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martes, 20 de septiembre de 2016

Monsanto-Bayer y el ocaso de la agricultura mundial


Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada

La industria agrícola global sufre un giro telúrico de alcances geopolíticos cuando se han escenificado varias megafusiones a los dos lados del Atlántico-Norte, sumadas a la repentina aparición de China. La adquisicíón de Monsanto, reina de los polémicos transgénicos, por Bayer, consagrada a la industria farmacéutica, sacudió al mundo agrícola.

Si para Hugh Grant, mandamás de Monsanto, la adquisición por Bayer es un matrimonio celestial, para los ambientalistas Amigos de la Tierra condensa un “matrimonio hecho en el infierno (https://goo.gl/Fznu06)”.

Werner Baumann (WB), el mero mero de Bayer, exulta que la mega-fusión creará un líder global en agricultura, ya que constituye el género de abordaje revolucionario (sic) en el sector que será necesario para alimentar al mundo, cuando se espera un crecimiento de 3 mil millones de personas en 2050 que habrá que alimentar.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Monsanto-Bayer y el control digital de la agricultura


Silvia Ribeiro, La Jornada

El miércoles 14 de septiembre Monsanto aceptó finalmente la tercera oferta de Bayer para comprarla, lo que convertirá a Bayer en la mayor empresa global de agrotóxicos y semillas, además de ser una de las mayores farmacéuticas. Pero siendo de gran magnitud y con impactos de amplio alcance, es apenas una de varias fusiones recientes entre trasnacionales de agronegocios. Hay también movimientos entre las empresas de fertilizantes, de maquinarias y las que poseen bancos de datos que influyen en el proceso agrícola, en una batalla por quién controlará no sólo los mercados, sino también las nuevas tecnologías y el control digital y satelital de la agricultura.

Varios factores influyen en la aceleración de los procesos de fusión que comenzó en 2014. Uno de ellos es que los cultivos transgénicos se están topando con muchos problemas, lo cual acicatea a las gigantes de transgénicos a buscar posiciones más firmes frente a lo que parece ser una fuente de vulnerabilidad creciente. Es significativo que un diario conservador como The Wall Street Journal reconozca que el mercado ha sido afectado por las dudas de los agricultores de Estados Unidos sobre los cultivos transgénicos, ya que después de 20 años en el mercado muestran numerosas desventajas: supermalezas resistentes a los agrotóxicos, rendimientos que no equiparan el alto costo de las semillas transgénicas, ni el costo de aplicar más cantidad y más fuertes agrotóxicos para matar malezas y plagas resistentes, ni el aumento de trabajo para controlar las hierbas. El desplome de los precios de las commodities agrícolas aceleró el malestar, llevando a que agricultores que sembraban transgénicos vuelvan a buscar semillas no transgénicas, más baratas y con igual o mejor rendimiento. (The Wall Street Journal, 14/9/16, http://tinyurl.com/gtemcmo)

viernes, 22 de julio de 2016

Cuando los premios Nobel se equivocan

Julio Muñoz Rubio, La Jornada

Una de las concepciones más erradas que existen sobre la ciencia y que ha tenido consecuencias muy nocivas sobre la sociedad es que se trata de un conocimiento completo y tendiente inexorable e ineluctablemente a la verdad; que la ciencia siempre está produciendo y verificando verdades y que el error siempre es corregido a tiempo. Cuando menos esa es la visión que el neófito tiene acerca de la ciencia.

Una segunda concepción errada y nociva es la que la ciencia es una actividad propia de mentalidades especialmente talentosas y brillantes, las cuales están especialmente capacitadas para no admitir la intromisión de subjetividades en la investigación. Así las cosas, sólo los pocos que posean esas cualidades pueden elaborar conocimiento científico, es decir, objetivo.

Ambas ideas son falsas.

miércoles, 20 de julio de 2016

El día que 110 Premios Nobel devinieron obispos


Víctor M. Toledo, La Jornada

¿Cuál es la diferencia entre un testigo de Jehová, una familia fanática del islam, un grupo de jaredíes (judíos ultraortodoxos) y un premio Nobel? Después del 30 de junio pasado la respuesta podría ser… ninguna. Con la carta en que 110 laureados con el Premio Nobel denostaron a Greenpeace, acusándola de criminal, y defendieron a las gigantescas corporaciones que producen los alimentos transgénicos, se firmó un testamento que confirma el carácter intolerante y dogmático de amplios sectores de la academia, o su complicidad con los intereses corporativos. Nunca un conjunto de especialistas connotados, formados en las exigentes normas de la investigación científica, habían patinado tan bajo y mostrado tal nivel de fanatismo en nombre de la ciencia.

La carta, claro está, fue promovida por dos conocidos genetistas galardonados con el Nobel que, además, son empresarios biotecnológicos: Richard Roberts y Phillipe Sharp. Fue firmada mayoritariamente por premiados en medicina, química y física, algunos economistas, y extrañamente por la escritora austriaca Elfriede Jelinek, aguerrida feminista y anarcocomunista. Entre los firmantes destacan James Watson, codescubridor del ADN, quien fue defenestrado por su instituto por sus ideas racistas, y el mexicano Mario Molina, asesor de Coca-Cola y otras empresas. La carta se basa en tesis y argumentos falsos o sesgados agrupables en seis grandes temas:

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