lunes, 23 de noviembre de 2015

Los muchos Brasiles que hoy implosionan

Immanuel Wallerstein, La Jornada

Brasil es una potencia mundial importante –en términos de tamaño, población e influencia. No obstante, de muchas maneras es una combinación de tan diferentes y contradictorias facetas que es difícil para cualquiera, incluidos los mismos brasileños, saber cómo definir las características de Brasil como nación y fuerza en el sistema-mundo.

En la actualidad el rostro más importante de Brasil es el Brasil de Lula (Luiz Inácio Lula da Silva) y su partido, el Partido dos Trabalhadores (PT). Después de tres infructuosas carreras por la presidencia, Lula finalmente ganó en 2002. La elección de un líder sindical de orígenes humildes como presidente representó, cuando menos, la penetración social de una persona y un partido que desafiaron las jerarquías sociales incrustadas en el sistema político.

Lula y el PT prometieron básicamente dos cosas. La primera fue elevar de un modo significativo el ingreso real de los sectores más pobres del país. Y logró hacer esto mediante su programa de Fome Zero (Hambre Cero). Éste se conformó por un complejo de programas federales de asistencia destinados a la eliminación del hambre en Brasil. Incluyó notablemente la Bolsa Família (Bolsa de la Familia), así como acceso a crédito y a aumentos en el salario mínimo.

Fin de la libertad de movimiento en Europa

Matthew Lynn, El Economista

¿Cuántos atentados hacen falta para que cambie el debate político? ¿Uno, dos, quizá tres? Por lo visto, dos grandes catástrofes es la respuesta correcta. Tras los horribles atentados terroristas del Estado Islámico el pasado 13 de noviembre en París, parece que casi todos los europeos, con bastante razón, han decidido endurecer las medidas contra el terrorismo.

Y eso tendrá una serie de consecuencias, desde un gasto más elevado en defensa y seguridad hasta una mayor disposición a ayudar a la gran coalición occidental en el control de los estados caídos de Oriente Medio o cualquier otro sitio. Lo más obvio, eso sí, será el cierre de las fronteras de Europa y la restricción paulatina de la libre circulación de trabajadores. Ya ha empezado de forma extraoficial y no puede tardar mucho hasta que se restrinja legalmente también.

Terminar con la libre circulación de personas conllevará un enorme impacto económico: restará movilidad a los mercados de trabajo, afectará a las empresas que dependen de mucha mano de obra barata y dificultará todavía más que la moneda única sea un éxito. En contra, tal vez ayude a los países exportadores netos de mano de obra, aunque los beneficios serán marginales.

El Estado Islámico y su lucrativo negocio del terror


El Estado islámico es rico, gana miles de millones de dólares con el contrabando de petróleo, el comercio de antigüedades, los impuestos y la esclavitud. Al mismo tiempo ha recibido numerosas subvenciones de occidente: desde dinero hasta las camionetas Toyota proporcionadas por Estados Unidos. Su cruel y mortífero negocio ha llevado al Estado Islámico a operar como una gran empresa multinacional. La organización terrorista se vende a sí misma como una "marca". Sus combatientes visten con casacas, camisas y pantalones negros que combinan con zapatillas blancas. Se trasladan en las camionetas Toyota que Estados Unidos proporcionó a la "oposición moderada" del frente Al Nusra, como señaló el año pasado The Spectator y hace un mes Deutsche Wirtschafts Nachrichten.

