jueves, 18 de abril de 2019

Alan Garcia, muere el primer expresidente sudamericano acusado por corrupción



El dos veces presidente de Perú, Alan García falleció este miércoles después de varias horas en estado crítico tras dispararse un tiro en la cabeza cuando la policía se disponía a arrestarlo por un cargo de lavado de activos ligados a la constructora brasileña Odebrecht. El hecho conmocionó a Perú y al mundo entero. El ex mandatario (1985-1990 y 2006-2011) habría cumplido los 70 años el próximo 23 de mayo. García era hasta ayer la única persona viva que había culminado dos quinquenios presidenciales no continuos en Sudamérica. Él fue quien en 1985-90 llevó por primera vez al gobierno al APRA, el hasta entonces más antiguo y mejor organizado partido peruano. Este, tras sus iniciales vínculos con la Internacional Comunista, fue objeto de muchas persecuciones para luego devenir en uno muy anticomunista.

En su primer mandato García llegó a ser el jefe de Estado más “izquierdista” de Sudamérica generando un programa de amplios subsidios, restricciones moderadas al pago de la deuda externa y nacionalización de la banca. Al mismo tiempo que hizo ello para contener el avance de la izquierda peruana él fue muy duro contra la “guerra popular” maoísta llegando a matar a 300 presos senderistas (muchos de ellos tras rendirse) cuando él en Lima iniciaba el primer congreso de la Internacional Socialista hecho en su continente. Tras haber ocasionado una de las peores hiperinflaciones del Perú, acabó apoyando a Fujimori, quien en 1990, apenas ganar la presidencia, lanzó un shock monetarista y se consolidó una década en el poder con una fuerte prédica privatizadora y antiterrorista.

García volvió al poder en 2006-2011, pero esta vez con un programa muy diferente. Quien en su momento fue lo más parecido a una suerte de un Chávez andino de los ochentas, acabó llamando a la unidad de toda la derecha para evitar que el candidato apoyado por Venezuela gane los comicios. Su segundo mandato lo hizo aplicando las recetas pro-libre mercado que tenía el FMI y los empresarios que antes le habían dado la contra. El único personaje que logró que el APRA llegase a Palacio, fue también aquel que llevó a la ruina a este partido nacido como “antiimperialista”. En las presidenciales del 2016 postuló en una plancha junto a Lourdes Flores, la lideresa del socialcristianismo que tanto le combatió cuando él en los ochentas estatizó bancos privados. Sin embargo, él apenas bordeó el 5%, con lo cual su partido casi pierde su inscripción legal pero él quedó muerto como esperanza electoral.

El Perú viene siendo sacudido por una gran revuelta contra todos los casos de corrupción. García fue constantemente acusado de recibir sobornos por parte de la multinacional brasileña Odebrecht. Todos los 5 ex presidentes que ha tenido el Perú han sido imputados por recibir coimas de esta constructora o por otros crímenes. El ex mandatario del 1990-2000 (Alberto Fujimori) ha vuelto a la cárcel, el del 2001-2006 (Alejandro Toledo) se fugó a EEUU donde Trump lo protege contra pedidos de extradición (pese a que fue arrestado por encontrarlo ebrio en la calle), el del 2006-2011 (y antes 1985-90) que es Alan García prefirió tirarse un tiro antes de poder ser detenido, el del 2011-2016 (Ollanta Humala) estuvo preso junto con su esposa Nadine, y el último en ser electo (PPK) acaba de ser arrestado (y luego hospitalizado por hipertensión).

La madeja del caso Odebrech, una empresa constructora brasileña, se extiende por numerosos países de América Latina y África. Se trata de una investigación conjunta del Departamento de Justicia de EEUU y otros diez países de Sudamérica que implican sobornos sistemáticos a presidentes de Gobierno y altos funcionarios a cambio de adjudicaciones de grandes obras públicas. Sus tentáculos se extienden sobre políticos y funcionarios de 12 países: Angola, Argentina, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, México, Mozambique, Panamá, Perú, República Dominicana y Venezuela, y abarcan casi 20 años de tráfico de influencias.

La situación legal de García se complicó después de que el pasado domingo se difundiera que la empresa Odebrecht, en el marco del acuerdo de colaboración que mantiene con la Justicia peruana, revelara que Nava, y su hijo José Antonio Nava, recibieron cuatro millones de dólares de la empresa para lograr el contrato de construcción de la Línea 1 del Metro de Lima. Hace pocos días, una investigación sacó a la luz que los depósitos a Nava se realizaron a través de la Caja 2 de Odebrecht, tal como se denominó al Sector de Operaciones Estructuradas de la compañía, y que se hicieron entre 2006 y 2010. El entonces secretario de García recibió el seudónimo de "Chalán", su hijo el de "Bandido", y ambos fueron confirmados como tales por la constructora brasileña.

De acuerdo a esa investigación, José Antonio Nava, gerente de una empresa familiar de transportes que trabajó en los proyectos de Odebrecht en Perú, recibió casi medio millón de dólares entre enero y octubre de 2010, en depósitos autorizados por el entonces gerente de Odebrecht en Perú, Jorge Barata. También fue durante el gobierno de García cuando otro de los grandes proyectos de infraestructura, la carretera Interoceánica sur, adjudicados a Odebrecht en consorcio con otras compañías, fue firmado, después de varias modificaciones, con un costo final que duplicó al proyecto original.

García calificó este martes de "especulación" su vinculación con los presuntos sobornos que recibió su exsecretario por parte de Odebrecht. "Como en ningún documento se me menciona y ningún indicio ni evidencia me alcanza, solo les queda la especulación o inventar intermediarios. Jamás me vendí y está probado", aseguró Alan García en su cuenta de Twitter, 24 horas antes de dispararse en la cabeza cuando iba a ser detenido temporalmente en el marco de la investigación.

García intentó eludir la actual investigación al solicitar asilo diplomático en la embajada de Uruguay, pero se lo denegaron, al contrario que en los años 90, cuando consiguió refugiarse en Colombia y luego en París para evitar un juicio por presunto enriquecimiento ilícito. La pasada semana también se ordenó la detención de otro expresidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018), por los presuntos delitos de corrupción de funcionarios y lavado de activos, a raíz de dos obras adjudicadas a la brasileña Odebrecht en el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006).

El suicidio de García va a querer ser usado por quienes pidan al poder judicial que “modere” sus investigaciones y hasta se buscará que el auto-inmolado sea considerado un mártir. Lo cierto es que García siempre se ufanó de que él, a diferencia del grueso de la vieja guardia aprista, había sido siempre lo suficientemente hábil para evitar la cárcel por motivos políticos que muchos de ellos pasaron por años. García demostró ser todo lo opuesto a esos cientos o miles de viejos luchadores apristas que pasaron mucho tiempo bajo rejas y hasta en condiciones subhumanas. A pesar de ser más joven que Lula no tuvo el coraje del brasileño en saber afrontar un proceso para buscar ser liberado con evidencias y apoyo popular. Su detención, además, no era final, sino que era solamente el inicio de una preliminar.

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