoría de los trabajadores que entran en la categoría de empleados de producción y empleados que no son supervisores sufrieron un recorte real en los salarios reales. Perdieron 0,2 por ciento en junio, luego de un declive similar en mayo.
sábado, 14 de julio de 2018
Los aliados de EEUU y China cambian de estrategia para abordar la guerra comercial
Diego Herranz, Público
Las economías del libre comercio se alían frente a la subida de aranceles y las represalias de la Administración Trump, y Europa toma el mando de las operaciones. La UE apuesta por alianzas globales. La última, reciente, es la que acaba de iniciar negociaciones con Australia para suscribir un tratado de libre comercio que compense el freno a sus flujos de inversión y de exportaciones hacia el mercado estadounidense, el mayor del mundo. Pero sobre la mesa, la Comisión Europea tiene más de una docena de deliberaciones iniciadas con otras latitudes del planeta, en diversas fases de conversaciones.
Varias voces comunitarias admiten que el tiempo de la paciencia, de los gestos y de los intentos de conciliación hacia Trump han terminado y que el bloque europeo desea aprovechar el aislamiento de Washington y su cambio en la concepción de las relaciones económicas globales, en defensa -aducen- de una falsa amenaza contra su seguridad nacional. La agresiva política exterior americana, que ha llevado a EEUU a abandonar el Tratado Trans-Pacífico y a lapidar la libre circulación de bienes, mercancías y servicios de la llamada pasarela trasatlántica, con Europa -molesta también por el final del acuerdo nuclear con Irán, por decisión unilateral de la Casa Blanca- ha impulsado a la UE a “estrechar lazos” con otros socios o bloques comerciales, a los que se ha apresurado a colgar el cartel de estratégicos. Resignada -enfatiza- a las “aseveraciones caprichosas” del dirigente republicano, tal y como afirmó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
Las economías del libre comercio se alían frente a la subida de aranceles y las represalias de la Administración Trump, y Europa toma el mando de las operaciones. La UE apuesta por alianzas globales. La última, reciente, es la que acaba de iniciar negociaciones con Australia para suscribir un tratado de libre comercio que compense el freno a sus flujos de inversión y de exportaciones hacia el mercado estadounidense, el mayor del mundo. Pero sobre la mesa, la Comisión Europea tiene más de una docena de deliberaciones iniciadas con otras latitudes del planeta, en diversas fases de conversaciones.
Varias voces comunitarias admiten que el tiempo de la paciencia, de los gestos y de los intentos de conciliación hacia Trump han terminado y que el bloque europeo desea aprovechar el aislamiento de Washington y su cambio en la concepción de las relaciones económicas globales, en defensa -aducen- de una falsa amenaza contra su seguridad nacional. La agresiva política exterior americana, que ha llevado a EEUU a abandonar el Tratado Trans-Pacífico y a lapidar la libre circulación de bienes, mercancías y servicios de la llamada pasarela trasatlántica, con Europa -molesta también por el final del acuerdo nuclear con Irán, por decisión unilateral de la Casa Blanca- ha impulsado a la UE a “estrechar lazos” con otros socios o bloques comerciales, a los que se ha apresurado a colgar el cartel de estratégicos. Resignada -enfatiza- a las “aseveraciones caprichosas” del dirigente republicano, tal y como afirmó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
“EEUU irá de crisis en crisis” y Europa a la deriva, con un euro sin convergencia, tensiones migratorias y una factura militar a la OTAN más voluminosa, dicen los expertosLa apuesta europea por intensificar las alianzas comerciales con otras potencias busca preservar -según la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmstrom-, el sistema mundial del comercio. “Todos los acuerdos que formalice la UE enviarán el mensaje de que nuestro mercado interior y sus socios tienen intereses comunes y avanzan de común acuerdo en esta dirección”, dijo en una reciente conferencia en Canberra. Precisamente, para iniciar el diálogo con Australia sobre libre comercio. “Y necesitamos muchos aliados que nos ayuden a alcanzar este desafío”.
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viernes, 13 de julio de 2018
Trump intensifica la guerra comercial contra China
Nick Beams, wsws
La administración de Trump ha intensificado su guerra comercial contra China con el anuncio de que el Representante de Comercio de los Estados Unidos, Robert Lighthizer, comenzará una investigación con el objetivo de poner un arancel del 10 por ciento de bienes chinos por $200 mil millones para fines de agosto.
La última decisión se suma a la imposición de un arancel del 25 por ciento sobre $34 mil millones de las exportaciones chinas el viernes pasado, y se espera que otros $16 mil millones sean afectados por el mismo gravamen en cuestión de semanas.