El Estado Islámico ha consolidado su control sobre los suministros de petróleo en Irak y el norte de Siria y ahora preside un sofisticado imperio del contrabando con exportaciones ilegales que atraviesan Turquía, Jordania e Irán, de acuerdo con los contrabandistas y funcionarios iraquíes. Sus militantes controlan una docena de campos petroleros y fueron capaces de hacerlos rápidamente operativos con la instalación de refinerías móviles que permiten instalar el crudo en las rutas comerciales de occidente. En septiembre de 2014 el embajador de la UE en Iraq reconocía que Europa estaba financiando a ISIS por la compra del petróleo

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domingo, 22 de noviembre de 2015

Brasil y la otra cara de la crisis

Eric Nepomuceno, La Jornada

En los nueve primeros meses de 2015 –un año política y económicamente perdido– la banca brasileña alcanzó resultados astronómicos. Gracias a las altísimas tasas de interés, el estatal Banco do Brasil vio cómo su lucro acumulado aumentó 43.5 por ciento en relación con los nueve primeros meses de 2014. El Itaú-Unibanco, mayor banco privado del país, obtuvo un lucro 20 por ciento superior al del mismo periodo del año pasado. El Bradesco, 15.7 por ciento más. Y el Santander, que tuvo un 2014 muy malo, ahora contabiliza un aumento de increíble 268 por ciento en sus lucros.

Sin embargo, el sector da claras muestras de que sabe muy bien cuál es el verdadero escenario del país. Y exactamente por esa razón se amplió, mucho, lo que llama de reservas y provisiones, o sea, el volumen de dinero para cubrir huecos causados por la morosidad de préstamos tomados tanto por empresas como por clientes individuales. Porque uno de los factores que ayudan a los bancos a aumentar sus ganancias es el mismo que ahoga a empresas y ciudadanos: los intereses siderales aplicados en Brasil.

Las tarjetas de crédito, por ejemplo, tienen sus facturas financiadas: el consumidor paga 20 por ciento y financia al otro 80 por ciento. Detalle: lo hace con una tasa media de 16 por ciento al mes. Sí, ¡al mes!

El alma del Estado Islámico es el petróleo: ¡novena potencia mundial!

Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada

La reciente tragedia de los rehenes en Malí, que impacta sus siete fronteras (muchas ex colonias de Francia) desestabiliza el Sahel y Noráfrica (http://goo.gl/ScBYTS) –que abastece de hidrocarburos el sur de Europa–, al unísono de los multiatentados en París/Saint-Denis, concreta el “escenario Michael Maloof (http://goo.gl/YGeVZj)” advertido hace casi tres años (http://goo.gl/zjaa8d).

El estadunidense-libanés Michael Maloof fue experto del Pentágono con el ex secretario Donald Rumsfeld, quien forjó con Dick Cheney las guerras fallidas de Afganistán e Irak. El escenario Michel Maloof trasluce los principales hilos conductores en juego: el control de los hidrocarburos con sus oleo/gasoductos y el redireccionamiento de la agenda global, concomitante a la inducción geopolítica en la fase de alta tensión estratégica de Estados Unidos contra la falmante asociación de Rusia y China.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Tras los atentados en París: miedo y desolación

Marcos Roitman Rosenmann, La Jornada

Mientras unos lloran la tragedia de París, el presidente de Francia, François Hollande, señala que los atentados constituyen una declaración de guerra y decide, con el apoyo de Estados Unidos y la OTAN, bombardear las zonas controladas por el llamado Estado Islámico en los territorios de Siria e Irak. Igualmente, el gobierno belga despliega fuerzas especiales de la policía para peinar el barrio obrero de Bruselas, Molenbeek. Allí, señalan, se ubican las bases de reclutamiento de Al Qaeda y el extremismo islámico. Además, subrayan, allí vivió el considerado autor intelectual de los ataques, Abdelhamid Abaaoud. La contraofensiva lanzada por Francia tras los atentados de París, en los que murieron 130 personas y hay más de 300 heridos, abre una perspectiva de difícil evaluación en el corto plazo.

