viernes, 12 de junio de 2015

Aumentan las movilizaciones y las huelgas en Alemania


Manuel Kellner, Viento Sur

En lo que llevamos de 2015 Alemania conoce un número de huelgas superior a las habidas a lo largo de todo el año 2014. Ninguno de los conflictos ha concluido aún.

En lo que se refiere a los conductores de trenes, el sindicato mayoritario en la Deutsche Ban AG, el EVB (vinculado a la confederación DGB), firmó un acuerdo que apenas va más allá de las propuestas iniciales de la patronal, sin mejora alguna en un tema tan importante como la jornada laboral y la GDL está a la espera de las propuestas de los mediadores. Si éstas no le convencen, planteará un referéndum entre su afiliación y el movimiento huelguístico podría desencadenarse de nuevo. Si la GDL obtiene un acuerdo superior al firmado por el EVB sería aplicado a toda la plantilla en función del reglamento que rige actualmente las relaciones laborales. Como el telón de fondo del conflicto es el intento del gobierno de restringir el derecho de huelga de los sindicatos minoritarios, es difícil imaginar que la GDL capitule sin más.

En el sector postal, el sindicato de servicios Ver.di, tras varias huelgas de advertencia y la huelga en la sección de paquetería, comenzó el pasado 8 de junio una huelga indefinida, en la que, más allá de las reivindicaciones salariales y de la jornada laboral semanal (36 horas en lugar de las 38,5 actuales), lo que prima es una reivindicación solidaria: exigir las mismas condiciones de trabajo para quienes en la sección de paquetería trabajan para "compañías externas" (UPS, Fedex, etc). Aquí también el acuerdo no parece estar cerca. La dirección del servicio postal privatizado (el Estado alemán no detenta más que el 20 % de las acciones) declara beneficios millonarios al tiempo que defiende la reducción de los salarios del personal subcontratado como indispensable para poder defenderse de la "competencia global". Lo cierto es que si las y los asalariados aceptasen esta lógica, el día de mañana, las víctimas serían otros sectores del servicio postal.

En cuanto al sector de la educación y a los trabajadores y trabajadoras de la asistencia social, el conflicto está en período de mediación, por lo que se ha vuelto al trabajo tras cuatro semanas de huelga. Pero puede que sea por poco tiempo, porque la patronal -la asociación de municipios- argumenta que las arcas públicas están vacías debido las restrictivas políticas presupuestarias que soportan desde hace muchos años. Las y los educadores exigen una revalorización-equiparación de su trabajo con quienes desempeñan una actividad similar en los servicios públicos, lo que implicaría un incremento medio de un 10%, en sus salarios.

Existen otras huelgas en otros sectores y uno se puede preguntar por qué sectores asalariados rompen ahora con la pasividad que dura desde hace mucho tiempo y se ponen en movimiento para defender sus reivindicaciones. En principio, ocurre en razón de una situación política general (la gran coalición del CDU-SPD, éste último como socio menor) que no ha permitido mejorar en nada la situación de la gente asalariada. Su única medida, el salario mínimo, quedó meridianamente claro desde el principio, que (debido a la cantidad "excepciones" que contempla) sólo favorecerá a una pequeño sector. Por tanto, la decepción es grande. Y de nuevo se crean fisuras entre el SPD y las direcciones sindicales, incluso si éstas no son muy combativas.

Por otra parte, -y esta es probablemente un razón más de fondo- existe una rabia contenida desde hace tiempo y un sentimiento de amargura entre los trabajadores y trabajadoras, sobre todo el sector servicios y, en especial, entre quienes padecen las políticas neoliberales de privatización que no han hecho mas que empeorar sus condiciones de vida y de trabajo así como sus perspectivas, que son cada vez más precarias.

Así pues, se trata de una tendencia de fondo en la sociedad, en la que los conflictos sociales se exacerban como reacción a una ofensiva patronal y gubernamental de largo alcance que, con una determinación y una ferocidad inusitada, cuyo objetivo es poner fin a lo que aún queda de las conquistas sociales. Esta ofensiva se desarrolla con firmeza y dureza y, hasta ahora, no había desencadenado una reacción parecida por parte de los trabajadores y trabajadoras. La ideología del consenso, del compromiso, comienza a astillarse.

En cualquier caso, aun no se puede hacer balance de las huelgas, porque las luchas continúan.

Por último, también asistimos al incremento de las movilizaciones. El 18 de marzo, 25 000 personas se manifestaron en Frankfort contra la inauguración del Banco Central de la UE; fue un día laboral, en la que la gente que trabaja no podía participar. A principios de junio 40 000 personas se movilizaron en Baviera contra la cumbre del G7 reunido en el Castillo de Elmau, a quince kilómetros de Garmish-Partenkirchen . Y para el 20 de junio, Attac-Alemania anuncia 100 000 manifestante en Berlín para protestar contra las instituciones europeas -como se conoce a la Troika rebautizada-, y su política contra el pueblo griego y de cara a las y los inmigrantes. Aunque la cifra que anuncia Attac puede ser muy optimista, lo probable es que sea una manifestación masiva.

En todo caso, no hay que olvidar que la DGB (Confederación general de sindicatos) llamó a sumarse a las manifestaciones que se desarrollaron en Frankfort y Baviera y que para el 13 de junio ha convocado manifestaciones masivas en cuatro ciudades alemanas (Colonia, Hanover, Dresde y Nuremberg) en apoyo a la equiparación de los trabajos sociales con el lema ¡Es la hora de actuar!.
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Ver Nueva huelga de Ferrocarriles en Alemania por bajos salarios

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