viernes, 23 de octubre de 2015

Los Estados preparan un calentamiento climático ¡superior a 3ºC!

Maxime Combes, Mediapart

La mayoría de los Estados del planeta ya han hecho públicos sus objetivos para la reducción de las emisiones de gas efecto invernadero para el periodo posterior al 2020. La lectura de los mismos no deja lugar a dudas: los Estados proponen que nos echemos de cabeza al rio del caos climático. Justo lo que habría que evitar.

De los 195 Estados-miembro de la ONU, 150 ya han dado a conocer lo que será su contribución a la lucha contra la desregulación del clima (INDC en la jerga de la ONU). Estas contribuciones, que son voluntarias y que no comprometen a nada, plantean sobre todo objetivos de reducción de emisiones de gas de efecto invernadero para el período posterior al 2020. Estos 150 países representan alrededor del 90% de las emisiones mundiales; es decir, alcanzan una dimensión suficiente para hacernos una idea de las repercusiones que pueden tener sus propuestas para el calentamiento del clima.

¿2,7 % de calentamiento máximo? ¡Falso!

Los medios de comunicación han retenido esta cifra utilizada por numerosos negociadores y comentaristas. Según ellos, la lucha contra la desregulación climática estaría bien encaminada porque los (anunciados) compromisos de los Estados permitirán que el calentamiento del clima no supere los 2,7º C en relación a la era pre-industrial; un primer paso antes de ir más lejos y lograr situarnos en una trayectoria que, de aquí a fin del siglo, permitiría que el calentamiento máximo no superase los 2ºC.

Esta forma de presentar las cosas es engañosa. El estudio del que ha salido esa cifra ofrece una horquilla que va de 2,2ºC a 3,4ºC. Es decir, presenta la increíble brecha 1,2ºC, superior al calentamiento climático actual. Por decirlo en dos palabras, nada está claro.

Por otra parte, nunca se informa de que el calentamiento de 2,7ºC es tres veces superior al calentamiento actual (0,85ºC) que ya acarrea riesgos graves a lo largo y ancho del planeta.

Más importante aún, estas propuestas de contribución voluntaria conducen a un crecimiento continuo de las emisiones de aquí al 2030, lo que hará que en esa fecha se hayan alcanzado las 53-55 gigatoneladas (Gt) de CO2. Es decir, entre 15 y 17 Gt más de CO2 por encima del límite máximo de emisiones recomendado por el GIEC [grupo de expertos de la ONU en cuyos análisis se basan los Estados para elaborar sus propuestas] para evitar superar la barrera de 2ºC de calentamiento.

Y lo que es más importante aún, tales niveles de emisión en 2030 podrían imposibilitar que en el futuro se pudiera recuperar el camino para lograr un calentamiento máximo de 2ºC y, menos aún, para situarse por debajo de 1,5ºC. Ese estudio explica que allí donde los Estados se han comprometido a objetivos máximos de reducción del 1,5% de aquí al 2030, para situarse en una trayectoria de 2ºC sería necesario alcanzar tasas de reducción anuales del orden del 3% o 4%. Es decir, serían precisos objetivos anuales que podrían "no ser técnicamente posibles" y que, en todo caso, serán "costosos". Por consiguiente, es necesario comprender que el cálculo que conduce a un calentamiento máximo de 2,7ºC de aquí al fin del siglo se establece sobre la base de estas tasas de reducción de 3% al 4% a partir de 2030. Esta hipótesis tiene poco fundamento y da a entender que se podría esperar algunos años más antes de comprometerse totalmente en la reducción de las emisiones. Pero eso no es cierto, porque en materia climática es imposible recuperar el tiempo perdido: las emisiones se acumulan a lo largo de los años en la atmósfera y es ese stock el que determina el calentamiento climático, más que el flujo de un año determinado.

Estudio realizado por colectivo de la sociedad civil

Sindicatos, asociaciones y ONG internacionales decidieron realizar su propia investigación sobre las contribuciones voluntarias presentadas por los Estados. Ese estudio se hizo público el pasado día 20 de octubre en Bon, Alemania, con ocasión de la última semana de negociaciones previas a la conferencia de la COP21 en Paris. Los resultados de la investigación no dan lugar a dudas: las contribuciones voluntarias de los Estados resultan inaceptables porque nos llevan a un calentamiento climático superior a 2ºC y además no son equitativas. Uno de los puntos fuertes de este estudio a la hora de analizar sus contribuciones iniciales es que toma en cuenta la responsabilidad histórica de los Estados y su desigual capacidad para actuar. Por tanto, la sociedad civil llama a los Estado a revisar sus propuestas. Se trata de un veredicto en las antípodas de todos esos negociadores y comentaristas que dan a entender que los Estados estarían bien encaminados en lo que respecta a la lucha contra la desregulación climática.

