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lunes, 22 de enero de 2018

Gramsci y Sraffa, la relación entre dos comunistas rebeldes

Sergio Cesaratto, Sin Permiso

La figura de Piero Sraffa es en gran parte desconocida para el público italiano, incluso los más cultos; poco más afortunada es la de Antonio Gramsci. Sin embargo, son los dos científicos sociales más extraordinarios de los que Italia puede vanagloriarse del siglo XX. El libro de Giancarlo De Vivo (En la tormenta del siglo XX - Antonio Gramsci y Sraffa entre la lucha política y la teoría crítica, Castelvecchi, 2017) hace luz sobre la interacción intelectual, política y humana que se estableció entre los dos en situaciones dramáticas en el siglo XX, como indica el acertado título del libro, que no solo está dirigido a académicos y "expertos", sino que es de gran interés para cualquier lector culto.

Gramsci y Sraffa se conocieron, como es sabido, en el Turín de la inmediata posguerra, y ambos eran discípulos de Umberto Cosmo (como Terracini y Togliatti). Los períodos más intensos de sus relaciones tuvieron lugar tanto en Turín (1919-1921) como en Roma (1924-1926). Pero nunca se interrumpió el contacto, incluso en el período de 1921-1924 en el que Sraffa primero (en Londres) y luego Gramsci (en Moscú) estuvieron ausentes de Italia. Desde Londres, Sraffa continuó colaborando con “Ordine Nuovo”. Después de la detención de Gramsci en noviembre de 1926, Sraffa sirvió de enlace con el Partido Comunista italiano en el exilio. Hasta la puesta en libertad condicional en 1934 de Gramsci, Sraffa solo pudo encontrarse con él una vez en 1927, y solo pudieron mantener correspondencia de manera indirecta a través de la cuñada del preso, Tatiana Schucht.

Sólo a partir de enero de 1935 pudo Sraffa visitar a su amigo en otras siete ocasiones. Sobre la última, a finales de marzo de 1937, Tatiana escribe (p. 17 del libro de De Vivo) que "ya es la tercera vez que Antonio recibe su visita, mañana y tarde... Su alegría me toca infinitamente, y su solicitud sincera de que el amigo escuche todo lo que quería decirle, y él mismo escuchar. Estas conversaciones es verdad que le cansan mucho, pero son para él tan importantes como el aire que respiramos".

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