domingo, 28 de febrero de 2016

Notas sobre el ciclo industrial en EEUU

José Antonio Rojas Nieto, La Jornada

Por fortuna y por desgracia para nuestros vecinos, desde inicios de 1984 su capacidad industrial instalada evolucionó a tasas anuales positivas, siempre considerando el nivel de un mes respecto del mismo mes del año anterior. Esta situación no fue ocasional. Se registró durante casi 20 años. Casi 240 meses. Sólo hasta inicios de 2004 –y por primera vez en la historia económica reciente de la industria estadunidense– empezaron a registrarse comportamientos negativos en este indicador tan significativo para la marcha de cualquier economía. El de la capacidad industrial instalada.

No voy a referirme en esta ocasión a indicadores que dan razón de diversos comportamientos económicos que acompañaron este significativo dinamismo de la industria vecina. Por ejemplo, el empleo, el salario, la productividad, las importaciones, las exportaciones. Y también –para dar otro ejemplo– el crédito. Me referiré por el momento sólo al gran dinamismo experimentado por el equipamiento industrial estadunidense en la minería, en las manufacturas y en las llamadas utilities de la electricidad y del gas natural, por su referencia al carácter de servicios públicos tradicionales. Es importante destacar que este fortalecimiento continuo de la capacidad industrial instalada –de ahí la fortuna– se acompañó de una evolución similarmente dinámica del nivel de producción industrial. No siempre es así, por paradójico que parezca.

De ordinario es mayor o menor la producción industrial cuanto mayor o menor resulta ser la capacidad utilizada, asunto que resulta más difícil justamente por el crecimiento de la capacidad instalada. Sí, estos tres indicadores reportados mensualmente por los responsables de las estadísticas económicas oficiales en Estados Unidos –capacidad instalada, capacidad utilizada y producción industrial– dan razón básica del ciclo industrial estadunidense. En el que se descubren –como lo he señalado– características de gran relevancia. Pero también –de aquí la desgracia– indicios de dificultades. Más severas –por paradójico que parezca– en la medida que la economía cuenta con mayor equipamiento. Sí, mientras mayor el equipamiento de una economía –en este ejemplo de la industria– mayor es la presión a generar excedente, de ordinario identificado en el volumen de valor agregado producido. O en el indicador de beneficios de las corporaciones, en nuestro caso no financieras. Sí, resulta que es imposible que todo gran dinamismo del equipamiento se acompañe con un dinamismo equivalente en la generación de valor agregado, derivado –en nuestro ejemplo– de la evolución de la producción industrial y, más específicamente, de los niveles de productividad industrial.

Pues bien, en el ciclo virtuoso de casi 240 meses de capacidad industrial instalada creciente, se pueden identificar cuatro etapas. Se trata de cuatro momentos en los que la producción industrial no sólo empieza a crecer a tasas cada vez menores, sino negativas: 1º) entre finales de 1981 y mediados de 1983; 2º) entre diciembre de 1990 y diciembre de 1991; 3º) entre marzo de 2001 y mayo de 2002; 4º) entre abril de 2008 y diciembre de 2009, un cuarto dramático y crítico. Sí, en este cuarto periodo, se vivieron los 20 meses más críticos de la industria estadunidense contemporánea. Se alcanzaron las caídas más negativas de la historia. A finales de 1945 y de 1975 las caídas en la producción industrial anual apenas alcanzaban menos 5 por ciento. En 2009 no sólo alcanzaron ese nivel de descenso, superaron y sobrepasaron el menos 10 por ciento. Y en los meses de abril, mayo y junio registraron caídas anuales de menos 15 por ciento. Pasarán a la historia por esos drásticos descensos en la producción industrial, siempre respecto del nivel del mismo mes del año anterior.

A partir de julio de 2009 las tasas fueron cada vez menos negativas. Y –de nuevo– a inicios de 2010 volvieron a ser positivas. Así duraron hasta octubre del año pasado. Sin embargo, a pesar de ser positivas, todos los meses del año pasado fueron cada vez menores. Y en noviembre nuevamente fueron negativas. Así llevan ya tres meses seguidos. Una vez más una fase de desaceleración y caída industriales. En este momento de 15 meses. ¿Qué pasa en febrero? ¿Y después? No es fácil señalarlo. Pero hay que indicar algo importante. Se ha frenado en la industria vecina. También la relación entre generación de excedente y equipamiento industrial. En la minería, en la manufactura y en las industrias eléctrica y del gas natural. En esta última de manera sorprendente, por un gas natural que el jueves de la semana pasada registró una cotización para el referente Henry Hub de Lousiana de un dólar con 70 centavos por millón de unidad térmica británica. Algo impensable antes de 2009, año en que el crudo y el gas decidieron seguir caminos diferentes que la baja actual de precios pareciera querer rectificar. Y como complemento indisociable a toda esta situación, se registra un descenso crónico y persistente en el nivel de capacidad utilizada. Ya no digamos en esta industria del gas natural. También en la de la extracción de petróleo. Y en otras ramas de la minería y la manufactura. Globalmente la utilización actual es de 77 por ciento. Superior sin duda al dramático 66 por ciento de utilización, propio de la crisis de 2008 y 2009. Pero inferior a los altos niveles –superiores a 80 por ciento– registrados luego de 1993 e incluso luego de las dificultades de los años 2000 y 2001.

Así, con altas y bajas, es cierto que el más alto nivel de producción industrial logrado a finales de 2007 se alcanzó de nuevo a mediados de 2014. Y que hubo no sólo una renovación de la dinámica de equipamiento industrial. Incluso de la rentabilidad industrial. Y eso a pesar de que la economía estadunidense tardó seis años y medio en recuperar el nivel histórico máximo de ese difícil 2007. Pero también es cierto y hay que advertirlo, una vez más hay signos persistentes de retracción industrial. Y eso para nuestra economía son malas… muy malas noticias. Ya lo veremos. Sin duda.

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