Las tarifas adicionales, anunciadas hace varias semanas, fueron tomadas en respuesta a la decisión de China de tomar represalias contra las medidas estadounidenses del viernes pasado al poner los aranceles sobre el mismo valor de las exportaciones estadounidenses.
La declaración emitida por Lighthizer era la de un señor imperial cuya palabra es la ley, que debe ser obedecida sin cuestionamientos, con cualquier oposición que se resuelva mediante represalias crecientes. Estados Unidos ya ha indicado que está dispuesto a imponer aranceles a otros bienes por valor de 200 mil millones de dólares, además de los destinatarios del anuncio del martes, y Trump dijo que podrían alcanzar hasta 500 mil millones de dólares: el valor de todas las exportaciones chinas a EEUU.
La administración de Trump ha intensificado su guerra comercial contra China con el anuncio de que el Representante de Comercio de los Estados Unidos, Robert Lighthizer, comenzará una investigación con el objetivo de poner un arancel del 10 por ciento de bienes chinos por $200 mil millones para fines de agosto.
La última decisión se suma a la imposición de un arancel del 25 por ciento sobre $34 mil millones de las exportaciones chinas el viernes pasado, y se espera que otros $16 mil millones sean afectados por el mismo gravamen en cuestión de semanas.
Las tarifas adicionales, anunciadas hace varias semanas, fueron tomadas en respuesta a la decisión de China de tomar represalias contra las medidas estadounidenses del viernes pasado al poner los aranceles sobre el mismo valor de las exportaciones estadounidenses.
La declaración emitida por Lighthizer era la de un señor imperial cuya palabra es la ley, que debe ser obedecida sin cuestionamientos, con cualquier oposición que se resuelva mediante represalias crecientes. Estados Unidos ya ha indicado que está dispuesto a imponer aranceles a otros bienes por valor de 200 mil millones de dólares, además de los destinatarios del anuncio del martes, y Trump dijo que podrían alcanzar hasta 500 mil millones de dólares: el valor de todas las exportaciones chinas a EEUU.
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miércoles, 11 de julio de 2018
Guerra comercial y política industrial
Alejandro Nadal, La Jornada
Estados Unidos ha lanzado el primer disparo de una guerra comercial que podría durar mucho tiempo. Donald Trump mantiene un discurso triunfalista que recuerda el de los generales de siempre, que al inicio de una aventura bélica han prometido que los soldados regresarán a sus hogares en unas cuantas semanas. La historia muestra cómo los horrores de la guerra los han desmentido cruelmente.
China ha anunciado su primera respuesta a la ofensiva, sin llevar la confrontación más allá de lo necesario, aunque Washington ha dado a conocer planes para proceder con más aranceles sobre otras importaciones chinas. Si la guerra comercial se detiene en estas primeras escaramuzas, los efectos sobre la economía mundial serán modestos y podrán ser absorbidos sin demasiado problema.
Pero hace una semana, Trump amenazó con imponer aranceles sobre importaciones chinas por un valor de 500 mil millones de dólares, cifra que es casi igual al total de las importaciones estadounidenses en 2017. Y para justificar su último desplante, Trump ha recurrido a una nueva estratagema. La narrativa ya no es sólo que China ha robado empleos, sino le ha quitado tecnología a Estados Unidos e invade sus patentes y secretos industriales. En este discurso mercantilista, los subsidios a las empresas chinas constituyen una fuente de competencia desleal que hay que contener.
Estados Unidos ha lanzado el primer disparo de una guerra comercial que podría durar mucho tiempo. Donald Trump mantiene un discurso triunfalista que recuerda el de los generales de siempre, que al inicio de una aventura bélica han prometido que los soldados regresarán a sus hogares en unas cuantas semanas. La historia muestra cómo los horrores de la guerra los han desmentido cruelmente.
China ha anunciado su primera respuesta a la ofensiva, sin llevar la confrontación más allá de lo necesario, aunque Washington ha dado a conocer planes para proceder con más aranceles sobre otras importaciones chinas. Si la guerra comercial se detiene en estas primeras escaramuzas, los efectos sobre la economía mundial serán modestos y podrán ser absorbidos sin demasiado problema.
Pero hace una semana, Trump amenazó con imponer aranceles sobre importaciones chinas por un valor de 500 mil millones de dólares, cifra que es casi igual al total de las importaciones estadounidenses en 2017. Y para justificar su último desplante, Trump ha recurrido a una nueva estratagema. La narrativa ya no es sólo que China ha robado empleos, sino le ha quitado tecnología a Estados Unidos e invade sus patentes y secretos industriales. En este discurso mercantilista, los subsidios a las empresas chinas constituyen una fuente de competencia desleal que hay que contener.
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