Nada hace sospechar que el terrorismo yihadista cese. Por el contrario, asistimos a una nueva versión del culto a la muerte, que amenaza llevarse por delante cualquier atisbo de sentido común. El ataque simultáneo, coordinado y perfectamente planificado de ocho jóvenes musulmanes contra la población civil en la sala de espectáculos Bataclan, el restaurante Le petit Cambodge, el local Belle Équipe, el bar Le Carillon y el boluevar Fontaine, demuestran una estrategia de terror en aumento. Por otro lado, el suicidio colectivo de los terroristas pone de manifiesto la capacidad de reclutamiento del Estado Islámico, que cuenta con voluntarios dispuestos a inmolarse al grito de ¡Alá es el más grande! Se autoproclaman mártires en una lucha contra el opresor infiel. De tal forma que el escenario de guerra se desplaza a Europa y las víctimas son gente común, ciudadanos que van a estadios, universidades, cines, centros comerciales y se desplazan en Metro o trenes. Espacios públicos donde la cotidianidad se ve afectada tras los atentados.

Obama y la estrategia del desastre

Manlio Dinucci, Red Voltaire

Banderas a media asta en los países de la OTAN por «el 11 de septiembre de Francia» mientras que el presidente Obama anuncia a la prensa: «Proporcionaremos a ustedes informaciones serias sobre quiénes son los responsables.»

No hace falta esperar porque ya está claro.

La enésima masacre de inocentes ha sido provocada por la serie de bombas de fragmentación geopolítica, que han estallado siguiendo una precisa estrategia: la estrategia que entró en aplicación desde que Estados Unidos, después de haber ganado en la confrontación con la URSS, se proclamó como «el único Estado con fuerza, alcance e influencia en todos los sectores –política, económica y militar– realmente globales» proponiéndose
«impedir que ninguna potencia hostil logre dominar una región –Europa occidental, Asia oriental, el territorio de la antigua Unión Soviética y el sudoeste de Asia– cuyos recursos sean suficientes para generar un poderío global».
Con ese objetivo, Estados Unidos reorientó su propia estrategia desde 1991 y, coordinando su acción con las potencias europeas, también reorientó la estrategia de la OTAN.

Desde entonces han sido fragmentados o destruidos mediante la guerra (abierta y/o encubierta) los Estados considerados como obstáculos para el plan de dominación global –Irak, Yugoslavia, Afganistán, Libia, Siria, Ucrania y otros más–, mientras que otros –como Irán– están en la mirilla. Esas guerras, que han destruido de paso millones de vidas, han acabado con sociedades enteras, creando una masa enorme de desesperados cuya frustración y ansias de revuelta conducen por un lado a una verdadera resistencia pero, por otro lado, son a menudo manipuladas por la CIA u otros servicios secretos –incluyendo los de Francia– para implicar combatientes en una «yihad» que de hecho resulta conveniente a la estrategia de la entidad USA/OTAN.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Terrorismo en París y fanatismo neoconservador

Michel Warchawski, Viento Sur

Los ataques de los comandos de Daech en París y en Saint Denis provocan en toda persona sensata indignación y cólera: centenares de civiles inocentes han sido masacrados por los asesinos armados con kalachnikovs y una ideología mortífera. Pero no hay que limitarse a la indignación, e incluso ante las imágenes de horror que las cadenas de televisión nos sirven continuamente, tenemos que hacer el esfuerzo de comprender, aunque solo sea para ponernos en guardia contra lo que puede provocar nuevos atentados de este tipo.

El lenguaje utilizado por los asesinos de Daech es el del choque de las civilizaciones. Pero, ¿de dónde viene esta ideología? Ciertamente, no de los barrios populares de Bruselas o de París, como tampoco de las barriadas de Damasco o de las universidades de Túnez. La ideología del choque de civilizaciones nació a mediados de los años ochenta en los think-tank neoconservadores americano-israelíes. Fue Samuel Huntington quien, bajo forma de anticipación, la teorizó. Los políticos neoconservadores, en particular Georges W. Bush y Benjamin Netanyahu, hicieron de ella una estrategia, simplista pero sangrienta.

