domingo, 29 de noviembre de 2015

¿Cuál será la reacción de Rusia al derribo de su avión por Turquía?

Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada

La Primera Guerra Mundial fue una carnicería europea provocada por una orgía de armas químicas, mientras que la Segunda Guerra Mundial concluyó con el lanzamiento por Estados Unidos de dos bombas nucleares, en Hiroshima y Nagasaki.

Lo que denomino guerra asimétrica global de Estados Unidos contra Rusia y China no es una guerra mundial: a nivel de la fractura cupular tripolar, refleja la intensificación del terrorismo geopolítico de los yihadistas sunitas –instrumento geoestratégico de Estados Unidos desde hace 35 años, gestado con los muyahidines de Afganistán– hoy con el avieso objetivo de repetir la trampa Brzezinski contra Rusia (http://goo.gl/tEjGMc) para balcanizarla y luego contener militarmente a China.

La guerra asimétrica global –que golpea con atentados terroristas a potencias nucleares de la talla de Rusia, que dispone de una ojiva más que Estados Unidos, y Francia, primera potencia atómica europea– abreva de las guerras regionales en tres continentes: 1) Asia (Afganistán, Irak, Siria, Yemen, etcétera); 2) África (cuerno de África, Nigeria, Malí, Libia, etcétera), y 3) Europa (Ucrania).

Tales guerras regionales tricontinentales están confluyendo en un superfuego euroasiaticoafricano en las fronteras de Rusia/China/India, donde se han perdido los límites de toda índole, cuando operaron ominosas advertencias tangenciales, semanas antes al 13/11 de París, contra dos hospitales manejados por la ONG francesa Médicos Sin Fronteras –premio Nobel de la Paz 1999–, que fueron bombardeados, uno, por error, por aviones de Estados Unidos en Kunduz (Afganistán), con 30 muertos (http://goo.gl/bs7xSl), y otro, 24 días después, por aliados de Estados Unidos (http://goo.gl/f64mIH) en Yemen. ¿Tanto incomodó el acercamiento de Francia con Rusia?

En tal contexto de selectivos bombardeos erróneos con significado geopolítico y en vísperas de la Cumbre sobre el Cambio Climático COP21 de París, se produjo –17 días antes al 13/11 (http://goo.gl/lWDujE)– un inédito enfrentamiento verbal entre el secretario de Estado, John Kerry (http://goo.gl/ygLRys) –quien definió sus resolutivos como no vinculantes ni como tratado–, y el presidente galo, François Hollande, quien adoptó la postura diametralmente opuesta (http://goo.gl/bDomSr).

Catorce días después del 13/11, sumados del terrorismo geopolítico del feudo galo de Malí, Francia cedió por arte de magia al exhorto de Estados Unidos (http://goo.gl/2Nk5ac).

El derribo del avion ruso se escenificó un día después del notable acercamiento de Rusia e Irán, dos superpotencias gaseras, durante la cumbre en Teherán del Foro de Países Exportadores de Gas, de 12 miembros.

Suena inconcebible que Turquía, único país islámico sunita miembro de la OTAN, se haya atrevido a derribar el avión ruso sin la anuencia tácita y/o explícita de Estados Unidos: una puñalada trapera, según el enfurecido presidente Putin, quien fustigó que Rusia había entregado el plan de vuelo a Estados Unidos (http://goo.gl/WSiZjx). ¡Uf! ¿De quién, entonces, provino la puñalada trapera a Rusia: de Turquía o de Estados Unidos? ¿Trampa menor dentro de una trampa mayor: Estados Unidos arroja a Turquía a su balcanización con la inducción de un Estado kurdo?

La percepción de China sobre el derribo del avión ruso es seminal: “Pudiera ser uno de los movimientos más críticos desde el fin de la guerra fría”, cuando su severidad potencial y sus riesgos asociados pueden constituir un clímax de crisis geopolíticas de las pasadas décadas.