He aquí los principales resultados del estudio:

1. Tomado globalmente, los compromisos de los Estados no permiten situarse por debajo de 2ºC y mucho menos aún de 1,5ºC. Incluso en el (hipotético) caso en el que todos los Estados cumplan de forma efectiva sus promesas, el calentamiento climático podría superar los 3ºC, es decir, existe una fuerte probabilidad de embarcarnos en un escenario de explosión climática peligrosa y no controlable. 2. Las contribuciones de los Estados representan menos de la mitad de las reducciones de emisión que sería necesario realizar de aquí al 2030; los compromisos actuales representan pues una muy pequeña parte de lo que se debería haber hecho/3.

3. Si se tienen en cuenta sus compromisos financieros, las contribuciones de la mayoría de los países desarrollados están muy lejos de lo que, en justicia, les correspondería hacer: la contribución de Japón representa el 10% de lo que debería realizar en términos de reducción de emisiones y de financiación; la de Estados Unidos, un 20% por debajo y la de la Unión Europea un poco más del 20%.

4. La mayoría de los países en desarrollo han puesto sobre la mesa objetivos de reducción de emisiones que son compatibles con -o se acercan a- lo que les corresponde, planteando un potencial de reducción de emisiones superior a sus compromisos actuales.

5. Mientras que la financiación en relación al clima es absolutamente clave para que los países desarrollados cumplan con la parte que les corresponde en el esfuerzo global, salta a la vista la falta de medios que se ponen a disposición para hacer frente a los costes de adaptación y a las pérdidas y daños que sufren, sobre todo, los países más vulnerables ante la desregulación climática.

Exigencias de cara a la cumbre de Paris

1. El acuerdo de Paris debería basarse en un enfoque básico en términos de la cantidad de carbono a alcanzar para poder determinar los objetivos de cada país, tanto en términos de reducción de emisiones como en el de la financiación. En función de ello, se deberían ir agregando objetivos de cara a fechas posteriores: 2020, 2025, 2030, 2040 y 2050, con el fin de ofrecer una hoja de ruta que permita alguna opción razonable para situarse por debajo de 1,5ºC o, en el peor de los casos, de 2ºC de calentamiento. El objetivo de descarbonización total de la economía mundial se debe fijar para 2050 y no para el fin del siglo.

2. El acuerdo de Paris debe incluir un mecanismo eficaz para que los compromisos de los Estados sean revisados al alza en cada etapa del proceso, sobre la base de las recomendaciones científicas y de las exigencias de equidad, y sin posibilidad de dar marcha atrás.

3. Se deben adoptar compromisos suplementarios sustanciales en lo que respecta a la financiación pública para políticas eficaces para la reducción de emisiones y de adaptación para los países que lo necesiten.

4. Los distintos Estados deben revisar al alza sus propias políticas de transición energética con el fin de salir de la era de las energías contaminantes.

Si se escucha a los comentaristas -y sobretodo a los negociadores franceses- el proceso de recogida de las contribuciones voluntarias de los Estados-miembro ha constituido un éxito inmenso, dado que la mayoría de los países han presentado sus propuestas y que las mismas constituyen una base para avanzar más lejos. El estudio de los colectivos de la sociedad civil -en el que se afirma que el mismo no agrada mucho a la presidencia francesa de la COP21- muestra que esos comentarios son demasiado optimistas y que no pueden ocultar la falta de ambición de las contribuciones realizadas por los Estados.
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Tomado de Viento Sur
* Maxime Combes, es economista y militante d’Attac Francia. Ha publicado Sortons de l’âge des fossiles ! Manifeste pour la transition, Seuil, coll. Anthropocène y ha co-coordinado Crime Climatique Stop ! L’appel de la société civile, Seuil, Anthropocène.

Notas:
1/ Entre las organizaciones que se encuentran en el origen de esta evaluación están: Aid International, Climate Action Network, CARE international, Christian Aid, CIDSE, Friends of the Earth International, Iternational Trade Union Confederation, Oxfam, Third World Network, WWF International, etc.
Este trabajo fue realizado sobre la base a una previsión sobre el nivel carbono con una débil probabilidad de que permita estar por debajo de 1,5º C y con el 66% de probabilidades de quedar por debajo de 2º C. Se trata de una previsión carbono de alto riesgo y relativamente poco ambiciosa. Los resultados de la evaluación son aún más sorprendentes al tomar en consideración las responsabilidades históricas de los diferentes países y su diferente capacidad para actuar.
2/ Ver resumen en inglés aquí : http://civilsocietyreview.org/wp-content/uploads/2015/10/CSO_summary.pdf
3/ Ver la diferencia entre lo que se ha hecho y lo que se debería de haber hecho en el gráfico del documento de la nota 1/

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