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viernes, 14 de enero de 2011

Leonardo Boff: Una revolución todavía por hacer


Leonardo Boff

Todo cambio de paradigma civilizatorio está precedido de una revolución en la cosmología (visión del universo y de la vida). El mundo actual surgió con la extraordinaria revolución que introdujeron Copérnico y Galileo al comprobar que la Tierra no era un centro estable sino que giraba alrededor del sol. Esto generó una enorme crisis en las mentes y en la Iglesia, pues parecía que todo perdía centralidad y valor. Pero lentamente se fue imponiendo la nueva cosmología que fundamentalmente perdura hasta hoy en las escuelas, en los negocios y en la lectura del curso general de las cosas. Sin embargo, el antropocentrismo, la idea de que el ser humano continúa siendo el centro de todo y que las cosas están destinadas a su disfrute, se ha mantenido.

Si la Tierra no es estable, por lo menos el universo –se pensaba– es estable. Sería como una inconmensurable burbuja dentro de la cual se moverían los astros celestes y todas las demás cosas.

martes, 5 de octubre de 2010

Manuel Castells y la Economía de la Felicidad

Manuel Castells, Artículos Claves

Cuando hace dos meses Ben Bernanke, el presidente del Sistema de Reserva Federal de Estados Unidos, clausuró el curso de la Universidad de Carolina del Sur, eligió hablar sobre la economía de la felicidad. Podría parecer una frivolidad cuando aún atravesamos la crisis económica más profunda desde hace medio siglo. En realidad, se situaba en una corriente creciente de académicos, políticos y empresarios que están tomando en serio lo que las encuestas muestran sistemáticamente: a la gente lo que le importa es ser feliz, aunque luego cada uno lo entienda a su manera.

Ni el dinero hace la felicidad ni tampoco la compra.
Hasta el punto de que hace un año Sarkozy reunió una comisión liderada por premios Nobel para proponer la creación de un índice de desarrollo basado en el concepto de felicidad. De hecho, con 37 años de retraso con respecto al primer país que decidió cambiar su medida del progreso sustituyendo el cálculo del producto nacional bruto por el índice de felicidad nacional bruta: Bután (si le falla la geo-historia, mírelo en Wikipedia). Propuesto en 1972 por el rey Jigme Singye Wangchuk, se convirtió en el parámetro de desarrollo multidimensional del país, sobre la base de combinar cuatro objetivos fundamentales:

lunes, 14 de septiembre de 2009

Nuevos indicadores para medir el bienestar social


Los economistas y premios Nobel Amartya Sen y Joseph Stiglitz, en la imagen, forman parte de una comisión internacional encargada por el presidente francés Nicolás Sarkozy, que busca medir el desempeño económico en términos de desarrollo y progreso social “mas allá del fetichismo del PIB”. Hay acuerdo en que ningún indicador puede sintetizar por si solo algo tan complejo como la sociedad humana. Pero las referencias convencionales como el PIB, sólo miden el crecimiento económico sin importar el empeoramiento del entorno o la calidad del medio ambiente. En este sentido tienden a ser más útiles, a la hora de establecer comparaciones, indicadores de Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) como el índice BigMac.

En momentos en que la economía mundial vive un fuerte desempleo y una ostensible caída en la demanda, los indicadores tieden a ser abiertamente cuestionados. Esto es porque las estadísticas sobre ingresos tuvieron originalmente el propósito de medir la actividad económica. Pero con el tiempo se convirtieron en una obsesión como si se tratara de un indicador de bienestar social. Y esto es un grave error. No tomar en cuenta las actividades en escala famliar, olvidar el tema del entorno y quedarse en los aspectos puramente materiales y cuantitativos del PIB, ha terminado haciendo daño a la economía, al planeta y a sus habitantes. De ahí la pregunta: ¿debemos sancionar a un país –en términos de nuestros parámetros sobre desempeño- si decide transformar sus avances en más tiempo libre y ocio, y no solo en bienes finales y consumo?