El portal chino Global Times juzga que es la primera vez que Rusia ha sufrido tales grandes pérdidas, por lo que Putin confronta una selección que trae más riesgo que cuando consideró anexar o no a Crimea, y aduce que “Moscú puede tomar represalias contra Turquía en diferentes formas, pero esto significa una confrontación con la OTAN al estilo de la guerra fría”.

Global Times aborda el escenario de una represalia similar: Si Rusia derriba un avión turco en su espacio aéreo o bombardea una base aérea turca, ello afectará los nervios de la OTAN, ya que si la OTAN no emprende ninguna acción, su promesa de proteger a los pequeños miembros de la alianza será desacreditada. Pero si la OTAN adopta una acción sustancial frente a Rusia, Europa confrontará una situación turbulenta sin precedente, no vista desde la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos y Rusia están claramente (sic) conscientes de que cualquiera de sus reacciones enviará señales sobre el futuro orden (sic) de Europa y el Medio Oriente.

A los estrategas chinos les queda clara la conexión de los contenciosos de Ucrania con el Medio Oriente y la reconfiguración de sus dos nuevos órdenes regionales (http://goo.gl/cyOGyv).

Turquía –potencia en el Mar Negro (colindante de Ucrania y Crimea/Rusia) que controla el paso de los estratégicos Dardanelos– es bisagra de dos contenciosos vinculantes: 1) la guerra Donbas/Ucrania; y 2) el binomio Siria/Irak, sus dos fronteras, donde apadrina a los rebeldes. Quizá habría que agregar hasta un tercer contencioso en su frontera con Georgia en el Transcáucaso.

Los bélicos círculos financieristas de Gran Bretaña (GB) e Israel atizan las flamas y dan vuelo a una inminente guerra. Basta escudriñar los titulares de Debka, presunto portal del Mossad: Rusia bombardea cada objetivo turco (sic) en Siria; Turquía suspende sus vuelos en Siria; Rusia lanza guerra electrónica contra Ankara (http://goo.gl/mZpptT).

Dudo que Francia y Alemania –hoy retraída, a diferencia del contencioso de Ucrania, que se ha recalentado– deseen una guerra con Rusia para defender a Turquía, cuando Estados Unidos juega a distancia y en forma ambigua, como ha sido la tónica de Obama, quien apoyó la legítima defensa del territorio turco.

Aunque el canciller ruso Sergey Lavrov sentenció que no irán a una guerra contra Turquía, a mi juicio sí habrá una persuasiva reacción de Rusia, cuyos alcances estratégicos habría que ponderar, porque de otra forma se le caería todo su andamiaje geopolítico al zar Vlady Putin de ser respetado tanto al interior como en su periferia inmediata, cuando ha extendido su línea defensiva del Transcáucaso y Crimea a la costa oriental del Mar Mediterráneo: al eje Tartús/Latakia, en la región alawita de Siria y, quizá, hasta el nuevo canal de Suez con Egipto (http://goo.gl/d8Rmol). ¿Pagará los platos rotos la minoría turkomena de Siria, cuyo cordón umbilical llega a Turquía?

Rusia posiciona sus letales misiles S-400 en tierra siria y su crucero Moskva en la costa de Latakia, mientras aprieta las tuercas económicas que pueden significar 40 mil millones de dólares de pérdidas a Turquía (https://goo.gl/0qhYfi). Las pérdidas serán bidireccionales. Quienes ganan son Estados Unidos, Israel, GB y el yihadismo trasnacional.

Lo más fácil es bombardear a locas, al estilo israelí-anglosajón, cuando el dilema geopolítico radica en los límites de las represalias militares rusas: desde el artículo 5 de defensa de Turquía por la OTAN hasta la trascendental función de los pueblos túrquicos de origen mongol, y su conectividad incandescente con Asia central, para no alebrestar la carta tártara –al interior de Rusia y Crimea– ni a la región de Turkestán (una apelación lingüística persa): desde el Mar Caspio hasta el desierto de Gobi (China). No es un asunto menor.

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