Según el pensamiento neoconservador, el mundo está dividido en dos (“el eje del bien” y “el eje del mal” tan queridos por el antiguo residente de la Casa Blanca y sus consejeros): de un lado el mundo civilizado, democrático y sediento de libertad y del otro los bárbaros que amenazan esta civilización. Si al comienzo denominaban el eje del mal al “terrorismo internacional”, rápidamente fue reidentificado como el “terrorismo islamista” para convertirse finalmente, en la lógica del choque de las civilizaciones, en el propio islam como amenaza civilizacional. Para los neoconservadores el choque está claramente entre lo que llaman “la civilización judeo-cristiana” y el mundo musulmán.

Tres despachos sobre el papel higiénico

Maciek Wisniewski, La Jornada

Polonia. ¿Las razones de la caída del socialismo real? Múltiples. Pero en el imaginario común una en particular: el papel higiénico. Su falta y los esfuerzos necesarios para conseguirlo –desde hacer colas, intercambiar favores, hasta recurrir al mercado negro o trueque– son símbolos de la "economía de escasez". También faltan otras cosas –azúcar o carne–, pero eso ya es visto como la cima del absurdo e ineficiencia. En los años 70 y 80 el rollo de papel de baño, áspero y gris –el único que hay, cuando hay– es un sueño inverosímil y una metáfora perfecta de la realidad "socialista", áspera y gris. Tengo unos cinco o seis años y con los abuelos vamos por él a una zapatería donde en la trastienda, a escondidas, se vende "ese oscuro objeto del deseo". La propaganda oficial no oculta sino explota este tema, tapando así problemas más grandes. El "uso racional de papel, cartón y envoltorios reciclables" es uno de los puntos en el sexto congreso del Partido Obrero Unificado Polaco, PZPR (1971). La principal falla del "socialismo real" –o sea el "capitalismo del Estado"–, la incapacidad de trascender las "relaciones de producción vanguardistas" (la dominación de la burocracia sobre la clase trabajadora) es igualmente mortal, como su incapacidad de transcender el consumismo. Siguiendo los viejos patrones capitalistas, el sistema lo único que promete es "elevar el nivel de consumo" y "alcanzar a Occidente", una carrera en que perecerá. Un economista que analiza la escasez, el húngaro János Kornai, culpa a la falta de "libertad empresarial" y la tensión entre planificadores y gerentes. Su receta: "liberar al gerente", que lo lleva luego a abrazar el neoliberalismo y la "terapia de choque". Muchos empiezan a pensar como él. Se rumora que en el capitalismo libremercadista el papel higiénico es suave, colorido y abundante.

Índice Baltic Dry cae a mínimos de 30 años


El Baltic Dry Index, uno de los principales indicadores del transporte marítimo, alcanzó su mínimo histórico de 504 puntos este jueves confirmando el declive del comercio mundial. Si bien a mediados de año pareció repuntar por las expectativas de recuperación económica desde la confirmación de la desaceleración china el índice se ha desplomado. La realidad ha resultado ser mucho más fuerte que las intenciones y como este índice no se puede manipular como ha ocurrido con otros indicadores del mercado como la tasa Libor o loa precios de la materias primas, se perfila como uno de los indicadores más precisos del comercio mundial y, por tanto, de la economía mundial.

Desde mediados de los años 80 el comercio mundial creció a tasas del 7 por ciento anual, mucho más que el crecimiento promedio del conjunto de la economía. Sin embargo, a agosto de este año el comercio mundial registraba una caída del 13 por ciento anual. Esto llevó, en septiembre, a la Organización Mundial de Comercio a reducir sus proyecciones de crecimiento del comercio mundial en 2015 de 3,3 a 2,8 por ciento. La proyecciones para el próximo año también se han reducido del 4 por ciento al 3,8 por ciento. Esta evolución será la peor en 20 años cuando el comercio mundial crecía anualmente a tasas del 5 por ciento.

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