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jueves, 19 de junio de 2008

El dilema de la crisis que envuelve al Planeta



En estos 30 años de Neoliberalismo a ultranza el mundo está quedando en bancarrota y sorprende la pasividad y ceguera interna de los bancos centrales, del FMI, del Banco Mundial, la ONU, la FAO, etc. La actual crisis que vive el planeta es una de sus muestras palpables: crisis alimentaria, crisis del petróleo, crisis del dólar, crisis financiera. ¿Algo más?

Se piensa que la ideología de la llamada contrarrevolución monetarista pregonada por Milton Friedman y sus chicago boys -que están en todos los centros neurálgicos de las decisiones económicas del mundo- resolverán la crisis cuando lo que hacen en verdad es profundizarla. Y es que la Economía que nos gobierna no tiene una mirada integradora sobre el mundo, donde se vea al planeta como un todo que se nutre y realimenta en un desarrollo sustentable; donde se haga del planeta un lugar sano y amigable para vivir. Los oikonomistas debemos anotarnos un rotundo fracaso, porque lo que rige hoy es la teoría del saqueo, de la depredación, de la explotación sin tregua y del consumismo excesivo. Nunca se había consumido tanto como en estos 30 años y la prueba más clara es la multiplicación por tres de la brecha entre ricos y pobres.

miércoles, 4 de junio de 2008

La burbuja petrolera y el fracaso de la oikonomia


La burbuja especulativa que ha marcado la pauta en el precio del petróleo se asemeja cada vez más a la de las puntocom de fines de los 90. Con la diferencia que esta vez la plaga barre con todo el mundo, y su velocidad ascendente impulsa a desarrollar nuevas inversiones lo que provoca un encarecimiento real del producto. Se estima que la burbuja puede desinflarse pero su precio no bajará de los US$115-120 dólares el barril, manteniéndose en ese nivel durante el resto del año, es decir, casi el doble del año pasado y seis veces más que su nivel previo a la Guerra de Irak.

Con ello, los pronósticos más pesimistas de Wall Street, que apuntaban en torno a los US$150 la parada en el precio del barril, mientras el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad señalaba que podía llegar incluso a los US$200, se estarían disipando. No obstante, el golpe de knockout que se le ha propinado al modelo económico mundial mantendrá atontado al planeta durante un tiempo aún mayor.

No hay que olvidar que la burbuja petrolera es sólo uno de los tumores cancerígenos que tienen a la globalización en crisis. La merma financiera que vive el país del norte y su crisis hipotecaria que se ha desplazado a Europa, tienen a la recesión al acecho. La inflación a dos dígitos que está retornando en varios frentes y su amenaza directa en su propagación a otros precios (como el disparo de la UF que encarecerá los dividendos) marcan el retorno de uno de los fantasmas más temidos. Y esto, sin mencionar aún la crisis alimentaria, que está provocando disturbios en varios países africanos y latinoamericanos.

Sin embargo, las apuestas optimistas de ciertos especialistas van por el filo de la navaja. Se espera que de entrar en recesión la economía estadounidense se detendrá la maquinaria productora China produciendo una frenada suave en el ritmo de crecimiento que llevaría a su normalidad los precios hoy tan alterados. Olvidan estos análisis que el problema básico es un desajuste entre la oferta y la demanda. La mirada minúscula, pequeña y breve de la macroeconomía logra explicar parte de los problemas endógenos. Pero en su ceguera interna de consumo, fetichismo y escapismo, la globalización olvidó la mirada planetaria.

Si oikonomia significa orden de la casa, los oikonomistas actuales deben apuntarse un rotundo fracaso pues no han sabido “ordenar la casa Tierra”. No tomaron en cuenta el incremento en la demanda de los chinos e indios y ahora pagamos las consecuencias; no dieron cuenta de la merma en la oferta energética y hay gente que muere de frío; no calcularon las necesidades de alimentos básicos y hay gente que muere de hambre.

Hoy Jacques Diouf y Ban Ki-moon se lamentan de la situación a que arrastraron al planeta las mentalidades asesinas, que invirtieron en armas en vez de hacerlo en la agricultura. Incluso Ban Ki-moon cita al maestro y señala: "Ha llegado el tiempo de la acción". Esperemos que no sea demasiado tarde.

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